Jesús de Nazaret, hombre como nosotros, muerto y resucitado, es el Señor., el que salva: «Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de los pecados» (Mt 1,21). Éste es el centro de nuestra fe, el centro del Adviento. María y José nos han llevado hasta él. Todo se concentra en Jesús, pues “no se nos ha dado otro nombre” (Hech 4,12). Ahora le vemos como niño, débil y frágil aún. Pero en ese niño vemos ya, como el grano de mostaza o la levadura (Mt 13,31-33) el adulto Jesús de Nazaret, débil y frágil igualmente, con la debilidad de la en-carnación. En esa debilidad humana, reconocemos ya al Hijo y en él, en medio de las inseguridades de la noche de nuestra sociedad (crisis, corrupción, recortes, desahucios, xenofobia, maltratos, etc.) proclamamos nuestra fe. Jesús es “Dios salva”: «Salvación, en cristiano, significa la superación de todo aquello que frustra o limita la existencia y que no permite que se desarrolle plenamente el deseo de Dios, que no es otro que vida en abundancia para sus hijos e hijas». Nuestra esperanza se convierte en compromiso por la justicia a favor de los más débiles y vulnerables.
Encendemos ahora nuestra cuarta vela del Adviento.
Es una vela amarilla, llena de luz.
Jesús de Nazaret, nacido, vivido, muerto y resucitado,
que pasó haciendo el bien y luchando contra el mal,
es nuestra luz y nuestra esperanza.
Ante ti, Señor, Padre nuestro,
decimos: “¡Ven, Señor Jesús!”,
aunque sabemos que vive en medio de nosotros.
Nuestro Adviento es compromiso,
como el compromiso de José y de María.
Compromiso en la mirada, compromiso en la acogida,
compromiso en el curar a los heridos,
compromiso de fe:
en tí, Jesús de Nazaret, reconocemos al Hijo,
El que nos salva, el Dios-con-nosotros.
Jesús de Nazaret, nacido, vivido, muerto y resucitado,
que pasó haciendo el bien y luchando contra el mal,
es nuestra luz y nuestra esperanza.
Ante ti, Señor, Padre nuestro,
decimos: “¡Ven, Señor Jesús!”,
aunque sabemos que vive en medio de nosotros.
Nuestro Adviento es compromiso,
como el compromiso de José y de María.
Compromiso en la mirada, compromiso en la acogida,
compromiso en el curar a los heridos,
compromiso de fe:
en tí, Jesús de Nazaret, reconocemos al Hijo,
El que nos salva, el Dios-con-nosotros.
Al tiempo que se enciende esta cuarta vela y se lee la cuarta oración, se coloca en el panel de la ciudad, la palabra JESÚS DE NAZARET, que colocaremos en algún lugar de la ciudad, bajo la mirada que todo lo preside.
TÚ ERES JESÚS
«Y vosotros, ¿quién decís que soy yo»
Yo digo que tú, Jesús,
eres la experiencia más importante de mi vida.
Yo digo que tú, Jesús,
eres la experiencia más importante de mi vida.
Nada, ni mi nacimiento,
ni mi vocación, ni mi trabajo,
ni mis relaciones, ni mi familia,
nada, ni mi misma vida,
es comparable contigo.
ni mi vocación, ni mi trabajo,
ni mis relaciones, ni mi familia,
nada, ni mi misma vida,
es comparable contigo.
Tú eres el fuego
que arde dentro de mí,
la voz que no cesa,
el palpitar primero,
la luz íntima.
que arde dentro de mí,
la voz que no cesa,
el palpitar primero,
la luz íntima.
Tú eres la vibración más honda,
la energía profunda,
la fuerza que me empuja
y me levanta.
la energía profunda,
la fuerza que me empuja
y me levanta.
Tú, Jesús, eres mi proyecto,
mi camino, mi misma vida –la Vida
–la Vida de mi vida-.
De ti bebo, manantial inagotable,
lo bueno y lo noble que en mí anida.
mi camino, mi misma vida –la Vida
–la Vida de mi vida-.
De ti bebo, manantial inagotable,
lo bueno y lo noble que en mí anida.
Tú eres, Jesús,
el Libro que me narra,
de donde nace el primer aliento
de mi existencia.
el Libro que me narra,
de donde nace el primer aliento
de mi existencia.
Tú eres el plano escondido
que me marca el sendero
para llegar al tesoro
que todo lo llena.
que me marca el sendero
para llegar al tesoro
que todo lo llena.
Tú eres la brújula, el norte,
la flecha del camino
que señala la meta.
la flecha del camino
que señala la meta.
Tú eres el futuro, el horizonte,
el alba que nace del ocaso,
la nueva perspectiva, mi esperanza.
el alba que nace del ocaso,
la nueva perspectiva, mi esperanza.
Tú, Jesús,
me has sellado con sangre,
como se marca a una res
o se hace el tatuaje del alma.
Eres más íntimo, más entrañable,
más hondo, más medular,
más mío que mi conciencia.
me has sellado con sangre,
como se marca a una res
o se hace el tatuaje del alma.
Eres más íntimo, más entrañable,
más hondo, más medular,
más mío que mi conciencia.
Jesús Burgaleta
A LA LUZ DEL CONCILIO VATICANO II
«El que es imagen de Dios invisible (Col 1,15) es también el hombre perfecto, que ha devuelto a la descendencia de Adán la semejanza divina, deformada por el primer pecado. En él, la naturaleza humana asumida, no absorbida, ha sido elevada también en nosotros a dignidad sin igual. El Hijo de Dios con su encarnación se ha unido, en cierto modo, con todo hombre. Trabajó con manos de hombre, pensó con inteligencia de hombre, obró con voluntad de hombre, amó con corazón de hombre. Nacido de la Virgen María, se hizo verdaderamente uno de los nuestros, semejantes en todo a nosotros, excepto en el pecado.
(...) Esto vale no solamente para los cristianos, sino también para todos los hombres de buena voluntad, en cuyo corazón obra la gracia de modo invisible. Cristo murió por todos, y la vocación suprema del hombre en realidad es una sola, es decir, la divina. En consecuencia, debemos creer que el Espíritu Santo ofrece a todos la posibilidad de que, en la forma de sólo Dios conocida, se asocien a este misterio pascual» (GS 22)
Canciones posibles
“Palabra” (Ain-Karem, álbum “A todos los pueblos”)
“Eres uno de los nuestros” (J.A. Espinosa, álbum “Eres uno de los nuestros”) “Creo en Jesús” (Carmelo Erdozain, álbum “Cristo libertador”)
“Jesús es Señor” (Kairoi, álbum “Jesús es Señor”)
“Eres uno de los nuestros” (J.A. Espinosa, álbum “Eres uno de los nuestros”) “Creo en Jesús” (Carmelo Erdozain, álbum “Cristo libertador”)
“Jesús es Señor” (Kairoi, álbum “Jesús es Señor”)
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