15 abril 2012

Reflexión II Domingo de Pascua: El Ayer enseña al Hoy




Por Josetxu Canibe
Es fácil distinguir a un grupo que se siente fuerte, triunfador, optimista, de otro que se ve derrotado, sin futuro. Hoy, las lecturas bíblicas nos describen dos comunidades cristianas muy diferentes. En el evangelio nos encontramos con el grupo de los más próximos a Jesús, que, sin embargo, después de la resurrección estaban escondidos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos, replegados, sin horizontes, sin objetivos, en horas bajas.
En la primera lectura, en cambio, tomada de los Hechos de los Apóstoles, aparece una comunidad cristiana viva, entusiasta, sin complejos, comprometida. “Todos pensaban y sentían lo mismo; lo poseían todo en común. Ninguno pasaba necesidad, pues los que poseían tierras o casas las vendían, traían el dinero y lo ponían a disposición de los apóstoles”. Quizá a alguien, quizá a todos nosotros nos parezca exagerado. Tal vez. Pero ahí queda su testimonio y, de hecho, entre nosotros –hoy mismo- hay familias y personas que entregan a los demás un porcentaje significativo de sus ingresos.
¿A qué se debe esta diferencia tan palpable entre las dos comunidades?. La diferencia radica en que la primera todavía no creía en la resurrección, no creía en Jesús, en la presencia de Jesús; estaba decepcionada, desanimada, porque no estaban convencidos de que Jesús había resucitado. Al contrario, pensaban que todo el proyecto de Jesús se había derrumbado. No hace falta ser muy inteligente o imaginativo para trasladar este escenario al día de hoy. Primero, el mayor problema de nuestra sociedad en la actual crisis no es el déficit o la prima de riesgo, sino -y esto lo afirman observadores lúcidos- el pesimismo, la falta de esperanza, lo cual invita al repliegue, al encerramiento, a la desconfianza. Nos define la gráfica expresión evangélica, “al anochecer”. Sigue leyendo...