1.- JESÚS, LA LUZ QUE PONE CADA COSA EN SU SITIO
Por José María Maruri, SJ
1.- ¿Os imagináis lo que sería la primera noche de Adán? El Señor le ha presentado animales multicolores para que les ponga nombre, ha gozado de las flores y plantas plenas de colorido, de arroyos y ríos limpios y claros… y al atardecer empieza a faltarle la luz de los ojos y todo aquel mundo de maravilla se difumina y apaga en la oscuridad… ¿Sería todo un sueño?
Y tras unas horas de desconcierto y desesperanza las cosas empiezan a salir de nuevo de la tiniebla, empiezan a existir una vez más y Adán daría gracias al Sol que le devolvía su maravilloso Paraíso. Allí aprendió el hombre el contraste de la luz y las tinieblas
2.- Hoy es la fiesta de la Candelaria, la fiesta de la luz, de la Virgen que trae en sus brazos el Sol del mundo. El Señor que es luz para todo hombre que viene a este mundo, luz por la que fueron hechas todas las cosas y sin ella nada existe de lo que ha sido creado
Hoy llega al templo en brazos de María. No como Malaquías había profetizado con gloria y majestad, aterrorizando a los hombres, limpiando a los hombres, limpiando el mundo con fuego y lejía de batanero. Llega en la humildad del hijo de unos aldeanos, porque no viene como Rey de los Ejércitos, sino como uno de nosotros, hueso de nuestros huesos y carne de nuestra carne.
Él era la luz que pone cada cosa en su sitio, en su verdadera realidad y por eso las tinieblas no la recibieron. Muy al contrario, en su rechazo de la luz de la tiniebla se hace más negra y tenebrosa y en ese contraste la luz se ve cada más luz y la tiniebla cada vez más tiniebla. Por eso nos dice el anciano Simeón que ante esa luz nadie puede quedar indiferente. Será bandera discutida: o con la luz o contra la luz. Los corazones de todos los hombres y de todas las mujeres tienen que definirse ante Él: no hay lugar para los pasotas… el pasota ya está en contra.
3.- En este evangelio aparecen dos personajes entrañables: el viejo Simeón y la anciana Ana. Y nos hacen pensar en la larga sucesión de antepasados nuestros a través a través de los que la luz de Dios ha llegado hasta nosotros. Nuestros padres, los abuelos, los padres de los abuelos. O, tal vez, no por línea directa, sino por otras ramas de la familia por donde ha pasado la luz a nuestras manos la antorcha de la fe. La misma luz que la Virgen llevó a sus brazos al templo.
Esas personas que con el paso del tiempo quedar marginadas en la familia y la sociedad: ancianos como Simeón, ancianas como Ana, sin peso en la vida, llenos de achaques, tantas veces santurrones o beatos, pero que han sabido ver la luz de Dios en brazos de María. Sin ellos jamás seríamos nosotros cristianos. Con toda la paciencia que sus achaques y manías exijan de nosotros, jamás les pagaremos nuestra deuda con ellos, de ser luz, de no ser tinieblas.
4.- En este continuado contraste entre luz y tinieblas ese mismo Jesús que se presenta hoy como luz de las gentes, dirá después , en su vida pública, una enigmática frase: “Mientras estoy en el mundo Yo soy la luz del mundo”. ¿Entonces, cuando Él nos falte caerá todo en aquella tiniebla de la primer anoche de Adán?
Él dejará de ser la luz visible del mundo porque nos dejará a nosotros. “Vosotros sois la luz del mundo”. Si todo el mundo cae en poder de las tinieblas, la responsabilidad será toda de nuestra…que debíamos lucir en la tiniebla y no lo hicimos.
Nosotros debemos de ser los ojos de Jesús que sonríen a los niños, muestran amor al joven, perdonan a la adultera, lloran con Marta y María, allí en Betania… Nosotros tenemos que pasar la antorcha de la Fe de mano, de generación en generación, nosotros tenemos que ser la luz del hogar que se pone en lo alto y no debajo del celemín.
La Virgen Santísima nos alcance la gracia de saber ser luz del mundo aun en la seguridad de que la tiniebla que se endureció contra Jesús se revolverá con fiereza contra nosotros. Seremos bandera discutida.
