23 septiembre 2013

Políticos y poltíca

Por Rj71
Ante el desprestigio hacia los políticos, y hacia todo lo que suena a “política”, hay una campaña de publicidad que quiere destacar que no todos los políticos son iguales, que hay que reconocer y valorar a aquéllos que sí que sirven al pueblo, y no son como otros que se sirven del pueblo para sus intereses. Hasta cierto punto es lógico sentir ese rechazo, pero no podemos generalizar y meter a todos los políticos en el mismo saco, o desentendernos de todo lo que nos suene a “política”. Por eso, ¿cuál debe ser nuestra postura, como cristianos?
Lo primero que debemos tener presente es que la política abarca todo lo referente al gobierno de los Estados. Incluye la actividad de quienes rigen o aspiran a regir los asuntos públicos (los políticos), pero también la actividad del ciudadano cuando interviene en los asuntos públicos con su opinión, con su voto, o de cualquier otro modo. Por lo tanto, la política es mucho más que lo que hacen los políticos: es algo necesario para la vida social. No podemos vivir sin convivencia social y tenemos inevitablemente que ordenar nuestras relaciones. La política nace como exigencia de una vida buena, no podemos aspirar a una vida digna sin acción política (La realidad del mundo, T. 4).
Tampoco debemos olvidar que la política es por sí misma un ámbito polémico, siempre lo ha sido. Así, hemos escuchado que la 1ª lectura señala una situación parecida a la que tenemos hoy, con acusaciones de fraude y corrupción: exprimís al pobre, despojáis a los miserables… Disminuís la medida, aumentáis el precio, usáis balanzas con trampa… Pero ante esta situación social, Dios no permanece indiferente: Jura el Señor… que no olvidará jamás vuestras acciones. Y espera de nosotros que actuemos.
¿Cuál ha de ser nuestra postura? Debemos empezar por hacer lo que decía san Pablo en la 2ª lectura: lo primero de todo, que hagáis oraciones, plegarias, súplicas, acciones de gracias por todos los hombres, por los reyes y por todos los que están en el mando, para que podamos llevar una vida tranquila y apacible. El Vaticano II, en Gaudium et spes (75), afirma: La Iglesia alaba y estima la labor de quienes al servicio del hombre, se consagran al bien de la vida pública y aceptan las cargas de este oficio. La política bien entendida es una forma de entregarse al servicio de las personas, y eso supone una vocación, y como cualquier vocación, hay que rezar por ella. Un cristiano debe tener presente en su oración a “los políticos”, a todos, sean del signo o tendencia que sean, para que se dediquen a la vida pública por vocación, y no por otros intereses.
Pero la política es también un modo de organizar y vivir, es una forma de educarse de hacerse persona, pues sin un sujeto formado y conformado, la acción política se convierte en peligrosa actividad en manos de personas cuya acción puede ser irresponsable. Por eso, los cristianos debemos realizar una labor educativa, fomentando y cultivando el sentido de la responsabilidad, del servicio y de la entrega, empezando por nuestros ambientes más cercanos y en los temas más domésticos, para que las vocaciones al ejercicio de la política surjan de ese ambiente y con ese estilo de actuar, porque como ha dicho Jesús en el Evangelio: El que es de fiar en lo menudo, también en lo importante es de fiar; el que no es honrado en lo menudo, tampoco en lo importante es honrado.
¿Qué visión o idea tengo de los políticos actuales? ¿Distingo entre “políticos” y “política”? ¿Me implico o me desentiendo? ¿Tengo presente a los políticos en mi oración, sean del signo que sean? ¿Valoro que haya personas que, por vocación, se dediquen a la política, conozco a alguna? ¿Qué compromiso estoy llevando a cabo para educar en la responsabilidad, el servicio y la entrega?
Ante la realidad sociopolítica que tenemos, no podemos desentendernos: El cristiano tiene una enorme sensibilidad ante los problemas del mundo y es necesario conducir esa compasión hacia el campo político como espacio privilegiado para poder ir construyendo un mundo más semejante a lo que Dios quiere. Por eso, aparte del compromiso que uno pueda adoptar en conciencia, oremos por nuestros políticos, por todos, recordando lo que dijeron nuestros obispos en Católicos en la vida pública (63): La dedicación a la vida pública debe ser reconocida como una de las más altas posibilidades morales y profesionales del hombre.

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