29 agosto 2013

Reflexión jueves 29 de agosto

Hoy es jueves, 29 de agosto. Recordamos el martirio de San Juan Bautista.
Un día más, el deseo de encontrarme contigo, mi Dios, me ha llevado a disponerlo todo para este encuentro. La soledad de este momento, el paréntesis en mi día a día, el deseo de que toques mi vida y la hagas nueva. Sigo queriendo hacer camino contigo, Señor. Mis sentidos, mi memoria, mi atención, todo lo que soy, está delante de ti, mi Dios.
La lectura de hoy es del evangelio de Marcos (Mc 6, 17-29):
En aquel tiempo, Herodes había mandado prender a Juan y lo había metido en la cárcel, encadenado. El motivo era que Herodes se había casado con Herodías, mujer de su hermano Filipo, y Juan le decía que no le era lícito tener la mujer de su hermano. Herodías aborrecía a Juan y quería quitarlo de en medio; no acababa de conseguirlo, porque Herodes respetaba a Juan, sabiendo que era un hombre honrado y santo, y lo defendía. Cuando lo escuchaba, quedaba desconcertado, y lo escuchaba con gusto. La ocasión llegó cuando Herodes, por su cumpleaños, dio un banquete a sus magnates, a sus oficiales y a la gente principal de Galilea. La hija de Herodías entró y danzó, gustando mucho a Herodes y a los convidados.
El rey le dijo a la joven: «Pídeme lo que quieras, que te lo doy.»
Y le juró: «Te daré lo que me pidas, aunque sea la mitad de mi reino.»
Ella salió a preguntarle a su madre: «¿Qué le pido?»
La madre le contestó: «La cabeza de Juan, el Bautista.»
Entró ella en seguida, a toda prisa, se acercó al rey y le pidió: «Quiero que ahora mismo me des en una bandeja la cabeza de Juan, el Bautista.»
El rey se puso muy triste; pero, por el juramento y los convidados, no quiso desairarla. En seguida le mandó a un verdugo que trajese la cabeza de Juan. Fue, lo decapitó en la cárcel, trajo la cabeza en una bandeja y se la entregó a la joven; la joven se la entregó a su madre. Al enterarse sus discípulos, fueron a recoger el cadáver y lo enterraron.
Ante el dilema de satisfacer a Herodías y a sus comensales o defender al justo y al indefenso, Herodes elige el camino fácil de quedar bien ante un público que aplaudirá su decisión. Le mueve el miedo a quedar mal. Como a él el temor al qué dirán nos puede llevar a dejar de ser auténticos, ante la mirada crítica de los otros. Últimamente ¿me he callado cuando se criticaba a alguien o he dejado de defender mis ideas por miedo al qué dirán?
El Bautista fue un hombre de pocas palabras y gestos sencillos. Su existencia estuvo totalmente dedicada al anuncio de Jesús. Algo que le costó la vida y nos señala que eso es lo importante. El anuncio de Jesús, con gestos simples y palabras llenas de sentido. Seguramente en su camino hubo llamadas constantes a entregarse más y a vivir más en las manos de Dios. En las grandes decisiones de mi vida, siento que Dios me ha llamado a vivir, con mayor sencillez y dando mayor testimonio.
Vuelve a leer el texto. Esta vez ponte en la piel de Herodes y escucha su corazón que reconoce la santidad de Juan, pero que siente la fuerza que sobre él ejercían su mujer y su hija.
Mantengo ahora unos minutos de diálogo tranquilo con el Padre. Dejo que inspire mi vida. Le pido que alimente mi llamada y que la haga nueva todos los días. Le pido fuerzas para no fallar, cuando de defender  al débil se trate. Le pido voz cuando sienta la tentación de callar, ante la crítica injusta y la palabra mordaz que hiere aquello en lo que creo, a todos los que yo amo. Le pido perdón y le doy gracias por todo lo bueno que hace en mi vida.
Tomad, Señor y recibid toda mi libertad, mi memoria, mi entendimiento, y toda mi voluntad. Todo mi haber y poseer. Vos me lo disteis, a vos, Señor, lo torno. Todo es vuestro, disponed a toda vuestra voluntad. Dadme vuestro amor y gracia, que esta me basta.

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