Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 1, 26-38
El Ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen que estaba comprometida con un hombre perteneciente a la familia de David, llamado José. El nombre de la virgen era María.
El Ángel entró en su casa y la saludó, diciendo:
«¡Alégrate!, llena de gracia, el Señor está contigo».
Al oír estas palabras, ella quedó desconcertada y se preguntaba qué podía significar ese saludo.
Pero el Ángel le dijo:
«No temas, María, porque Dios te ha favorecido. Concebirás y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús; Él será grande y será llamado Hijo del Altísimo. El Señor Dios le dará el trono de David, su padre; reinará sobre la casa de Jacob para siempre y su reino no tendrá fin». María dijo al Ángel:
«¿Cómo puede ser eso, si yo no tengo relación con ningún hombre?» El Ángel le respondió:
«El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por eso el niño será Santo y será llamado Hijo de Dios. También tu parienta Isabel concibió un hijo a pesar de su vejez, y la que era considerada estéril, ya se encuentra en su sexto mes, porque no hay nada imposible para Dios». María dijo entonces: «Yo soy la servidora del Señor, que se haga en mí según tu Palabra». Y el Ángel se alejó.
No sé si la mejor homilía sobre la Anunciación o, al menos, la que más me impactó, y espero que lo siga haciendo, fue la que “predicó” Fray Angélico en la Capilla de la iglesia de Santo Domingo, de Fiésole, en torno al año 1430, y que todavía se puede “escuchar” en el Museo del Prado de Madrid. Fray Angélico describe la Anunciación, tal como aparece en Lucas 1,26-38, mostrando la escena, tal como él se imagina que pudo suceder, en un pórtico de mármol, con arcos que descansan sobre columnas blancas. En la fachada y sobre un medallón, aparece la figura de Dios Padre. María está situada a la derecha, como si acabara de dejar la lectura del libro que descansa sobre su regazo. Sobresale la figura del ángel Gabriel que, en nombre de Dios, dialoga con María. Se puede ver también al Espíritu Santo, recibiendo un rayo de luz proveniente de las manos de Dios, en el ángulo izquierdo. El pórtico se encuentra en el jardín más florido y romántico que se pueda soñar, con flores, árboles y las figuras de Adán y Eva, recordándonos el Paraíso. Todo se completa con escenas de la vida de María: Visitación, Nacimiento, Reyes Magos, Presentación. Así oró Fray Angélico la Anunciación. Así la predicó y así nos la sigue mostrando hoy. Sigue leyendo...
El Ángel entró en su casa y la saludó, diciendo:
«¡Alégrate!, llena de gracia, el Señor está contigo».
Al oír estas palabras, ella quedó desconcertada y se preguntaba qué podía significar ese saludo.
Pero el Ángel le dijo:
«No temas, María, porque Dios te ha favorecido. Concebirás y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús; Él será grande y será llamado Hijo del Altísimo. El Señor Dios le dará el trono de David, su padre; reinará sobre la casa de Jacob para siempre y su reino no tendrá fin». María dijo al Ángel:
«¿Cómo puede ser eso, si yo no tengo relación con ningún hombre?» El Ángel le respondió:
«El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por eso el niño será Santo y será llamado Hijo de Dios. También tu parienta Isabel concibió un hijo a pesar de su vejez, y la que era considerada estéril, ya se encuentra en su sexto mes, porque no hay nada imposible para Dios». María dijo entonces: «Yo soy la servidora del Señor, que se haga en mí según tu Palabra». Y el Ángel se alejó.
Compartiendo la Palabra
Por Dominicos.org
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No sé si la mejor homilía sobre la Anunciación o, al menos, la que más me impactó, y espero que lo siga haciendo, fue la que “predicó” Fray Angélico en la Capilla de la iglesia de Santo Domingo, de Fiésole, en torno al año 1430, y que todavía se puede “escuchar” en el Museo del Prado de Madrid. Fray Angélico describe la Anunciación, tal como aparece en Lucas 1,26-38, mostrando la escena, tal como él se imagina que pudo suceder, en un pórtico de mármol, con arcos que descansan sobre columnas blancas. En la fachada y sobre un medallón, aparece la figura de Dios Padre. María está situada a la derecha, como si acabara de dejar la lectura del libro que descansa sobre su regazo. Sobresale la figura del ángel Gabriel que, en nombre de Dios, dialoga con María. Se puede ver también al Espíritu Santo, recibiendo un rayo de luz proveniente de las manos de Dios, en el ángulo izquierdo. El pórtico se encuentra en el jardín más florido y romántico que se pueda soñar, con flores, árboles y las figuras de Adán y Eva, recordándonos el Paraíso. Todo se completa con escenas de la vida de María: Visitación, Nacimiento, Reyes Magos, Presentación. Así oró Fray Angélico la Anunciación. Así la predicó y así nos la sigue mostrando hoy. Sigue leyendo...