29 julio 2025

Moniciones y peticiones 3 de agosto

 DECIMO OCTAVO DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

Agosto  3 de 2025

 Entrada: ¿Nuestra vida tiene valor o es simple vanidad? La Iglesia nos invita a ser generosos, apoyando en la edificación del Reino de Dios. Animemos y aceptemos el plan de Dios en nuestras vidas, de esta manera contribuiremos a convertir este mundo en un lugar  de fraternidad y comunión. Celebremos con fe,

 Lecturas: Al resucitar con Cristo, los bienes que debemos buscar son los que nos acercan a su Reino y nos permiten ser testimonios de Él.  Compartir los bienes con los demás nos hace ricos ante Dios. Escuchemos.  

  Ofrendas: A la celebración no venimos con las manos vacías, sino con nuestros esfuerzos, sacrificios y trabajos. Presentemos a Dios junto con el pan y el vino, todo lo que por gracia hemos recibido y el deseo de trabajar en el plan del Señor. 

 Comunión: Un discípulo que comulga con la vida de Cristo no se aferra a las vanidades de este mundo. Con espíritu de pobres acerquémonos.

ORACIÓN UNIVERSAL

 Queridos hermanos: Desprendidos de todo seremos mejores discípulos misioneros de Jesucristo. Oremos con esta conciencia al Dueño de todo lo creado, diciendo: A ti, Señor, lo pedimos con fe.  

  1.  Que la Iglesia entera, a ejemplo de su fundador, sepa vivir sin apegos de ninguna clase, y esto se manifieste en el testimonio de sus ministros ordenados, de sus religiosos y fieles laicos.  Oremos.
  2. Que en el mundo, y particularmente en Colombia, los gobernantes sepan distribuir equitativamente los recursos económicos entre quienes más carecen de bienes de fortuna. Oremos.
  3. Que los pobres, los indigentes y cuantos no poseen mayores riquezas sirvan de ejemplo a quienes creen tenerlo todo, para comprender que nada nos llevaremos a la hora de nuestra muerte. Oremos.
  4. Que la vivencia de las enseñanzas de la Palabra que Dios nos regala en este día, sea palpable y seamos generosos y desprendidos en beneficio de la edificación de la Iglesia que Dios quiere y el mundo necesita. Oremos.

 Escucha, Dios misericordioso, nuestra oración pobre y sincera, y danos a conocer nuestro fin, para que no vivamos apegados a los bienes de esta tierra, sino que aspiremos a los bienes de allá arriba. Por Cristo, Nuestro Señor. Amén

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