2.- EN EL CANDELERO
Por Pedro Juan Díaz
1.- Coinciden en este domingo dos celebraciones: la propia del domingo y la de la Presentación del Señor, que es la que celebramos, por ser fiesta del Señor. En esta fiesta, tradicionalmente conocida como “la candelaria”, vemos en el evangelio como los padres de Jesús van a presentarle a Dios en el Templo de Jerusalén, tal y como marcaba la ley, 40 días después de su nacimiento (si hacéis cuentas desde el 25 de diciembre, se cumplen hoy). Jesús es el primogénito y es consagrado al Señor. Lo mejor de cada casa, de cada cosecha, de cada animal es dado al Señor en acción de gracias. Siempre lo mejor, no lo que sobra. Y para “rescatarlo”, ofrecen lo que prescribía la Ley del Señor: “un par de tórtolas o dos pichones”. Es la ofrenda de los pobres, que José y María hacen por su Hijo.
2.- En el Templo, se encuentran con dos personas llenas de Dios. Simeón era un hombre justo y piadoso y “el Espíritu Santo estaba con él”. Ese Espíritu le hizo reconocer, en aquel Niño, al Mesías. Lo cogió en brazos y bendijo a Dios: “mis ojos han visto a tu Salvador”. Y dice de ese Niño que va a ser una gran luz para todas las naciones, para creyentes y no creyentes. Pero también que será un “signo de contradicción”, y eso provocará dolor, en primer lugar, para su madre, que escucha atenta sus palabras. La otra persona es Ana, una profetisa, que se dedicaba a hablar de Dios y a darle culto. Era viuda muchos años y había consagrado su vida a Dios, con sus ayunos y oraciones. Aquella profetisa, al ver al Niño, “se puso a dar gloria a Dios y a hablar del Niño a todos los que esperaban la liberación de Jerusalén”.
3.- Dios hizo un gran regalo a aquellas personas: descubrirle a Él mismo en aquel Niño, y llenar de esperanza y alegría sus vidas para siempre. Nosotros podemos también descubrir un regalo de Dios en los niños que nace. Son suyos, son un regalo, son una gracia y, al mismo tiempo, una responsabilidad. Por eso (hoy) se los presentamos, se los “devolvemos”, los ponemos en sus manos de Padre para que crezcan y sean fuertes y estén llenos de sabiduría y gocen del favor de Dios, como aquel Niño Jesús, acompañados de sus padres y de sus padrinos. Han recibido el Bautismo, todos lo hemos recibido, y con él, el Espíritu Santo, la fuerza de Dios para vivir como hijos suyos.
4.- Jesús nos invita a estar “en el candelero” de la vida, dando luz. Así somos los cristianos, como la luz, no para escondernos, sino para iluminar. Para eso recibimos el Bautismo y los demás sacramentos. Y la luz se pone “en el candelero”, en los lugares donde hace falta iluminar. Ahí estamos llamados a estar los cristianos, no recogidos en las sacristías, sino alumbrando el mundo, que necesita de nuestra luz. “En los candeleros” de la vida seremos la luz de Jesús para todos.
5.- Damos gracias a Dios por todo ello en esta celebración, especialmente por todos los niños y niñas que han recibido el Bautismo en esta comunidad parroquial durante el pasado año 2013, y pedimos que nos haga a todos nosotros más conscientes de nuestra responsabilidad de bautizados, llamados a ser luz para todas las personas, especialmente para los más pequeños. Por eso, ahora, renovaremos la fe de nuestro bautismo con las velas encendidas.
3.- EL ANCIANO SIMEÓN Y EL SENTIDO DE LA VIDA
Por Gabriel González del Estal
1.- “Ahora, Señor, según tu promesa puedes dejar a tu siervo irse en paz. Porque mis ojos han visto a tu Salvador”. Cuando el anciano Simeón tomó al niño en sus brazos, sintió profundamente en su alma que en ese momento se estaba cumpliendo la promesa hecha por Dios al pueblo de Israel: aquel niño era el Mesías, el Salvador que alumbraría el camino de todos los pueblos para llegar a Dios. El anciano Simeón era un hombre “justo y piadoso”, que se había pasado la vida aguardando ese momento: “ver al Mesías del Señor, al consuelo de Israel; y el Espíritu Santo moraba en él”. En el mismo momento en el que el anciano Simeón vio cumplida la promesa del Señor, entonó el nunc dimittis: “ahora, Señor, puedes dejar a tu siervo irse en paz”. Muchos de nosotros hemos conocido a algunas personas mayores, abuelos, padres, hermanos, que, en los momentos últimos de su vida, se han sentido profundamente agradecidos a Dios y en paz consigo mismo, porque sentían que ya habían cumplido la misión para la que el Señor les había enviado a este mundo. Sí, habían cumplido su misión, la vida había tenido sentido para ellos, no habían vivido en balde y estérilmente. Esto es algo a lo que debemos aspirar todos: a cumplir la misión que Dios nos ha encomendado en esta vida, sea la misión que sea. Que nuestra vida tenga y haya tenido un sentido, tratando de ser siempre fieles al sentido, a la vocación, que el Señor nos ha dado. Todos hemos nacido con una vocación determinada por Dios; seamos fieles a nuestra vocación, cumplamos el sentido de nuestra vida, y, al final, podremos entonar en paz y agradecidos, como el anciano Simeón, el nunc dimittis. Para conseguir esto, pidamos al Señor que el Espíritu Santo more siempre en nosotros.
