Por medio de Juan Bautista, que nos anunció a Jesús como “el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo”, te presentamos, Padre, nuestras peticiones:
• Que la Iglesia sea testigo y profeta de esperanza, alegría y salvación para todos los que se encuentran sometidos al mal que anida en los corazones de los hombres y en las estructuras injustas de nuestra sociedad.
• Por medio de Juan Bautista Tú nos dijiste, Padre, que Jesús es quien va a arranca de nosotros, por el Espíritu, todo mal y opresión. Que eso llegue a ser una realidad en nuestra sociedad y en toda la humanidad para que desaparezca todo aquello que hace sufrir a los hombres y mujeres de nuestro tiempo.
• Junto a otros muchos, reconocemos en nosotros un deseo de plenitud de vida, pero no siempre tenemos claridad para buscar y hallar la fuente de esa plenitud. Muéstra- nosla, Señor. Encamínanos hacia ella y ayúdanos a descubrir que tú mismo eres esa fuente de vida.
• La valentía de Juan para denunciar la opresión que mata la vida es, para nosotros, un aliciente que nos compromete en nuestra sociedad. No permitas que miremos a otro lado, danos la fuerza de tu Espíritu para apoyar y alentar todo aquello que arroje luz sobre el pecado del mundo.
• Que, convertidos a ti, Padre, vivamos nuestro bautismo, no como un bautismo de agua sino como nueva vida que nace del Espíritu Santo y nos hace capaces de vivir al estilo de Jesús en la vida de cada día.
Escucha, Padre, nuestras oraciones para que se haga realidad en nosotros la vida de tu Espíritu que nos has regalado.
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