5º domingo de Cuaresma
Introducción a la celebración
Yo soy la resurrección y la vida
verdadera, declara Jesús, y en estos días nos llama a renovar nuestro
compromiso bautismal de vencer pecados y muertes por él, con él y en él, porque
Dios es un Dios de vivos y no de muertos. Ya próximos a la Pascua de
resurrección, pasando por su pasión, muerte y sepultura, Jesús nos invita en
esta misa a asumir con esperanza las cruces diarias, ilusionados por la vida
nueva que nos promete si lo seguimos fielmente. Comencemos cantando…
Saludo
inicial
Queridos hermanos: seguir al Señor es como
subir trabajosamente a una montaña. Y la nuestra es el Tabor, con la cruz a
cuestas pero de la mano de Jesús, que nos convida a alcanzar una vida en
plenitud de eternidad, la suya, junto al Padre:¡Que él esté ahora y siempre con
cada uno de ustedes!
Acto penitencial
Jesús dejó que Lázaro probara la muerte y la sepultura que vienen desde
que Adán y Eva le dieron las espaldas a su Creador y Padre. San Pablo nos
asegura que donde reinó el pecado sobreabundó la gracia de Dios. Confiados en
él, pidámosle perdón por los nuestros:
-
Sabemos que con Cristo todo lo bueno es posible, como asegura Pablo, pero a
veces hacemos la nuestra y nos soltamos de sus manos. Señor, ten piedad.
-
Sabemos también que Dios quiere para nosotros lo más grande: ser imagen y
semejanza de su Hijo, pero nosotros miramos para otro lado. Cristo, ten piedad.
-
Sabemos lo de la resurrección y creemos en la vida eterna, pero más de una vez
nos dejamos tentar y no seguimos su Palabra. Señor, ten piedad.
Dios
Todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos dé
la vida eterna. Amén.
Liturgia de la palabra
Primera lectura (Ez
37, 12-14): Por boca del profeta, Dios promete a su pueblo una vida nueva, que
alcanzará la plena realización cuando Cristo
sea elevado en cruz y atraiga a todos los pueblos a su alrededor.
Salmo (Sal
129, 1-5. 6c-8): Respondiendo al pasaje de Ezequiel, el Salmo expresa nuestra
confianza en Dios que jamás querría la muerte del pecador sino que se convierta
y viva para siempre. Digamos: En el Señor
se encuentra la misericordia.
Segunda lectura (Rom
8, 8-11): Pablo asegura a los primeros cristianos de Roma, venidos del paganismo
y aún con normales ignorancias y dudas, que Dios resucitará con Jesús a cuantos
vivan como él.
Evangelio
(Jn 11, 1-45): Jesús permitió que Lázaro pasara por la enfermedad, la
muerte y la sepultura. Cuatro días después, lo hace volver a casa, una segunda
oportunidad para una vida nueva.
Oración
de los fieles
San Pablo escribe a los cristianos de Colosas: si ustedes han resucitado
con Cristo, busquen las cosas del Cielo. Resucitar es un hecho comenzado en el
Bautismo, pero también es un proceso que requiere un progresivo y perseverante
esfuerzo hasta el final. Pidamos al Señor que la correntada en contra no nos
vuelva atrás.
Digamos: Señor de la vida, danos nueva vida.
Porque a veces estamos demasiado comprometidos en las cosas pasajeras de
este mundo, hasta prescindir de Dios. Oremos…
Porque sólo Dios basta, que nuestro testimonio convenza a otros a usar
de los bienes temporales sólo como peldaños para subir. Oremos…
Porque muchos carecen aún de lo más necesario, que en estos días nuestra
austeridad supla generosamente sus carencias. Oremos…
Para que quienes no creen en la vida eterna, al vernos tan ilusionados,
duden de sus criterios y se atrevan a creer. Oremos…
Por el eterno descanso de nuestros difuntos y para que ellos rueguen que
un día alabemos todos juntos a Dios eternamente. Oremos…
Oremos: Señor Jesús, tú nos prometes que si creemos en ti y te seguimos
fielmente, nos darás resurrección y vida eterna. Ayúdanos a vivir ilusionados
por cuanto nos espera de tu mano y en torno al Padre. Amén.
Presentación de las ofrendas
La
molienda de los granos de trigo y los racimos de uva convertidos en harina de
pan y mosto de vino son como una muerte. Ahora, al consagrarlos al Señor, él
los resucitará a una vida sacramental: los convertirá en su Cuerpo y Sangre, nuestro alimento
espiritual para una vida nueva. Junto al pan y el vino, renovemos nuestra firme
voluntad de morir a todo pecado para ser los hombres nuevos que el Señor llama.
Cantamos…
Comunión
El trigo y las uvas del ofertorio hechos pan y vino han resucitado en el
Sacramento del Cuerpo y la Sangre de Jesús para realimento de nuestro diario
vivir en Cristo: todo un misterio de amor divino, maravilloso, nacido a la luz
de la inteligencia y al calor del corazón de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo.
Acerquémonos pues a comulgar hambrientos y sedientos del Don de Dios y
decididos a vivir como quienes han pasado de la muerte a la vida, venciendo
soberbias y egoísmos de muerte, renaciendo al amor obediente a Dios y a la
reconciliación y caridad fraternas.
Cantamos…
Despedida y bendición final
La Misa del altar concluye y la del diario vivir continúa en el esfuerzo
perseverante de ser cada día más hombres y mujeres nuevos, a imagen y semejanza
de Jesús resucitado. Él promete que se enorgullecerá ante el Padre de quien dé
la cara por él y su Evangelio ante los hombres.
Que la bendición de Dios todopoderoso,
Padre, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre todos y permanezca para siempre.
Amén.
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