2.- “De pronto entrará en el santuario el Señor a quien vosotros buscáis”. El profeta Malaquías es el último de los profetas menores, que escribe unos 500 años antes de Cristo. Se acababa de reconstruir el segundo templo, una construcción sencilla porque el pueblo era muy pobre, pero que estaba llamado a ser el centro de un culto religioso renovado, a través del cual entraría en el santuario el Señor a quien el pueblo buscaba; en este templo Yahvé se manifestaría a su pueblo. Para nosotros, los cristianos, fue Jesús de Nazaret la persona en la que se cumplió plenamente esta profecía de Malaquías: Cristo no sólo entró en el santuario, sino que él mismo fue el auténtico santuario donde se manifestó el Padre. Nosotros vemos a la persona de Jesús como al único templo desde el que se manifiesta en toda su pureza la voz y la grandeza de Dios; por eso, uniendo las profecías de Malaquías y la del anciano Simeón, para nosotros Jesús es el auténtico Salvador, el Salvador de todos los pueblos.
3.- “Por eso tenía que parecerse en todo a sus hermanos, para ser sumo sacerdote compasivo y fiel en lo que a Dios se refiere, y expiar así los pecados del pueblo”. El autor de esta larga carta a los Hebreos proclama claramente a Jesús como sumo sacerdote, aunque Jesús no fuera de la estirpe de Leví, ni actuara nunca como sacerdote, mientras vivió en este mundo. Y es que el autor de este escrito vio con claridad que el Padre constituyó a su Hijo como sumo sacerdote, después de su muerte en cruz, al aceptar el sacrificio de su propio Hijo, como un sacrificio de expiación y redención de nuestros pecados. Así Cristo fue constituido como único sacerdote eterno, de cuyo sacerdocio participamos todos los cristianos desde el momento mismo de nuestro bautismo. Cristo es así un sacerdote que comprende nuestros dolores y se compadece de nosotros, porque él mismo pasó por la prueba del dolor. También nosotros, como participantes del sacerdocio de Cristo, debemos aceptar nuestros propios dolores como sacrificio de expiación por nuestros pecados y por los pecados del mundo, auxiliando, además, a todas aquellas personas que pasan también por la prueba del dolor.
4.- LA OFRENDA DE JESÚS POR NOSOTROS
Por José María Martín OSA
1.- Ofrenda y obediencia de Jesús. La fiesta de la Presentación del Señor en el Templo, cuarenta días después de su nacimiento, pone ante nuestros ojos un momento particular de la vida de Jesús, con un gran significado teológico. En la primera lectura, la liturgia habla del oráculo del profeta Malaquías: "De pronto entrará en el santuario el Señor". Estas palabras comunican toda la intensidad del deseo que animó la espera del pueblo judío a lo largo de los siglos. Por fin entra en su casa "El Mensajero de la Alianza" y se somete a la Ley: va a Jerusalén para entrar, en actitud de obediencia, en la Casa de Dios. Malaquías anuncia vigorosamente el "Día de Yahvé", cuando Dios destruirá el mal para siempre y asegurará a los fieles una vida saludable. Este anuncio lo realiza vinculándolo muy especialmente al Templo de Jerusalén, y ve el cumplimiento de sus esperanzas cuando Yahvé estará gloriosamente presente en el Templo, y todos los hombres subirán a ofrecer en él un sacrificio aceptable. El significado de este gesto adquiere una perspectiva más amplia en el pasaje de la carta a los Hebreos, proclamado hoy como segunda lectura. Aquí se nos presenta a Cristo, el Mediador que une a Dios y al hombre, superando las distancias, eliminando toda división y derribando todo muro de separación. Cristo viene como nuevo "Sumo Sacerdote compasivo y fiel en lo que a Dios se refiere, y a expiar así los pecados del pueblo". Siendo todavía niño, comienza a avanzar por el camino de la obediencia, que recorrerá hasta las últimas consecuencias.
