Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan 1, 29-34
Juan Bautista vio acercarse a Jesús y dijo: «Éste es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. A él me refería, cuando dije: Después de mí viene un hombre que me precede,
porque existía antes que yo. Yo no lo conocía, pero he venido a bautizar con agua para que Él fuera manifestado a Israel». Y Juan dio este testimonio: «He visto al Espíritu descender del cielo en forma de paloma y permanecer sobre El. Yo no lo conocía, pero el que me envió a bautizar con agua me dijo: " Aquél sobre el que veas descender el Espíritu y permanecer sobre El, ése es el que bautiza en el Espíritu Santo". Yo lo he visto y doy testimonio de que Él es el Hijo de Dios».
“Mirad que amor nos ha tenido el Padre para llamarnos hijos de Dios, pues ¡lo somos¡” San Juan afirma: el mundo no nos conoce, porque no le conoció a El. Verdaderamente, la Escritura insiste:”Vino a los suyos y los suyos no le recibieron, pero a quienes le recibieron les dio poder de llegar a ser hijos de Dios”.
Benedicto XVI, nos recuerda que: no recibir la Palabra, quiere decir no escuchar su voz, no acogerla en nuestro corazón; pero, quien busca a Jesús y sale sinceramente a su encuentro, aunque sea frágil y pecador, comienza en él una transformación radical. “A cuantos la recibieron les da poder de ser hijos de Dios”. Recibir al Verbo quiere decir dejarse plasmar por Él hasta el punto de llegar a ser, por el poder del Espíritu Santo, configurados por Cristo, con el Hijo único del Padre (V.D 50) Al decir Juan que el mundo no nos conoce, porque no conoce a Cristo, se supone, lo hace pensando en aquellos que se dejan inundar de su gracia; pero también podemos pensar que, no nos conoce porque nuestro encuentro con Él es mediocre, no tenemos sus mismos sentimientos, desfiguramos su rostro, no actuamos como Él que” pasó por el mundo haciendo el bien”.
En esta fiesta del Stmo. Nombre de Jesús, pidámosle que nos transforme y que seamos verdaderas imágenes de Jesús, portadores de su amor.
“Yo lo he visto y doy testimonio de Él”
Juan, el Bautista, da testimonio de algo que ha visto, no se lo han contado, es testigo fiel de un acontecimiento que supera cuanto podemos observar en la naturaleza que nos rodea, ha visto como, el Espíritu, bajaba del cielo en forma de paloma y se posaba sobre Jesús.
Con esta visión, Juan, identifica a Cristo, seguramente lo conocía según la carne,( eran primos), pero no lo identificaba con “Aquel que tenía que venir” a bautizar, no con agua, sino con Espíritu Santo. Por eso, Juan, lo señala como el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo, reconociendo que su bautizo es con agua, invitando a la conversión, pero, quien verdaderamente bautiza con el Espíritu, es ese Hombre, que a la vez es el Verbo de Dios hecho carne, que viene a salvar al mundo.
Nosotros, tenemos la dicha de conocer, por la fe, que Jesús es el Hijo de Dios hecho hombre, lo hemos contemplado en Belén como Niño pequeño y sabemos que viene a salvar al mundo. Por eso su nombre, Jesús, que quiere decir salvador.
También a nosotros nos toca dar testimonio de lo que hemos visto y oído, reconociendo nuestra pequeñez, como Juan, tenemos que proclamar al mundo, que Dios ha enviado a su Hijo para salvarlo.
porque existía antes que yo. Yo no lo conocía, pero he venido a bautizar con agua para que Él fuera manifestado a Israel». Y Juan dio este testimonio: «He visto al Espíritu descender del cielo en forma de paloma y permanecer sobre El. Yo no lo conocía, pero el que me envió a bautizar con agua me dijo: " Aquél sobre el que veas descender el Espíritu y permanecer sobre El, ése es el que bautiza en el Espíritu Santo". Yo lo he visto y doy testimonio de que Él es el Hijo de Dios».
Compartiendo la Palabra
Por Dominicos.org
Por Dominicos.org
“Mirad que amor nos ha tenido el Padre para llamarnos hijos de Dios, pues ¡lo somos¡” San Juan afirma: el mundo no nos conoce, porque no le conoció a El. Verdaderamente, la Escritura insiste:”Vino a los suyos y los suyos no le recibieron, pero a quienes le recibieron les dio poder de llegar a ser hijos de Dios”.
Benedicto XVI, nos recuerda que: no recibir la Palabra, quiere decir no escuchar su voz, no acogerla en nuestro corazón; pero, quien busca a Jesús y sale sinceramente a su encuentro, aunque sea frágil y pecador, comienza en él una transformación radical. “A cuantos la recibieron les da poder de ser hijos de Dios”. Recibir al Verbo quiere decir dejarse plasmar por Él hasta el punto de llegar a ser, por el poder del Espíritu Santo, configurados por Cristo, con el Hijo único del Padre (V.D 50) Al decir Juan que el mundo no nos conoce, porque no conoce a Cristo, se supone, lo hace pensando en aquellos que se dejan inundar de su gracia; pero también podemos pensar que, no nos conoce porque nuestro encuentro con Él es mediocre, no tenemos sus mismos sentimientos, desfiguramos su rostro, no actuamos como Él que” pasó por el mundo haciendo el bien”.
En esta fiesta del Stmo. Nombre de Jesús, pidámosle que nos transforme y que seamos verdaderas imágenes de Jesús, portadores de su amor.
“Yo lo he visto y doy testimonio de Él”
Juan, el Bautista, da testimonio de algo que ha visto, no se lo han contado, es testigo fiel de un acontecimiento que supera cuanto podemos observar en la naturaleza que nos rodea, ha visto como, el Espíritu, bajaba del cielo en forma de paloma y se posaba sobre Jesús.
Con esta visión, Juan, identifica a Cristo, seguramente lo conocía según la carne,( eran primos), pero no lo identificaba con “Aquel que tenía que venir” a bautizar, no con agua, sino con Espíritu Santo. Por eso, Juan, lo señala como el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo, reconociendo que su bautizo es con agua, invitando a la conversión, pero, quien verdaderamente bautiza con el Espíritu, es ese Hombre, que a la vez es el Verbo de Dios hecho carne, que viene a salvar al mundo.
Nosotros, tenemos la dicha de conocer, por la fe, que Jesús es el Hijo de Dios hecho hombre, lo hemos contemplado en Belén como Niño pequeño y sabemos que viene a salvar al mundo. Por eso su nombre, Jesús, que quiere decir salvador.
También a nosotros nos toca dar testimonio de lo que hemos visto y oído, reconociendo nuestra pequeñez, como Juan, tenemos que proclamar al mundo, que Dios ha enviado a su Hijo para salvarlo.
Hna. María Pilar Garrúes El Cid
Misionera Dominica del Rosario
Misionera Dominica del Rosario