Jesús nos dijo que no nos dejaba huérfanos porque su Espíritu vive en nosotros. Fiados en su Palabra, te presentamos, Padre, nuestras oraciones:
• Por la Iglesia, para se deje conducir libremente por el Espíritu de Jesús y anuncie sin miedo y desinteresadamente el Evangelio, como los apóstoles, a todas las naciones.
• Para que el Espíritu de Jesús, aunque no se le conozca, siga inspirando a todos los hombres y mujeres de buena voluntad, y triunfe sobre todos los malos espíritus de la injusticia, la discordia y la violencia de la economía y de los estados.
• Para que los cristianos recuperemos la vivencia del Espíritu Santo, arrinconado de nuestras vidas durante tanto tiempo, y descubramos el sentido de la libertad desde la ley del amor y el compromiso por los marginados y excluidos de nuestra sociedad.
• Para que sepamos discernir, en nuestra vida, los malos espíritus que amenazan la fraternidad y nos conducen por el camino del individualismo, del consumo irresponsable, la indiferencia y la agresividad.
• Para que, desde un espíritu libre y desinteresado, sepamos dar razón de nuestra esperanza mediante nuestro propio testimonio, prefiriendo más padecer haciendo el bien que padecer haciendo el mal.
Que nuestros deseos, Padre, sean los que el Espíritu, y no nosotros, nos inspiran. Que queramos, Señor, lo que tú haces y que hagamos lo que tú quieres.
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