2.- “Luz para alumbrar a las naciones”. Según la ley mosaica, María y José llevan al Niño Jesús al Templo de Jerusalén para ofrecerlo al Señor. Sus padres cumplen lo que prescribía la Ley: la purificación de la madre, la ofrenda del primogénito a Dios y su rescate mediante un sacrificio. Lucas hace verdadero hincapié en la circuncisión e imposición del nombre. Nos encontramos en este relato con la figura de un niño indefenso e inconsciente, abandonado en manos de sus padres, que lo traen y lo llevan presentándolo a Dios y sometiéndolo al cumplimiento de la ley. Este Jesús que tan pronto ha comenzado a aceptar las instituciones familiares y sociales, será el mismo que relativizará la familia y la sociedad en función del reino. Simeón da al niño una caracterización basándose en títulos de Isaías: "salvación de Dios”, "luz para alumbrar a las naciones”, "gloria de Israel". Tenemos aquí el primer anuncio del universalismo de la misión de Jesús. A ese ancho marco que es el mundo y la vida toda supeditará Jesús toda institución, aun la más querida: la familia. Sin embargo, es en ella donde él fue encontrando el camino de su encarnación concreta.
3.- Jesús será un signo de contradicción. Jesús es un salvador para todos. Pero por el duro corazón del hombre lo que estaba destinado a la salvación se ha convertido para algunos en mensaje de muerte. Este será el trasfondo de toda la tragedia de Jesús. Cuando el creyente vive su mensaje en una intensidad fuerte, puede hacer surgir la contradicción hasta en el seno de su propia familia. En esos momentos de incertidumbre es donde se calibra y mide la actitud que uno tiene ante el reino. Es preciso optar con decisión. El interés de Lucas al relatar la presentación de Jesús en el Templo es expresar la novedad de Dios; es manifestar el profundo significado de la vida y misión de ese pequeño niño. Tal novedad lleva a plenitud las esperanzas mesiánicas de la tradición judía plasmadas en el Antiguo Testamento; por ello Simeón y Ana bendicen y agradecen a Dios, pues han sido testigos de la salvación de Dios a través de la presencia de Jesús; sin embargo, la plenitud de la salvación está mediada por un camino de entrega y sufrimiento, de cruz y de muerte: el camino de la vida de Jesús.
4.- “La alegría del Evangelio en la vida consagrada”. En esta fiesta de la Presentación del Señor la Iglesia celebra la Jornada de la Vida Consagrada, con este lema: “La alegría del Evangelio en la vida consagrada”. Se trata de una ocasión oportuna para alabar al Señor y darle gracias por el don inestimable que constituye la vida consagrada en sus diferentes formas; al mismo tiempo, es un estímulo a promover en todo el pueblo de Dios el conocimiento y la estima por quienes están totalmente consagrados a Dios y viven la “frescura del Evangelio”, de la que nos habla el Papa Francisco.
5.- SANTA MARÍA, VIRGEN DE LA CANDELARIA
Por Antonio García-Moreno
1.- LAS CANDELAS. La fiesta de hoy se llama en muchos lugares la fiesta de la Candelaria, o el día de las candelas. En el evangelio del día Simeón da gracias a Dios porque sus ojos han visto al Salvador que es “presentado a todos los pueblos, luz para alumbrar a las naciones”. En la celebración litúrgica se enciende un cirio. A nivel popular se hacen las candelas, que se presentan como una explosión de llamas, una acumulación de luces encendidas en el nombre de Cristo, Luz de luz, Luz verdadera que ilumina a todo hombre que viene a este mundo...
Quizás sea la luz el elemento físico que más nos ayuda a comprender a Dios. De hecho lo primero que sale de sus manos en el primer día de la Creación es la luz: "Y dijo Dios haya luz y hubo luz: Y hubo tarde y hubo mañana en el día primero"... Para introducir la presencia de Cristo Niño fue una estrella luminosa la que guio a los Magos hasta la cuna del Hijo de Dios y de Santa María. También cuando empieza la vida pública de Jesús en Galilea se dice que el pueblo sumido en tinieblas vio una gran luz. Como el evangelio de San Mateo, también el de San Juan narra una de los más claras manifestaciones en la fiesta de los Tabernáculos y de la Dedicación del Templo, cuando la luz ocupaba un espacio singular.
Dirá entonces Jesús: Yo soy la luz del mundo y el que me sigue no andará a oscuras... Vosotros sois la luz del mundo, dijo el Señor en la Montaña. Que vuestra luz luzca ante los hombres, para que viendo vuestras buenas obras glorifiquen a vuestro Padre. Por su parte San Pablo dice que somos luminarias en medio de la oscuridad del mundo...
Impulsado por el Espíritu Santo, el anciano Simeón salió al encuentro del Niño Jesús que, en brazos de su madre, entró en el Templo para ser presentado según indicaba la Ley... En el oficio de lectura nos dice hoy S. Sofroni: "Salgamos todos al encuentro de Cristo". La realidad del encuentro con Jesús lo recordaba el Papa Benedicto XVI con cierta frecuencia, para que comprendamos la importancia de encontrarse con el Señor y estar a su lado, escuchando sus palabras y hablarle con sencillez y confianza de nuestra vida, de cuanto nos ocupa y nos preocupa...
