28 julio 2013

La Fe como camino de Oración

La fe se alimenta en la oración, como una relación personal con el Padre. Desde el silencio y la escucha, nos abrimos en una conversación confiada como “un amigo que habla con otro amigo”, entrando en intimidad. La fe es relación personal con Dios.
UN TEXTO
¿Estamos solos o existimos ante Alguien?; ¿podemos confiar en ese Alguien o sólo temerlo?; ¿el último fundamento de las cosas, y por lo tanto también su futuro, es el Amor o la soledad?; ¿redimirá Alguien tanto amor entregado y tanto sufrimiento padecido o tendremos que acostumbrarnos definitivamente a no formular ya más esas preguntas sobre los cadáveres de las víctimas y de la gente que amamos y ya no están?
Para preguntas de ese calado Jesús no cuenta con recetas. Lo que sí puede ofrecernos es su modo personal de situarse ante ellas: de padecerlas primero y de procesarlas después (...) Es la memoria lo que salva a Jesús. Jesús había hecho tanta y tal acumulación de memorias sobre Dios como Padre suyo y Padre del mundo... que en el trance supremo de la Cruz es esa memoria la que impone su fuerza sobre la oscuridad que amenaza destruirlo. La memoria del Amor vence definitivamente al ataque brutal del contrasentido, del abandono. (...) Por eso Jesús morirá entregando su vida y su causa a Dios.
Lo que diferencia a Dios de nosotros en este punto concreto es que su libertad coincide siempre con su amor, es decir, que nunca la utilizará en nuestra contra. Nosotros “tenemos” amor y por eso podemos dejar de tenerlo. Dios “es” amor y por eso no puede dejar de serlo nunca. Nunca su libertad será ejercida en contra nuestra.
Saberse siempre en las manos de Dios, ésa es pues la formulación exacta de la fe en la Providencia, por más que no siempre pueda ser una experiencia sensiblemente verificada. (...) Porque Dios está en todas las cosas, por eso es Padre accesible. Porque está más allá de las cosas, por eso es Dios libre. Porque esa libertad es siempre Amor, por eso es un Dios siempre bueno y providente. (José Antonio García, S.J. Ventanas que dan a Dios, Ed. Sal Terrae, Santander 2012)
UNA ORACIÓN
Padre, Me pongo en tus manos.
Haz de mí lo que quieras.
Sea lo que fuere.
Por ello te doy las gracias.
Estoy dispuesto a todo.
Lo acepto todo,
con tal de que se cumpla
con infinita confianza.
Tu voluntad en mí
y en todas tus criaturas.
No deseo nada más, Padre.
Te encomiendo mi alma,
te la entrego con todo el amor de que soy capaz,
porque te amo y necesito darme,
ponerme en tus manos sin medida,
porque tu eres mi Padre.
Charles de Foucauld
 UNA CANCIÓN:
2) “Padre, me pongo en tus manos” (Kairoi, Álbum “Jesús es el Señor”)http://www.youtube.com/watch?v=NBOcvEidWTA

Padre, padre, padre,
me pongo en tus manos,
haz de mí lo que quieras, sea lo que sea,
te doy las gracias.
Lo acepto todo con tal que tu voluntad
se cumpla en mí y en todas tus criaturas.
No deseo nada más Padre,
no deseo nada más.
Yo te ofrezco mi alma y te la doy
con todo el amor de que soy capaz
porque deseo darme,
ponerme en tus manos
sin medida
con infinita confianza
porque tú eres mi Padre.

UN GESTO
Hoy subrayamos, de un modo especial, la oración del Padre nuestro:
  1. Hacemos una “monición” especial aludiendo al evangelio del día e invitando al silencio motivando su contenido oracional.
    Tras la monición, hacemos un tiempo de silencio
    Rezamos juntos el Padre nuestro con los brazos alzados como símbolo de que nos ponemos confiadamente en brazos de Dios.
  2. Cantamos el Padre nuestro
  3. Podemos concluir la oración del Padre nuestro con una paráfrasis del embolismo:
No te pedimos, Padre, que nos libres de todos los males sino que sepamos asumirlos como parte de la vida sin que ello nos quite la paz, la alegría ni las ganas de vivir.
Pero concédenos la paz en nuestros días, allí donde se vive la guerra y la violencia, fruto de la injusticia, la codicia o el ansia de poder.
Para que, ayudados por tu misericordia, el pecado no nos haga sentirnos lejos de ti sino protegidos por tu mano llena de cariño y de bondad, porque tú bien conoces lo débiles que somos.
Y mientras vivimos, esperamos activamente la gloriosa y definitiva venida de Nuestro Señor Jesucristo.
Fuente: Alforjas de Pastoral

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Deja tu comentario