03 agosto 2014

Amar no es siempre sentirse bien




Jesús nos invita a amar a los enemigos, y eso de amar a los enemigos no nos debe gustar mucho, porque en esos casos singulares y particulares, el amor duele y escuece mucho. ¡No!, amar no sienta bien cuando enfrente se tiene a un enemigo, a alguien que cae mal o al que trata de fastidiarte y aguarte el día a día...

Amar cuesta bastante, por eso Jesús nos advierte y nos previene, y nos dice que la bandera que nos distingue de los demás es precisamente, "amar a los enemigos". Pero esa es la prueba inequívoca del verdadero amor. Ya dijo Madre Teresa que cuando el amor duele descubre que empieza a ser verdadero amor. Sí, el verdadero amor duele, porque un amor fácil, a favor de la corriente y sin exigencias, es un amor romántico, apoyado en intereses, apetencias y egoísta. Es un amor construido sobre arena.

El amor no necesita de romanticismo, ni de intereses, ni de sentirse a gusto y bien. El amor es el compromiso de saberte hijo de Dios, amado por Él y hermano de los hombres, porque todos, como tú, son hijos del mismo Padre. Es posible, ¡y lo es!, que muchos hermanos no los puedas tragar; es posible que otros no te caigan bien o intente fastidiarte, pero por encima de eso, tú y yo tenemos que esforzarnos en amarlos. 

Simplemente por una sencilla razón, porque Dios te ama a ti y a mí así. Sin merecérnoslo y haciéndole la puñeta a cada momento. No obstante, tú y yo podemos estar en desacuerdo, en no acercarnos mucho, en tener diferencias que nos separan, pero, por encima de eso, tenemos que amarnos. Y eso significa, compartir, ser solidarios, samaritanos, tener actitud de escucha y disponibilidad de unirnos en la verdad. 

Y todo lo que el amor nos comprometa, porque amar no es un sentimiento, ni una apetencia, ni tampoco un interés, sino que el amor es un compromiso.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Deja tu comentario