2.- VIRGEN DE LA CANDELARIA. En el Evangelio de hoy, San Lucas refiere que la Virgen lleva al Niño en sus brazos y lo entrega, para que sea luz de los que están en tinieblas y en sombras de muerte. Es un buen día para que nosotros, iluminados con su luz y sosteniendo en nuestras manos la luz que alumbra a todos, nos apresuramos a salir al encuentro de aquel que es la luz verdadera....
Santa María, Virgen de la Candelaria, Esposa del Espíritu Santo, enciende con el fuego de Dios nuestros corazones. Haz que nuestra luz no deslumbre sino que ilumine, para que cuantos se crucen en nuestro camino, perciban la luz del cirio que nos entregaron en el Bautismo, y así puedan conocer y amar a Dios. Y que. Aunque seamos portadores de la luz, no busquemos nuestro lucimiento, sino solo que Jesús se luzca.
6.- HOY… LA PRESENTACIÓN DEL SEÑOR
Por Javier Leoz
Distanciados 40 días, desde el Nacimiento de Cristo, la fiesta de la Presentación del Señor vuelve a colocar en el centro de nuestras miradas a la Sagrada Familia: José, María y el Niño. ¿Para qué y por qué?
Guiados por la tradición llevan al Niño Jesús al templo de Jerusalén para ofrecerlo al Señor. Ojala que, como Ana y Simeón, también nosotros seamos capaces de reconocer, hoy y ahora, que el Señor es el Mesías, el esperado. Hagamos, de nuevo, profesión solemne y sencilla a la vez: Jesús es el Señor.
1.- Hoy se abren las puertas de nuestro templo, como se abrirán de nuevo en la noche más grande la Pascua, para que entre el Rey de la Gloria.
--Hoy, en gestos y hasta en efectos visuales, esto es un anticipo de esa Pascua.
--Hoy, con cuarenta días, recibimos a un bebé de padres pobres nacido a la sombra de un mísero portal. En sábado santo, en vigilia festiva, pasaremos de la oscuridad a la luz con el Hombre Resucitado que, a los 33 años, posibilita que la humanidad entera se mude de la tiniebla a la salvación.
--Hoy, cuando los pastores han regresado a sus rebaños, dejan el lugar vacío para que –seamos nosotros- los que reconozcamos al Rey de Reyes, para que ofrezcamos y seamos capaces de intuir que, debajo de un pañal, se encuentra el Misterio, el Dios hecho Hombre. ¿Seremos capaces?
--Hoy, cuando los Magos están ya hablando en sus reinos de lo acontecido en Belén, dejan la huella de sus rodillas en la tierra para que, sean las nuestras, las que adoren a la realeza que es humana, al Dios que se entrega y se ofrece en las manos de María al igual que lo ofreció en la Noche Santa de la Navidad.
-Hoy, las manos de María, presentan gozosas a un Jesús infante. Mañana, en Viernes Santo, esas mismas manos se volverán hacia el pecho de esa Virgen envuelta en amargura.
-Hoy, las manos de María, ofrecen a Cristo y mañana, esas mismas manos de Madre, recibirán a Cristo a la sombra de la cruz.
2.- En este día de la Presentación, este templo en el que hemos sido todos convocados, se convierte en el escenario de la presentación del Mesías. Todo lo anunciado desde tiempos antiguos es intuido por aquellos que vivieron este evento mesiánico y por nosotros, que siglos después, seguimos amando, creyendo y esperando la vuelta definitiva de Cristo. ¿Lo esperamos? ¿Reconocemos en Él el futuro eterno de nuestras vidas? ¿Es para nosotros el Hijo de Dios o, tal vez, una imagen débil e infantil que quedó como puro sentimiento?
3.- Hoy, con María y José, también hemos acompañado a Jesús hasta este lugar sagrado. Ojala que, al igual que Jesús, también esta fiesta de su Presentación sirva para sacarnos del anonimato cristiano. A ser más comprometidos con la causa de Jesús. A no dejar que, las circunstancias que nos rodean, confundan la luz con la oscuridad, el pecado con la gracia, la vida con la muerte, el todo vale con unos mínimos de planteamiento ético y moral. Jesús, José y María fueron confundidos entra la multitud pero, entre esa muchedumbre, Jesús fue señalado como el que venía con nuevos aires, con bríos de salvación y para curar heridas. ¿Somos sal o insipidez? ¿Somos luz o catolicismo menguante? ¿Somos estrella de la fe o lámparas de mil horas y de mucho consumo?
