Por Marcelo A. Murúa
En San Salvador (de Jujuy), en un alto en el camino, saboreando la vida y la Palabra compartida con mis hermanos catequistas de la diócesis de Jujuy, abril 2000.
Durante los meses de febrero y marzo iniciamos en la diócesis de Jujuy una serie de talleres de Formación de catequistas. Estos talleres, que ya recorrieron muchas diócesis de nuestro país, son espacios para compartir la Biblia y la vida, y aprender juntos sobre nuevos caminos en la catequesis.
En ellos se trabaja con la vida y la Palabra y son siempre una fuente de agua viva para seguir descubriendo nuestra vocación. Gracias a todos los catequistas que participaron y un saludo a los que participaron en el taller de El Carmen, a unos 50 km. de San Salvador de Jujuy, a quienes les prometí que utilizaría sus conclusiones y aprendizajes para un próximo artículo.
Antes de iniciar la reflexión de este artículo
Intenta recordar la manera en que Dios te llamó a ser catequista ¿Cuándo fue? ¿Cómo? ¿De qué se valió Dios para irrumpir en tu vida y llamarte?
¿Te acuerdas de personas que supieron transmitirte la Palabra de Dios en tu vida? ¿Quiénes te enseñaron las cosas de Dios, aún sin tener un título de catequista, pero viviendo la misión de un catequista?
Busca en la Palabra de Dios los siguientes textos. Observa en ellos cómo llama Dios y cómo responden las personas.
Abraham: Gén. 12, 1-5
Moisés: Ex. 3, 1-4, 17
María: Lc. 1, 26-38
Discípulos: Mc. 1, 16-20
¿Encuentras elementos en común con tu vida? ¿Descubres nuevas maneras de llamado que pueden ayudarte a pensar si Dios te sigue llamando hoy?
Cuando compartimos nuestras experiencias de vida como catequistas, cuando somos capaces de revisar nuestra vocación y descubrir la forma en que Dios nos ha llamado a cada uno... y meditamos nuestra vida a la luz de la Palabra siempre viva de la Biblia, aprendemos como:
Dios utiliza distintos medios para llamarnos
- nos llama a través de personas
- nos llama a través de situaciones de la vida
- nos llama a través de señales o signos
Sentir el llamado de Dios, darse cuenta que Dios llama
- Dios pasa por la vida de todos los días, hay que estar atento para escucharlo.
- Tener la capacidad de descubrir la presencia de Dios.
- Lo cotidiano, la vida de siempre, ése es el lugar que Dios elige para revelarse, para correr el velo y descubrirnos que está pasando por ahí.
La vocación es un proceso (tiene etapas, tiene momentos, se va viviendo)
- el llamado de Dios es progresivo, nuestra vida es una historia de sucesivos llamados.
- hay que aprender a mirar la vida con otros ojos para encontrar las huellas de Dios en nuestro caminar.
- la vocación es camino, más que puerta de entrada, y se hace camino al andar...
Todos recibimos dones para que podamos vivir nuestra vocación
- Dios no nos deja sólos, su garantía es que Él está junto a nosotros.
- todos hemos recibido mucho, hay que descubrir que recibió cada uno, para ponerlo al servicio de los demás (parábola de los talentos).
- Dios nos llama constantemente, también nos va mostrando nuevos dones que no sabíamos que teníamos.
A veces nos cuesta vivir la vocación (dudas, miedos, incertidumbres)
- el llamado de Dios siempre es un desafío, un cuestionamiento, un compromiso…
- decir sí al Señor compromete la vida.
- las dudas, miedos e incertidumbres son parte del camino, nos ayudan a seguir buscando, nos recuerdan que nunca podremos encontrarlo todo, nos descubren nuestra esencia vital de peregrinos...
Leer la Biblia, la Palabra de Dios, nos ayuda a descubrir nuestra vocación.
- cuando leemos la Palabra encontramos ejemplos de personas que vivieron llamados parecidos a los nuestros.
- sus vidas nos muestran que es posible responder al Señor e iniciar un camino de compromiso
- sus experiencias también nos hablan de un lento descubrir que quiere Dios de nosotros y un camino de respuesta que pasa por la vida y no por decir, de palabra, «Señor, Señor...» (la respuesta se da con la vida).
Nuestra respuesta al llamado de Dios es servir y ayudar con disposición y alegría.
- Dios llama para dar una misión, un compromiso, una tarea en bien de los demás.
- la respuesta es estar disponible a la misión que El nos vaya mostrando.
- la alegría en el servicio es signo de que nuestra entrega es sincera y fecunda.
Transmitir el mensaje de Dios y el amor de El.
- Dios nos llama para ser instrumentos de su mensaje y para colaborar con Él en la construcción de su Reino
- para mostrar con nuestro testimonio (porque a las palabras... se las lleva el viento) que nos ama y quiere que vivamos su amor construyendo la fraternidad real (porque nadie ama a Dios a quien no ve sino ama a su hermano al que ve).
Para trabajar en grupos
Dios nos llama a ser catequistas
Para reflexionar con la Palabra y la vida
- Trabajar en pequeños grupos con la preguntas y textos que aparece al principio del artículo.
- Si se pueden formar cuatro grupos repartir un texto para cada uno.
- Comentar con el grupo qué conocemos del personaje bíblico del texto.
- Hacer una lista de características de cómo Dios llama y cómo es la respuesta de cada persona ante ese llamado.
Para la puesta en común
- Escribir en un afiche, en dos columnas, las características que observamos del llamado y respuesta en el texto bíblico.
- Escribir entre todos una oración que relacione el texto leído con la experiencia de catequista de los integrantes del grupo.
Plenario
- Compartir los textos y los afiches.
- ¿Qué encontramos en común con nuestras vidas?
- Compartir las oraciones.
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