Seguir a Jesús no es “una idea" sino un "continuo permanecer en casa", la Iglesia, donde Cristo siempre trae consigo a cualquiera, también a quien se ha alejado. Estas son las palabras del papa Francisco durante la homilía de la misa de este lunes en la capilla de la Casa Santa Marta.
Un niño convulsionando, que rueda por el suelo echando espuma, en medio de una multitud conmocionada e indefensa. Y su padre, que casi se aferra a Jesús, rogándole que libere a su hijo de la posesión diabólica. Es el drama que presenta el Evangelio de hoy, y que el Santo Padre considera punto por punto: el parloteo de los espectadores, que discuten sin sentido, Jesús que llega y se informa, "el ruido que disminuye", el angustiado padre que surge de la multitud y decide contra toda esperanza esperar en Jesús. Y Jesús, que movido por la fe cristalina del padre tiene compasión, expulsa al espíritu y luego se inclina con dulzura sobre el joven, que parece muerto, ayudándole a ponerse de pie:
"Todo ese desorden, esa discusión termina en un gesto: Jesús que se inclina, toma al niño. Estos gestos de Jesús nos hacen pensar. Jesús cuando cura, cuando va entre la gente y cura a una persona, nunca la deja sola. No es un mago, un brujo, un curandero que va y cura y sigue: a cada uno lo hace volver a su lugar, no lo deja en la calle. Y son gestos hermosísimos del Señor".
Aquí está la enseñanza, explica el Pontífice: "Jesús - dice - siempre nos hace volver a casa, nunca nos deja solos en el camino". El Evangelio, recuerda, está diseminado de estos gestos. La resurrección de Lázaro, la vida entregada a la hija de Jairo, y al niño de una madre viuda. Pero también la oveja perdida conducida al redil o la moneda perdida y encontrada por la mujer:
"Porque Jesús no ha venido del cielo solo, es Hijo de un pueblo. Jesús es la promesa hecha a un pueblo, y su identidad también es la pertenencia a ese pueblo, que desde Abraham camina hacia la promesa. Y estos gestos de Jesús nos enseñan que cada curación, que cada perdón siempre nos hacen volver a nuestro pueblo, que es la Iglesia".
Jesús perdona siempre y sus gestos - continúa el papa Francisco - también se convierten en "revolucionarios" o "inexplicables", cuando su perdón llega a aquellos que se han alejado "demasiado", como el publicano Mateo o su colega Zaqueo. Además, insiste el Santo Padre, Jesús siempre, "cuando perdona, hace regresar a casa. Y por eso no puede entender a Jesús" sin el pueblo de Dios. Es "absurdo amar a Cristo sin la Iglesia, escuchar a Cristo pero no a la Iglesia, seguir a Cristo al margen de la Iglesia”, reafirma el Pontífice citando y parafraseando una vez más a Pablo VI . "Cristo y la Iglesia están unidos", y "cada vez que Cristo llama a una persona, la lleva a la Iglesia". Para eso, añade, "es bueno" que un niño "vaya a bautizarse en la Iglesia", la "Iglesia madre":
"Y estos gestos de tanta ternura de Jesús nos hacen comprender lo siguiente: que nuestra doctrina, por así decirlo, o nuestro seguimiento a Cristo, no es una idea, es un continuo permanecer en casa. Y si cada uno de nosotros tiene la posibilidad y la realidad de abandonar el hogar por un pecado, un error - Dios lo sabe - la salvación es volver a casa con Jesús en la Iglesia . Son gestos de ternura . Uno por uno, el Señor nos llama así, a su pueblo, dentro de su familia, nuestra madre, la Santa Iglesia. Pensamos en estos gestos de Jesús".
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