26 julio 2014

Domingo 27 julio: Capacidad de asombrarse

¿Se asombró alguna vez Jesús? En el evangelio hay al menos dos episodios en los que Jesús se asombra ante algo inesperado y valioso: “¡Qué grande es tu fe!”, es lo que le dice a la mujer cananea (Mt 15,21-28) y al centurión romano (Lc 7, 1-10). Y lo mismo cuando descubre la fe de los sencillos (Lc 10,21). Precisamente es de todo lo contrario de lo que acusa a los fariseos, que ya lo saben todo y por eso están cerrados a la novedad de la Buena Noticia del Reino (Mt 23,13. 23...). Porque Dios es siempre un “Dios mayor”...Sólo aquel que está abierto a la sorpresa es capaz de descubrir el tesoro.

1. ENSÉÑAME A MIRAR

Diego no conocía la mar. El padre lo llevó a descubrirla. Viajaron al sur.

Ella, la mar, estaba más allá de los altos montes, esperando. 

Cuando el niño y su padre alcanzaron por fin aquellas cumbres de arena, después de mucho caminar, la mar estalló ante sus ojos. Y fue tanta la inmensidad del mar, y tanto su fulgor, que el niño quedó mudo de asombro.

Y cuando por fin consiguió hablar, temblando, tartamudeando, pidió a su padre: ¡Ayúdame a mirar!

2. LA FELICIDAD

En cierta ocasión, se reunieron todos los dioses y decidieron crear al hombre ya la mujer, y planearon hacerlo a su imagen y semejanza. Entonces uno de ellos dijo:

- Esperen; si los vamos a hacer a nuestra imagen y semejanza, van a tener un cuerpo igual al nuestro, fuerza e inteligencia igual a nuestra, y debemos pensar en algo que los diferencie de nosotros; de no ser así, estaríamos creando nuevos dioses. Debemos quitarle algo, pero ¿qué le quitamos?

Después de mucho pensar, uno de ellos dijo:

- ¡Ah, ya sé! Vamos a quitarles la felicidad; pero el problema va a ser dónde esconderla, para que no la encuentren jamás.

Propuso el primero:

- Vamos a esconderla en la cima del monte más alto del mundo.

A lo que inmediatamente repuso otro:

- No; recuerda que les dimos fuerza, y alguna vez alguien subirá y la encontrará; y si la encuentrauno, ya todos sabrán dónde está.

Luego propuso otro:

- Entonces, vamos a esconderla en el fondo del mar.

Y otro contestó:

- No; recuerda que les dimos inteligencia, y alguna vez alguien construirá algo por donde puedaentrar y bajar; y entonces la encontrarán.

Uno más dijo:

- Escondámosla en un planeta lejano de la Tierra. y le dijeron:

- No; recuerda que les dimos inteligencia, y un día alguien construirá una nave en la que puedan viajar a otros planetas y la descubrirán, y entonces todos tendrán felicidad y serán iguales a nosotros.

El último de ellos era un dios que había permanecido en silencio, escuchando atentamente cada una de las propuestas de los demás dioses, y analizó calladamente cada una de ellas; entonces rompió el silencio y dijo:

- Creo saber dónde ponerla para que realmente nunca la encuentren.

Todos se volvieron asombrados y preguntaron al unísono:

- ¿Dónde?

- La esconderemos dentro de ellos mismos; estarán tan ocupados buscándola fuera, que nunca la encontrarán. Todos estuvieron de acuerdo, y desde entonces ha sido así: el hombre se pasa buscando la felicidad sin saber que la lleva consigo. 

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