La fe, como en la de María, también nos descubrirá momentos de incertidumbre. Horas e instantes en las que, el sufrimiento y la prueba, cribarán la verdad o la falsedad, la fortaleza o la debilidad del tronco de nuestras creencias.
Que el Señor, hoy presentado en el templo, nos ayude a ser luz ante el mundo pero sin olvidar que, esa luz, es Cristo. En Él, con Él y para Él también nosotros fuimos un día presentados en el templo de brazos de nuestros padres.
4.- QUE NO ME CANSE, SEÑOR, DE ESPERAR
Tu llegada y, con mi esperanza renovada,
sepa aguardar e intuir tu presencia salvadora.
Que nada ni nadie, Señor,
apaguen la lucidez de mi pensamiento para Ti.
Que nada ni nadie, Señor,
adormezcan mis ilusiones por descubrirte
mis sueños de permanecer junto a Ti
mis ideales de vivir contigo y en Tí.
Que no me queme, Señor,
por el fuego de la desesperanza
por aquello que apaga el fuego de mi amor
por aquello que me impide presentarme
como Tú lo hiciste en el templo:
tocado con la Gracia y el dedo del Padre.
¡Nada, Señor, me lo impida!
Y, porque soy más pobre de lo que aparento,
te ofrezco dos tórtolas de mi pobreza
Porque, aun siendo rico como a veces quisiera,
la vida me enseña que ante Ti
la penuria es puerta grande para conocerte.
Que no piense tanto, oh Señor,
en cambiar el mundo cuanto en que Tú
me cambies a mí, primero, por fuera y por dentro
Que no crea, oh Señor,
que la luz divina la necesita el mundo
y sí, antes que después, mi corazón incierto y roto.
QUE NO ME CANSE, SEÑOR, DE ESPERAR
Tu llegada y tu luz, tu mensaje y tu poder
tu presencia y tu salvación
hasta aquel día en el que cerrando los ojos
pueda proclamar a los cuatro vientos:
¡SIEMPRE HAS SIDO MI LUZ, SEÑOR!
7.- ENCUENTRO Y PRESENTACIÓN
Por Ángel Gómez Escorial
1.- Hay una forma de ver la presentación del Señor admirando la humildad de Dios, del Señor. Y se dice que Aquel que creo el mundo y luego dio a Moisés las Tablas de la Ley, se abaja en forma de niño para ser presentado por una familia pobre en el Templo de Jerusalén como primogénito consagrado. La Ley marcaba que todos los primogénitos pertenecían al Señor y que era necesario liberarlos mediante el tributo. Pero, realmente, lo que se hacía una fórmula real y consciente de consagración a Dios. Comenzaban a formar parte, más que otros, de la raza sacerdotal. Es verdad, no obstante, que el sacerdocio levítico se convirtió en una especie de aristocracia que no permitía –y hasta evitaba con alguna beligerancia—la entrada de los no seleccionados, ya en tiempos de Jesús, por la casta sacerdotal. Y otro par de datos para analizar convenientemente –el mismo misal nos lo explica—esta presencia de Niño Dios en el Templo son los nombres asumidos por la liturgia oriental para dicha fiesta: habla de “encuentro”. Y la nuestra de “presentación”. Son parecidas, pero, desde luego, es una presencia primera. Se trata de un encuentro del pueblo con Dios y por supuesto de una presentación ante el Creador…
2.- Pero para mi gusto lo más hermoso es el hecho de que una familia joven (porque nadie ha escrito en el Evangelio que José de Nazaret fuera viejo) acude al Templo de Jerusalén a cumplir con la Ley. El texto del capítulo 2 de San Lucas es muy hermoso, sin duda uno de los más bellos del evangelio. Algún tratadista –y, entre ellos, José Luis Martín Descalzo—ha apuntado la emoción y el nerviosismo de esa joven pareja que llega a la gran ciudad y al culmen de esa enorme población: el Templo de Salomón. Pero todo está preparado para la ceremonia porque el culto de este Templo funcionaba muy bien. Ya se sabe la importancia que tenía la forma entre, por ejemplo, fariseos o saduceos. Pero el pueblo llano si iba al fondo del rito, porque había sido educado en la veneración del Templo, de sus celebraciones, de sus ritos.
