14 abril 2025

Eucaristía del Jueves 17 de Abril de 2025

 Jueves santo «en la Cena del Señor»

Blanco

Sugerencias para la celebración

Con esta celebración estamos dando inicio al Triduo Pascual.

La atención de los celebrantes debe centrarse en el recuerdo de la institución de la Eucaristía, del Orden sacerdotal y el mandamiento de la caridad fraterna. 

Convendrá preparar el aula eucarística de un modo especial, que haga a los fieles percibir desde el primer momento que hemos entrado en un tiempo especial. El sagrario estará vacío, ojalá con sus puertas abiertas para hacer más expresiva la ausencia del pan eucarístico, y, sobre todo, para que se vea más diáfanamente que la comunión eucarística brota del sacrificio de Cristo celebrado en el altar. Hoy todos comulgan con las hostias consagradas en esta misa. 

Los adornos deben ser bellos, pero austeros. Y que no rivalicen con los signos sacramentales, los que, como es obvio, son infinitamente más importantes. 

Los encargados de la sacristía deben velar por poner en la mesa de la credencia formas suficientes para su consagración y posterior distribución para los fieles en esta misa, a los enfermos y para la celebración del Viernes Santo. 

Se vuelve a cantar el Gloria, pero no así el Aleluya, que se sustituye por otra doxología cristológica. 

Esta celebración es muy oportuna para resaltar, junto a la presentación de los dones, las ofrendas para la caridad cristiana con los pobres y necesitados, y que son fruto de nuestras privaciones cuaresmales.  

Las oraciones del formulario del misal son extraordinariamente bellas y merecen ser meditadas antes de pronunciarlas en la misa. La oración sobre las ofrendas, por ejemplo, merece especial atención: proviene de un sacramentario del siglo V, y expresa con claridad la actualización litúrgica del acontecimiento que celebramos. 

Es ocasión para recomendar el Canon romano ya que es la única plegaria que intercala tres glosas exclusivas para este día, en donde se afirma la actualización del misterio: en «Reunidos en comunión», en el «Acepta Señor, en tu bondad, estas ofrendas», y en el relato de la institución: «el mismo, hoy, la víspera de padecer por nuestra salvación…».

Dado el sentido de esta celebración, sería oportuno – si las circunstancias lo permiten- ofrecer la comunión bajo las dos especies. Si cada domingo debiéramos considerarlo, ¡éste es el día que no podemos dejar de hacerlo!

No conviene olvidar la indicación de la Carta circular: «Para la reserva del Santísimo Sacramento prepárese una capilla, convenientemente adornada, que invite a la oración y a la meditación; […] Cuando el sagrario está habitualmente colocado en una capilla separada de la nave central, conviene que se disponga allí el lugar de la reserva y de la adoración» (49). Es lógico que así sea, pues de ese modo se recuerda a los fieles que siempre existe una reserva eucarística para el viático y para la adoración. 

La capilla de la reserva – que, dicho sea de paso, no la podemos llamar «monumento», palabra latina que significa sepulcro- será el lugar de la adoración de Cristo eucarístico. Dice la Carta circular que el santísimo sacramento se pone en un sagrario o urna, y «no ha de hacerse nunca una exposición con la custodia u ostensorio» (55), pues no se trata de una «exposición», sino de una reserva. 

Para la adoración es oportuno acompañar la oración de los fieles con pasajes tomados del Evangelio de san Juan, específicamente los que van desde el capítulo trece al diecisiete. 

Finalmente, «Terminada la Misa se despoja el altar en el cual se ha celebrado. Conviene que las cruces que haya en la iglesia se cubran con un velo de color rojo o morado, a no ser que ya hayan sido cubiertas el sábado antes del quinto domingo de Cuaresma. 

 

 

ANTÍFONA DE ENTRADA Cf. Gál 16, 14

Debemos gloriarnos en la Cruz de nuestro Señor Jesucristo: en él está nuestra salvación, nuestra vida y nuestra resurrección; por él hemos sido salvados y redimidos.

 

GLORIA

 

 

ORACIÓN COLECTA

Dios nuestro, reunidos para celebrar la santísima Cena en la que tu Hijo unigénito, antes de entregarse a la muerte, confió a la Iglesia el nuevo y eterno sacrificio, banquete pascual de su amor, concédenos que, de tan sublime misterio, brote para nosotros la plenitud del amor y de la vida. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos. 


LITURGIA DE LA PALABRA

Prescripciones sobre la cena pascual

Lectura del libro del Éxodo 12, 1-8. 11-14

 

El Señor dijo a Moisés y a Aarón en la tierra de Egipto: “Este mes será para ustedes el mes inicial, el primero de los meses del año. 

Digan a toda la comunidad de Israel: “El diez de este mes, consíganse cada uno un animal del ganado menor, uno para cada familia. Si la familia es demasiado reducida para consumir un animal entero, se unirá con la del vecino que viva más cerca de su casa. En la elección del animal tengan en cuenta, además del número de comensales, lo que cada uno come habitualmente.

Elijan un animal sin ningún defecto, macho y de un año; podrá ser cordero o cabrito. Deberán guardarlo hasta el catorce de este mes, y a la hora del crepúsculo, lo inmolará toda la asamblea

de la comunidad de Israel. Después tomarán un poco de su sangre, y marcarán con ella los dos postes y el dintel de la puerta de las casas donde lo coman. Y esa misma noche comerán la carne asada al fuego, con panes sin levadura y verduras amargas.

