Por José Antonio Pagola
VIII Domingo del T.O. (Mt 6,24-34) - Ciclo A
El consumismo penetra en nosotros de forma sutil. Nadie elige esta manera de vivir después de un proceso de reflexión. Nos vamos sumergiendo en ella, víctimas de una seducción casi inconsciente. El ingenio de la publicidad y el atractivo de las modas van captando suavemente nuestra voluntad. Al final nos parece imposible vivir de otra manera.
No hay que pensar mucho para saber cómo actuar. El proyecto de vida para la mayoría es muy sencillo: trabajar para ganar el dinero que necesitamos para poder disfrutar de unos períodos de tiempo (fin de semana, vacaciones) en los que se gasta el dinero anteriormente ganado y se recuperan las fuerzas para volver al trabajo.
El consumismo se ha convertido en la «nueva religión» del hombre moderno. La meta absoluta consiste en poseer y disfrutar (doctrina dogmática). Para ello es necesario trabajar y ganar dinero (ética y méritos). Los practicantes acuden fielmente a su compra semanal (precepto de fin de semana). Se viven con devoción intensa las grandes fiestas (Navidad, Reyes, vacaciones, bodas, día del padre, de la madre...).
No es fácil liberarse de la esclavitud del consumismo. Como decía Erich Fromm, el hombre puede ser un esclavo sin cadenas». El consumismo no ha hecho sino desplazar las cadenas del exterior al interior. Por dentro estamos encadenados a un sinfín de caprichos y falsas ilusiones. Estas cadenas interiores son más fuertes que las que se ven por fuera. ¿Cómo liberarnos de esa esclavitud si vivimos creyendo ser libres?
Nuestra vida es insensata. La obesidad y la anorexia que se dan en no pocas personas son una imagen gráfica del aletargamiento y la pérdida de vitalidad de muchos espíritus. Tenemos de todo y carecemos de paz y alegría interior. Queremos vivir triunfando, pero somos cómplices de la miseria y del hambre de muchos.
Inmersos en la sociedad del bienestar, nos preocupamos de seleccionar el restaurante donde iremos a comer, la calidad del vino que vamos a tomar o la marca de nuestro atuendo. Jesús tenía su manera de ver las cosas. Es importante pensar en «lo que vais a comer», «lo que vais a beber" o "con qué os vais a vestir». Pero no viváis obsesionados por todo eso: «Sobre todo, buscad el reino de Dios y su justicia; lo demás se os dará por añadidura»
No hay que pensar mucho para saber cómo actuar. El proyecto de vida para la mayoría es muy sencillo: trabajar para ganar el dinero que necesitamos para poder disfrutar de unos períodos de tiempo (fin de semana, vacaciones) en los que se gasta el dinero anteriormente ganado y se recuperan las fuerzas para volver al trabajo.
El consumismo se ha convertido en la «nueva religión» del hombre moderno. La meta absoluta consiste en poseer y disfrutar (doctrina dogmática). Para ello es necesario trabajar y ganar dinero (ética y méritos). Los practicantes acuden fielmente a su compra semanal (precepto de fin de semana). Se viven con devoción intensa las grandes fiestas (Navidad, Reyes, vacaciones, bodas, día del padre, de la madre...).
No es fácil liberarse de la esclavitud del consumismo. Como decía Erich Fromm, el hombre puede ser un esclavo sin cadenas». El consumismo no ha hecho sino desplazar las cadenas del exterior al interior. Por dentro estamos encadenados a un sinfín de caprichos y falsas ilusiones. Estas cadenas interiores son más fuertes que las que se ven por fuera. ¿Cómo liberarnos de esa esclavitud si vivimos creyendo ser libres?
Nuestra vida es insensata. La obesidad y la anorexia que se dan en no pocas personas son una imagen gráfica del aletargamiento y la pérdida de vitalidad de muchos espíritus. Tenemos de todo y carecemos de paz y alegría interior. Queremos vivir triunfando, pero somos cómplices de la miseria y del hambre de muchos.
Inmersos en la sociedad del bienestar, nos preocupamos de seleccionar el restaurante donde iremos a comer, la calidad del vino que vamos a tomar o la marca de nuestro atuendo. Jesús tenía su manera de ver las cosas. Es importante pensar en «lo que vais a comer», «lo que vais a beber" o "con qué os vais a vestir». Pero no viváis obsesionados por todo eso: «Sobre todo, buscad el reino de Dios y su justicia; lo demás se os dará por añadidura»
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Deja tu comentario