31 marzo 2012

Comentario al Evangelio del Domingo de Ramos, 1 de abril




José María Vegas, cmf

Realmente este hombre era Hijo de Dios
El domingo de Ramos, pórtico de la Semana Santa, nos presenta un cuadro unitario de lo que vamos a contemplar, meditar y actualizar en estos días. En una misma celebración asistimos a la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén y a su prendimiento, proceso y muerte en Cruz. ¿A qué se debe que la lectura de la Pasión del Señor se duplique durante la Semana Santa, y se lea el Domingo (en versión de uno de los sinópticos, este año B, Marcos), si se va a leer de nuevo (en la versión de Juan) el día propiamente de Pasión, el Viernes Santo? Litúrgicamente tiene pleno sentido que la Pasión del Señor se lea en Domingo, el día en que los cristianos se reúnen a orar juntos. De otro modo, la Pasión no sería proclamada nunca en Domingo y en el contexto de la celebración eucarística, que es, precisamente, la memoria de esa Pasión (pues el Viernes no se celebra la eucaristía). Pero, además, de este modo nos preparamos a entrar en profundidad en los misterios que, paso a paso, vamos a celebrar en los días siguientes. La Palabra de Dios la podemos leer hoy desde dos prismas distintos y contrapuestos, cada uno de los cuales tiene su verdad, pero que conviene situar en la justa perspectiva. Un prisma, el que primero salta a la vista, pone de relieve el drama que se desarrolla ante nosotros (y que la liturgia trata de subrayar mediante la lectura inicial de la entrada en Jerusalén, la procesión que la representa, la lectura dramatizada de la Pasión, etc.). Ante nuestros ojos se despliega el cuadro paradójico de un pueblo que acoge a Jesús con entusiasmo como el enviado de Dios, y en pocos días cambia de parecer y pide a gritos su muerte. Aunque no está dicho que fueran los mismos los que gritaran una cosa y la otra: posiblemente, en la entrada triunfal fueran los discípulos que lo acompañaban desde Galilea, mientras que los que pidieron su muerte eran gentes de Jerusalén o venidas a la fiesta, manipuladas por las autoridades del pueblo.