3.- Y esta, asimismo, la sorprendente aparición de Simeón… Sin duda, era –a pesar de su modestia y santidad—una persona conocida en el Templo y en sus aledaños. La “selección” hecha por el anciano debió de sorprender al habitual y numeroso conjunto de fieles que llenaban esos aledaños. Y es obvio que Simeón hizo su discurso para que se enteraran María y José, pero también el resto del pueblo. Y ya da el primer mensaje contradictorio sobre la futura vida de Jesús, pero que, desde luego, a sus padres tuvo que darles claves de lo que iba a ese niño. Es, en el fondo, otro mensaje del Cielo, con la misma naturaleza que el “discurso de ángeles” que los pastores llevaron a Belén. En fin, Ana, mujer muy vieja, para la realidad sociológica y demográfica de esos tiempos, también sería muy conocida. Y, por tanto, ese encuentro, esa presentación del Niño Jesús sería uno de los aconteceres importantes de esa jornada en la vida activa de Jerusalén y de su Templo. Aquello no fue –seguro—un acontecimiento que pasara sin ser visto. Bien al contrario… Jesús volvería doce años al Templo y ahí ratificó la importancia de aquella visita. Una posibilidad es que algunos de los interlocutores del Jesús ya casi adolescente recordara lo suscitado por Ana y Simeón en aquellas horas de la Presentación, y de ahí el interés por escuchar a Jesús, aunque fuera un solo un niño.
4.- Y examinando el resto de las lecturas pues nos acercan a los objetivos primordiales de esta fiesta. El salmo 23 se utilizaba en aquellas liturgias del Templo es que los fieles se disponían a recibir a Dios, como soberano y Rey de la Gloria. Fue --históricamente y como hemos glosado en la monición sobre las lecturas-- acompañamiento de la ceremonia del viaje y entrada del Arca de la Alianza desde Silo hasta el templo de Salomón recién construido y consagrado. El profeta Malaquías habla, asimismo, de la consumación mesiánica muchos años antes del nacimiento de Jesús. Profetiza sobre la llegada de un mensajero que preparará la llegada del Mesías. Para los judíos era el arrebatado a los cielos Elías. Y ya Jesús dijo que Juan el Bautista era el Elías que esperaba el pueblo de Dios. En la Carta a los Hebreos se habla de Jesús como Dios, pero un Dios abajado, totalmente parecido a sus hermanos de la Tierra, para que la Redención fuese posible… En fin todos confirman esa irrupción de Dios en el mundo que celebramos en la fiesta de hoy.
Como decíamos al principio en la Presentación, fiesta del Señor, que por derecho propio sustituye al formulario del Cuarto Domingo del Tiempo Ordinario. Y comentar que es una de las celebraciones litúrgicas más antiguas en la historia de la Iglesia. Nada menos que del siglo IV y celebrada por la Iglesia de Jerusalén. Ya se celebraba con la bendición de los cirios, sin duda con claras influencias de la religiosidad del Templo de Salomón. Y otro ejemplo curioso. Para los polacos esta fiesta constituye el final de la Navidad y dentro de la bendición de los cirios tienen especial protagonismo las mujeres, tal vez porque también se recuerda la purificación de María, tras el parto, y de acuerdo con la ley mosaica.
LA HOMILIA MÁS JOVEN
LA PRESENTACIÓN DEL SEÑOR EN EL TEMPLO (vulgarmente Candelaria)
Por Pedrojosé Ynaraja
1.- El episodio que celebramos hoy es uno los que me resultan más simpáticos de entre los relatos evangélicos. Había nacido el Niño, había el matrimonio recibido la felicitación simpática de los pastores, cosa inaudita, pues, esta gente vivía alejada y marginada. Ellos compartieron su gozo, al encontrarse al que se les había anunciado y propagaron la noticia. Fueron los primeros apóstoles, no de un Cristo Salvador, pero sí de un Niño prodigioso y prometedor. Catequistas anónimos que el texto revelado no ha querido ignorar.
2.- Se supone que encontró la familia en Belén un cierto acomodo y algún “modus vivendi”. En la intimidad familiar, o tal vez en un círculo restringido y en la sinagoga, habían circuncidado al Niño, esto fue al cabo de ocho días de haber nacido. Habían pasado deprisa los cuarenta de rigor. Tocaba acudir al Templo a ofrecer al primogénito de María a Dios-Padre y, de inmediato, rescatarlo con una ofrenda simbólica. Como eran pobres, les correspondía hacerlo con un par de pichones o dos tórtolas.
3.- Hace muchos años que no veo nidos de paloma, por tanto he de suponer que sus crías serán como las que conocí en mi niñez. Tórtolas sí, hoy mismo, hace muy pocas horas, he visto una pareja. Me ha sorprendido y me he sentido agraciado, iba a referirme a estos animalitos y hoy 25 de enero, no tocaba que permaneciesen por estas tierras. Se trata de unas aves que emigran a lugares menos fríos, pero observo últimamente que no siempre es así. He mirado detenidamente, sin duda lo eran: he dado gracias a Dios. Os escribo ahora, pues, mis queridos jóvenes lectores, con mayor entusiasmo por esta delicadeza de Dios por mí.