Deberán comerlo así: ceñidos con un cinturón, calzados con sandalias y con el bastón en la mano. Y lo comerán rápidamente: es la Pascua del Señor. Esa noche Yo pasaré por el país de Egipto para exterminar a todos sus primogénitos, tanto hombres como animales, y daré un justo escarmiento a los dioses de Egipto. Yo soy el Señor. La sangre les servirá de señal para indicar las casas donde ustedes estén. Al verla, Yo pasaré de largo, y así ustedes se librarán del golpe del Exterminador, cuando Yo castigue al país de Egipto.

Éste será para ustedes un día memorable y deberán solemnizarlo con una fiesta en honor del Señor. Lo celebrarán a lo largo de las generaciones como una institución perpetua””.

Palabra de Dios

 

SALMO RESPONSORIAL  115, 12-13. 15-16bc. 17-18

R/. ¿Con qué pagaré al Señor todo el bien que me hizo?

 

O bien:

 

R/. El cáliz que bendecimos es la comunión de la Sangre del Señor.

 

¿Con qué pagaré al Señor todo el bien que me hizo? Alzaré la copa de la salvación e invocaré el nombre del Señor. R/.

 

¡Qué penosa es para el Señor la muerte de sus amigos! Yo, Señor, soy tu servidor, lo mismo que mi madre: por eso rompiste mis cadenas. R/.

 

Te ofreceré un sacrificio de alabanza, e invocaré el nombre del Señor. Cumpliré mis votos al Señor, en presencia de todo su pueblo. R/.

 

SEGUNDA LECTURA

Siempre que coman este pan y beban este cáliz, proclamarán la muerte del Señor.

Lectura de la primera carta del Apóstol san Pablo a los cristianos de Corinto 

11, 23-26

 

Hermanos: Lo que yo recibí del Señor, y a mi vez les he transmitido, es lo siguiente: El Señor Jesús, la noche en que fue entregado, tomó el pan, dio gracias, lo partió y dijo: “Esto es mi Cuerpo, que se entrega por ustedes. Hagan esto en memoria mía”.

De la misma manera, después de cenar, tomó la copa, diciendo: “Esta copa es la Nueva Alianza que se sella con mi Sangre. Siempre que la beban, háganlo en memoria mía”.

Y así, siempre que coman este pan y beban esta copa, proclamarán la muerte del Señor hasta que Él vuelva.

Palabra de Dios

ACLAMACIÓN AL EVANGELIO Jn 13, 34

“Les doy un mandamiento nuevo: Ámense los unos a los otros, como Yo los he amado”, dice el Señor.

 

EVANGELIO

Los amó hasta el fin

+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan 13, 1-15

 

Antes de la fiesta de Pascua, sabiendo Jesús que había llegado su hora de pasar de este mundo al Padre, Él, que había amado a los suyos que quedaban en el mundo, los amó hasta el fin. 

Durante la Cena, cuando el demonio ya había inspirado a Judas Iscariote, hijo de Simón, el propósito de entregarlo, sabiendo Jesús que el Padre había puesto todo en sus manos y que Él había venido de Dios y volvía a Dios, se levantó de la mesa, se sacó el manto y tomando una toalla se la ató a la cintura. Luego echó agua en un recipiente y empezó a lavar los pies a los discípulos y a secárselos con la toalla que tenía en la cintura.

Cuando se acercó a Simón Pedro, éste le dijo: “¿Tú, Señor, me vas a lavar los pies a mí?” Jesús le respondió: “No puedes comprender ahora lo que estoy haciendo, pero después lo comprenderás”. “No, le dijo Pedro, ¡Tú jamás me lavarás los pies a mí!” Jesús le respondió: “Si Yo no te lavo, no podrás compartir mi suerte”. “Entonces, Señor, le dijo Simón Pedro, ¡no sólo los pies, sino también las manos y la cabeza!”

Jesús le dijo: “El que se ha bañado no necesita lavarse más que los pies, porque está completamente limpio. Ustedes también están limpios, aunque no todos”. El sabía quién lo iba a entregar, y por eso había dicho: “No todos ustedes están limpios”.

Después de haberles lavado los pies, se puso el manto, volvió a la mesa y les dijo: “¿comprenden lo que acabo de hacer con ustedes? Ustedes me llaman Maestro y Señor, y tienen razón, porque lo soy. Si Yo, que soy el Señor y el Maestro, les he lavado los pies, ustedes también deben lavarse los pies unos a otros. Les he dado el ejemplo, para que hagan lo mismo que Yo hice con ustedes”.

Palabra del Señor


LAVATORIO DE LOS PIES

 

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Concédenos, Señor, participar dignamente de estos misterios, pues cada vez que celebramos el memorial del sacrificio de tu Hijo, se realiza la obra de nuestra redención. Por Jesucristo, nuestro Señor.

 

PREFACIO DE LA SANTÍSIMA EUCARISTÍA I

En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo, Señor nuestro.

 

 Él mismo, verdadero y único Sacerdote, al instituir el sacrificio de la eterna alianza se entregó primero a sí mismo como víctima de salvación, y nos mandó ofrecerlo en su memoria. Cuando comemos su Carne, inmolada por nosotros, somos fortalecidos; cuando bebemos su Sangre, derramada por nosotros, somos purificados. 

 

Por eso, con los ángeles y arcángeles, y con todos los coros celestiales, cantamos sin cesar el himno de tu gloria:

 

Santo, Santo, Santo… 

 

ANTÍFONA DE COMUNIÓN Cf. 1 Cor 11, 24-25

Esto es mi Cuerpo, que se entrega por ustedes. Esta copa es la nueva alianza que se sella con mi Sangre. Siempre que beban de ella, háganlo en memoria mía.

 

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Dios todopoderoso, te pedimos que, así como somos alimentados en esta vida con la Cena pascual de tu Hijo, también merezcamos ser saciados en el banquete eterno. Por Jesucristo, nuestro Señor.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Deja tu comentario