Es el resumen final de Juan: "Yo para esto he venido al mundo". Me parece muy importante el hecho de que el cuarto evangelio omita el relato del pan y el vino y sitúe en el lugar que le correspondería el del lavatorio de los pies. Nos sirve para comprender mejor las intenciones de este evangelista: ya están narrados y divulgados, desde hace quizá treinta años, los hechos y dichos de Jesús. El cuarto evangelista pretende insistir en lo más significativo, dar más sentido e interpretar teológicamente lo que ya saben los cristianos. En el caso del lavatorio de los pies, da el sentido último de la eucaristía: ponerse a los pies de todos, ofrecerse, integralmente, para ser pan para todos. Celebramos el estilo de Jesús, el estilo de Dios, su sueño, su proyecto. El grano de trigo, la siembra y la cosecha, Dios-pan, los granos de uva, Dios-vino, la comida fraterna, la gratuidad, la muerte del hambre, la fraternidad universal. (Si al acercarte al altar te acuerdas de que alguien tiene algo contra ti, deja tu ofrenda ante el altar y vete primero a reconciliarte con tu hermano. Millones de hermanos no tienen pan; yo, sí, de sobra. Mis hermanos tienen algo contra mi: ¿puedo comulgar?) Es la cena de la incomprensión, los codazos por los primeros puestos, la noche de Jesús lavando los pies. Es la noche de la traición. Comer su pan y venderle. Es la noche de la contemplación de Jesús aterrado en Getsemaní. Es la noche de la negación de Pedro y la huida de los discípulos. Es la noche en que todos se ríen de Jesús, y Jesús calla. Comulgar con Jesús. Dejar el pan expuesto para contemplarlo en largos ratos de oración.
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