23 febrero 2014

Guión Litúrgico (2) VIII Domingo T.O. 2 de marzo

Domingo 8º durante el año

Introducción a la celebración

Hermanos y hermanas: somos una comunidad cristiana, Pueblo de Dios en torno a la mesa de sus Palabra y del Pan y el Vino que se han de convertir en el Cuerpo y en la Sangre de Jesús. Nos unimos a él en su entrega filial y obediente al Padre, conscientes también de que nos ha elegido y enviado a testimoniar su evangelio con obras y palabras. Hoy nos advertirá que lo primero para concretar es el reinado de Dios, su verdad y justicia, su amor y su paz.
Comencemos esta Misa cantando…

     
Saludo inicial


En el comienzo de esta misa, el Salmo 17 nos anima a confiar en el Señor, que nos ama sin medida, es siempre nuestro apoyo y nos salva de todo peligro. Que él esté ahora y siempre con cada uno de ustedes.

Acto penitencial

Por eso, pongamos nuestra conciencia ante Dios y reconozcamos nuestra pequeñez y pobreza pidiendo humildemente perdón por lo malo que hacemos y por lo bueno que dejamos de hacer.

– Tú conoces nuestros pensamientos y nuestras faltas de fe. Por las veces que te ignoramos y te olvidamos:
Señor, ten piedad.
– Tú conoces también nuestros sentimientos y sabes que muchas veces no te ponemos en el centro absoluto de nuestro amor:
Señor, ten piedad.
– Tú esperas una respuesta digna de ti. Por las muchas veces que nos quedamos en promesas que poco y nada cumplimos: 
Señor, ten piedad.


   
Liturgia de la palabra

  Primera lectura (Is 49, 14-15): Una mentalidad común intenta convencernos de que Dios castiga y nos muestra el látigo. Pero el Señor, por boca de Isaías, nos declara que su amor por cada uno de nosotros es más fuerte que la misma muerte.


   Salmo (Sal 61, 2-3. 6-9): Aunque una madre abandone a sus hijos, ¡yo jamás!, dice el Señor. Por eso que nuestra respuesta filial y confiada sea como dice el salmo: ¡Sólo en Dios descansa mi alma!






Segunda lectura (1Cor 4, 1-5): Por redimirnos de nuestras rebeldías, Jesús fue fiel y obediente al Padre hasta la cruz. Seamos fieles en la misión que él nos encomiende, ¡y él mismo será nuestro juez y nuestro premio!
  
   Evangelio (Mt 6, 24-34): Por labios del evangelista Mateo, Dios nos jura amor fiel y providente. Comparado con él, el amor de los padres y madres todo junto, es apenas una sombra.




Oración de los fieles


Hemos proclamado nuestra fe en Dios y en todo cuanto él nos enseña, pidámosle que nos ayude a vivir de fe y con todo amor, comprometidos en la construcción de un mundo mejor.


A cada intención pedimos: “Ayúdanos a confiar en ti constantemente”


ü Isaías asegura que tu amor no tiene igual, y Juan escribe que tú eres el amor en persona. Ayúdanos, Señor, a descubrir la inmensidad de tu amor para que respondamos con mayor fidelidad y compromiso. Oremos.
ü Pablo nos insiste en responder fielmente a la misión apostólica que nos encomiendas. Para que nuestra vida sea toda una acción evangelizadora, y así el mundo crea que tú, Jesús, eres el enviado del Padre. Oremos.
ü ¡Cuántos se desviven por poseer todo de todo, no importa si despojan a otros de lo necesario! Que mostremos tu amor con nuestras buenas obras, como antorcha luminosa entre tanta tiniebla de errores y maldades. Oremos.
ü Danos ánimo frente a la correntada en contra, sin jamás soltar los remos. Que viendo nuestro entusiasmo por el bien y la verdad, otros vengan a sumarse en la construcción del Reino de tu Padre, en el amor, la justicia y la paz. Oremos.
ü Oremos para que, comprometidos en nuestra misión evangelizadora, nos estimulemos unos a otros, conscientes de que, aportando nuestro esfuerzo, el Señor completará la obra que ha empezado en nosotros.
ü Oremos.




Oremos: Señor Jesús, garantía palpitante del amor providente del Padre, te pedimos que esta misa alimente los esfuerzos de la semana en la construcción del Reino de Dios, en la verdad y la justicia, el amor y la paz. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.

Presentación de las ofrendas


Presentamos ahora sobre el altar, el pan y el vino que se han de convertir en el Cuerpo y en la Sangre de Jesús. Junto a esos dones, nos presentamos también nosotros como ofrenda viva, entregando lo vivido durante los días pasados y lo bueno que nos proponemos concretar en la próxima semana. Lo hacemos cantando…


Padrenuestro

Felices de ser hijos de un Dios Papá, cuyo amor infinito se derrama abundante sobre cada uno, y renovando nuestro propósito de vivir como verdaderos hijos suyos, juntos como hermanos, nos animamos a decir: Padre nuestro...
   

Comunión


Jesús ha convertido el pan y el vino en el Sacramento de su Cuerpo y Sangre y nos los da como alimento de vida eterna. ¡Qué misterio y maravilla de amor que Dios inventa para permanecer caminando entre nosotros y contagiarnos su misma vida divina: nos hace sus miembros vivos, agentes suyos, instrumentos de su salvación en medio de nuestra sociedad!
Nos acercamos a comulgar cantando…


Despedida y bendición final


Dios nos ama tanto como nadie puede hacerlo ni tan siquiera imaginarlo. Que esta verdad nos llene el alma de felicidad y nos impulse a corresponder con toda la inteligencia y el afecto de nuestro corazón pero, sobre todo, con toda nuestra mejor buena voluntad, para alabanza y la gloria de Dios, y para bien de todos nuestros hermanos.
La Misa del altar concluye, la Misa de la vida diaria continúa, fortalecida ahora con esta eucaristía en el día en que hacemos presente, celebramos y actualizamos la vida nueva que Jesús nos obtuvo. ¡Que Dios nos acompañe en esta nueva semana, y que nosotros no nos soltemos de su mano!





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