Sin embargo, la mañana de Navidad, la niña le trajo la cajita envuelta con el papel dorado a su papá: "ésto es para ti papá".
El papá se sintió avergonzado por haberse molestado tanto la noche anterior, pero su molestia resurgió de nuevo cuando comprobó que la caja estaba vacía y le dijo en tono molesto: "¿que no sabe usted señorita que cuando uno dá un regalo debe haber algo dentro del paquete? ". La niña volteó a verlo con lágrimas en sus ojitos y le dice:
" Pero papi, no está vacía. Le puse besitos hasta que se llenó ".
El papá estaba conmovido, cayó de rodillas, abrazó a su hijita y pidió que le perdonara su desconsiderado coraje.
Un tiempo después, un accidente tomó la vida de la niña, se dice que el papá conservó la cajita dorada junto a su cama por el resto de su vida. Cuando se sentía sólo y desanimado, metía su mano en la cajita dorada y sacaba un besito imaginario de ella.
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