“Pero lo que era para
mí ganancia, lo he juzgado una pérdida a causa de Cristo. 8 Y más aún: juzgo
que todo es pérdida ante la sublimidad del conocimiento de Cristo Jesús, mi
Señor, por quien perdí todas las cosas, y las tengo por basura para ganar a
Cristo, 9 y ser hallado en él, no con la justicia mía, la que viene de la Ley,
sino la que viene por la fe de Cristo, la justicia que viene de Dios, apoyada
en la fe, 10 y conocerle a él, el poder de su resurrección y la comunión en sus
padecimientos hasta hacerme semejante a él en su muerte, 11 tratando de llegar
a la resurrección de entre los muertos.
12 No que lo tenga ya
conseguido o que sea ya perfecto, sino que continúo mi carrera por si consigo
alcanzarlo, habiendo sido yo mismo alcanzado por Cristo Jesús. 13 Yo, hermanos,
no creo haberlo alcanzado todavía. Pero una cosa hago: olvido lo que dejé atrás
y me lanzo a lo que está por delante, 14 corriendo hacia la meta, para alcanzar
el premio a que Dios me llama desde lo alto en Cristo Jesús.” (Filipenses 3,
7-14)
En
esta larga carrera
de
avances y retrocesos,
por
su gracia desde el cielo
ha
llegado hasta ti.
Es
hermoso recordar las etapas
de
este sinuoso trayecto,
descansar
en sus calmas,
aguzar
los sentido en apagados rincones;
necesario
es mi esfuerzo,
mis
ansias, mi celo, mi versión subjetiva,
mis
sueños confrontados con la realidad,
el
corazón, tantas veces, con miedo.
Si
no fuera por tu gran amor,
¿qué
hubiera ocurrido?,
el
milagro aconteció al encontrarnos
en
el camino,
como
acompañante sin aires de superioridad,
como
amigo confesando su debilidad,
oyente
de preocupaciones y fatigas.
Conformarnos
a tu imagen,
despojarnos
de superfluos fardos
adherirnos
a tu estilo desde el margen,
revestirnos
de sencilla bondad
para
ser alcanzados
por
Ti.
(Toño
Martínez, Valladolid: tras escuchar una canción de Jesús Adrián Romero)
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