Cuando abrió tu niño los ojos,
tu niño del alma, metió en tu mirada su mirada
y reflejó en ellos sus aguas profundas y claras,
te invitó a subir a su barca para llevarte donde nada se pasa.
En tus entrañas llevas al buscador de aventuras humanas,
conocedor de nuestros mares internos.
Agréganos María limpia e Inmaculada,
en tus nanas al niño,
que tu plegaria sea la nuestra en este viaje
que con tu hijo nosotros también hacemos.
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