4.- La jovencita María, satisfecha de su maternidad, acompañada de su esposo sorprendido del nacimiento que, no por esperado, deja de ser siempre para el varón un sobresalto, caminaban hacia Jerusalén. (Este trayecto yo también lo he hecho a pie, la distancia que separa uno y otro lugar, no es superior a los 11 km). Irían ellos dos impacientes. Llegando de Belén a la Ciudad Santa, el Templo toca al otro extremo. Los 1200 metros a recorrer por dentro de la urbe, les parecerían eternos. Entrarían por fin por cualquiera de las puertas que circundaban la gran explanada. Avanzarían por entre las gentes que, por negocio, en busca de un maestro que enseñase, o queriendo orar, se adentraban aproximándose a la balaustrada que delimitaba la frontera entre lo profano y el santuario. Franquearla les emocionaría a ambos. El latir del corazón de la Madre, alertaría al Hijo que iba en brazos y su rostro estaba pegado al corazón que desde el inicio de su concepción había escuchado. Por fin llegaron y entraron. Serían atendidos por el levita de turno y cumplieron sin dificultad el rito.
5.- Pero, antes de lo preceptuado, sorprendió al matrimonio el ver que un anciano se acercaba. Cumplía una función de antiguo esperada por él. Según se cuenta, no era un abuelo solitario, que buscase entretener su vejez, como tantos hoy en día observamos ocupan sus días en ello. Esperaba. Vivía esperanzado desde hacía años, actitud esta sublime, pese a que no esté tarifada y pocos aprecien. El buen vejete tomó al Niño en sus brazos, su madre temería que se le escurriera de las manos y cayera al suelo, pero confió. Baruj ata Adonai, exclamaría contento, para continuar dando gracias a Dios porque había llegado el momento soñado. Veía y tenía al Mesías con él, ya podía morir tranquilo. Sus palabras, recogidas por Lucas, nos las confía la Iglesia para que antes de ir a descansar se las digamos nosotros, cada día, también al Señor. Es un canto de alabanza y para nosotros un motivo de examen personal. Al acabar la jornada ¿agradecemos lo que Dios nos ha deparado? El anciano no acabó con la sublime reflexión. Se atrevió a profetizar a la misma Madre de Dios ¡qué atrevimiento! Le advirtió que su Hijo no sería un cualquiera, ni un hijo fácil. Para la sociedad sería un hombre controvertido, para ella causa de desgarrador sufrimiento. Al oírle esto, sin duda, a María le daría un vuelco el corazón. Nada así esperaba en aquel momento.
6.- El Señor lo tenía todo previsto. Alguien me dijo un día a mí, os lo escribo a vosotros, mis queridos jóvenes lectores, que los hombres somos cerebros con patas. Y con frecuencia acierta la estrambótica definición. A la advertencia varonil, siguió una consoladora intervención femenina. Fue tan importante su función, que el texto la identifica con nombre y apellidos: se trata de Ana, hija de Fanuel, aserita, para más señas. De 84 años de vida, piadosa mujer, de asiduas plegarias y ayunos. La intuición femenina y la imaginación de Dios, la había conducido hasta este lugar y en este momento. Alegró a la Virgen y proclamó a los demás que aquel Niñito era el Esperado. Su gloria, su autoestima personal, se diría hoy, no se la proporcionó ni un oficio, ni el matrimonio. Ella en su ancianidad, fue la escogida para que, en el lugar que entonces era el más sagrado, ejerciera de apóstol de los de su entorno. Dio gracias por su suerte. Desapareció del Templo, no de la memoria de la comunidad jerosolimitana, que se lo relató a Lucas y él nos lo trasmitió.
7.- Me temo que se equivocan quienes tanto reclaman el presbiterado femenino, olvidando el papel profético que desde el Antiguo Testamento puede desempeñar la mujer y que tanta necesidad tenemos de ellas. Recuerdo a María, hermana de Moisés y a Hula. Me gustaría que vosotras, queridas jóvenes lectoras de estos mensajes-homilía, os preguntaseis si Dios os ha llamado a esta misión. Ya lo veis, Ana a sus 84 años desempeñó esta excelsa vocación y nosotros todavía apreciamos su fidelidad.
Y a todos, que no confiéis o desconfiéis usando solo el criterio de la edad que una persona pueda tener. En el relato de hoy, podréis ver que los dos viejos son los que se atreven a hablar de futuro y lo aciertan ¡cuántos jóvenes de hoy presumen de modernos y se lo cargan todo, para con facilidad desertar poco después!