06 diciembre 2013

Practicar la acogida

El tiempo del Adviento es el tiempo mariano por excelencia. María se hace presente a partir de la Inmaculada, tal como celebramos hoy, pasando por Ntra. Sra. de Guadalupe y de la Esperanza (María “de la O”), y llegando hasta el 4o domingo de Adviento. En todos estos casos María es el icono vivo de la “acogida” de Dios por parte del ser humano: «Aquí está la esclava del Señor: hágase en mí según tu palabra», leemos hoy en el evangelio de esta fiesta.
Acoger a Dios en nosotros conduce inmediatamente a acoger a los demás en nuestra vida: «En una palabra, acogeos mutuamente, como Cristo os acogió para gloria de Dios» (2a lectura de este domingo 2o de Adviento). Dios es el primero en abrir las puertas de su vida a María y a todo ser humano, pues lo realizado en María es el sueño de Dios para nosotros: «Ha mirado la humillación de su sierva». Somos nosotros los “humillados” a los que Dios quiere acoger.
¿Cómo será posible, si Dios es así, que seamos nosotros quienes rechacemos a los “humillados” que llegan a nuestra casa? Acoger a Dios es incompatible con todos los rechazos que sentimos a compartir la vida con otros porque son diferentes, o porque son inmigrantes, o porque piensan de distinta manera.... Acoger a Dios es incompatible con rechazar al extranjero o hacerle la vida imposible para que siga viviendo entre nosotros. Éste es el “hoy” de nuestro Adviento, porque Dios ha venido ya y VIVE CON NOSOTROS en todos estos nuestros hermanos.
LA CORONA DE ADVIENTO
Encendemos este domingo la segunda vela del Adviento.
Es una vela blanca, como María Inmaculada.
Una vela en blanco sobre la que escribir,
sobre la que dejarse hacer,
sobre la que acoger toda la vida
a la que Dios nos invita, como invitó a María,
desde nuestra pobreza y nuestras limitaciones,
sin condición alguna.
Al encender esta vela
queremos aprender a practicar esa misma acogida
rompiendo los prejuicios que nos atan
y cierran el corazón y la vida a tantos hermanos nuestros
en quienes Tú,
Padre nuestro, vives ya ahora con nosotros.
Al tiempo que se enciende esta segunda vela y se lee la segunda oración, se coloca en el panel de la ciudad, la imagen de unas manos abiertas, que colocaremos en algún lugar de la ciudad, bajo la mirada que todo lo preside.
DIOS, EXTRANJERO
Señor, Dios extranjero
que has hecho de todos los países tu propia casa,
pero sientes ahora que toda casa es extranjera para ti...
Dios irregular,
malpagado,
que haces los trabajos
que nosotros no hacemos...
Dios que duermes bajo los muros
de nuestras casas bien seguras
y piensas en tus hijos lejanos
que no reciben por la noche
una simple caricia...
Dios cuidador de residencia,
que piensas en nuestros ancianos
y les perfumas con la ternura que ya tenían olvidada...
Dios que mueres entre cartones
en el vagón de un tren abandonado...
Salva todo lo que de Ti
queda dentro de nosotros.
Que podamos indignarnos
todavía cuando se niegan los derechos a la gente.
Que podamos rebelarnos todavía
ante la hipocresía de quien usa tu nombre
para excluir a los demás.
Que podamos todavía enamorarnos
de tu mirada, de tu Otra mirada, diferente.
Dios extranjero, Dios niño,
que has venido y sigues viniendo...
Ven a salvarnos y haz que sea Navidad
todos y cada uno de los días,
cuando nos llamas para acogerte
puesto que, al vernos,
siempre nos has acogido tú primero
A LA LUZ DEL CONCILIO VATICANO II
Los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de cuantos sufren, son a la vez gozos y esperanzas, tristezas y angustias de los discípulos de Cristo. Nada hay verdaderamente humano que no encuentre eco en su corazón... La Iglesia por ello se siente íntima y realmente solidaria del genero humano y de su historia. (GS 1)
(…) Tiene pues, ante sí la Iglesia al mundo, esto es, la entera familia humana con el conjunto universal de las realidades entre las que ésta vive. (GS 2)
(…) Es la persona del hombre la que hay que salvar. Es la sociedad humana la que hay que renovar. Es, por consiguiente, el hombre; pero el hombre todo entero, cuerpo y alma, corazón y conciencia, inteligencia y voluntad, quien será el objeto central de las explicaciones que van a seguir.
Al proclamar el Concilio la altísima vocación del hombre y la divina semilla que en éste se oculta, ofrece al género humano la sincera colaboración de la Iglesia para lograr la fraternidad universal que responda a esa vocación. (GS 3)
Posibles canciones
* “Las puertas de tu casa” (J.A, Espinosa, álbum “Eres uno de los nuestros”)
* “Algo de ti en Dios había” (J.A. Olivar y Glück, álbum “Ave María de todos los pueblos”)
* “Santa María Servidora” (Elia Fleta, álbum “Nínive”).
* “Los hijos de Eva y Adán” (Luis Guitarra, álbum “Desaprender”)
* “Quién” (Luis Guitarra, álbum “Todo es de todos”).

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