Hoy es martes, 10 de septiembre.
Nuevamente me dispongo a darme el regalo de acercarme a la fuente de la vida y al pozo de la alegría. Hago un espacio de silencio y quietud. Para que Dios me regale una nueva visión sobre mí y sobre mi mundo. Caigo en la cuenta de que a él le intereso y quiere llenarme con su amor.
La lectura de hoy es del evangelio de Lucas (Lc 6, 12-19):
Sucedió que por aquellos días se fue él al monte a orar, y se pasó la noche en la oración de Dios. Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos, y eligió doce de entre ellos, a los que llamó también apóstoles.
A Simón, a quien llamó Pedro,
y a su hermano Andrés;
a Santiago y Juan,
a Felipe y Bartolomé,
a Mateo y Tomás,
a Santiago de Alfeo y Simón, llamado Zelotes;
a Judas de Santiago, y a Judas Iscariote, que llegó a ser un traidor.
Bajando con ellos se detuvo en un paraje llano; había una gran multitud de discípulos suyos y gran muchedumbre del pueblo, de toda Judea, de Jerusalén y de la región costera de Tiro y Sidón, que habían venido para oírle y ser curados de sus enfermedades. Y los que eran molestados por espíritus inmundos quedaban curados.
Toda la gente procuraba tocarle, porque salía de él una fuerza que sanaba a todos.
Jesús, aunque tiene mucha experiencia y sabe muchas cosas, no es autosuficiente y le ora al Padre antes de tomar la decisión sobre las personas que serán sus más cercanos seguidores. Jesús acude constantemente a consultar a su Padre. Y yo, ¿son el Padre, Jesús o el Espíritu Santo referencias para el rumbo de mi vida, para las decisiones que tomo?
Jesús escoge a personas ordinarias, de barro y no espera la perfección, pues conoce la debilidad humana. De antemano acepta mi debilidad y mis imperfecciones. Me ama tal y como soy y no como debería ser. Esto es un gran regalo que me libera del perfeccionismo. ¿Confío en mí y me acepto de manera total, como Jesús lo hace? ¿Voy aceptando poco a poco lo que no me gusta de mí?
Jesús se encuentra con personas sanas y enfermas, con el gozo y el sufrimiento de la gente. No elude situaciones difíciles y conflictivas, porque sabe qué es lo que puede ayudar y cambiar vidas. Es como ese samaritano que atiende al herido del camino. En las situaciones conflictivas y de dificultad a mi alrededor, ¿siento que puedo colaborar y dar vida? Recuerdo las veces en que he dado vida en circunstancias difíciles.
Al leer de nuevo el texto, me abro al impacto de la persona de Jesús y a su manera de dar vida. Leo la lectura también con el corazón. Me siento como uno de esos discípulos y quizás hasta escucho mi nombre unido a esa lista de nombres.
Para cerrar este momento de oración, agradezco a Jesús su aceptación y su confianza en mí. El hecho de que me ha elegido para hacer felices a los demás. También le pido aquello que más necesito para lograrlo.
Pudiste hacerlo solo;
sin embargo solicitas mis panes y mis peces
para la maravilla del milagro.
Mi dignidad de hombre así engrandeces.
Pero también es tuyo el don que ofrezco.
Así, de nada puedo envanecerme.
sin embargo solicitas mis panes y mis peces
para la maravilla del milagro.
Mi dignidad de hombre así engrandeces.
Pero también es tuyo el don que ofrezco.
Así, de nada puedo envanecerme.
Luis Carlos Flores Mateos, sj en Pensamientos de Ejercicios
Padre nuestro,
que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal.
Amén.
que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal.
Amén.
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