Cómo podrá alguien ayudar,:
si nunca ha necesitado un hombro amigo,
si nunca sus entrañas han temblado de dolor,
si nunca se ha sentido herido.
Cómo podrá alguien ser compasivo,
si nunca se ha visto abatido.
Cómo podrá alguien comprender,
si nunca, en su vida, ha tenido el corazón roto.
Cómo podrá alguien ser misericordioso,
si nunca se ha visto necesitado.
Cómo podrá alguien dar serenidad,
si nunca se ha dejado turbar por el Espíritu.
Cómo podrá alguien alentar,
si nunca se quebró por la amargura.
Cómo podrá alguien levantar a otros,
si nunca se ha visto caído.
Cómo podrá alguien alegrar,
si nunca se ha reído de su sombra. Cómo podrá alguien abrazar,
si nunca se ha dejado estrujar.
Cómo podrá alguien dar alegría,
si nunca se acercó a los pozos negros de la vida.
Cómo podrá alguien enseñar,
si nunca ha querido ser discípulo.
Cómo podrá alguien anunciar la Buena Noticia,
si nunca se ha preocupado
de los signos de los tiempos.
Cómo podrá alguien ser tierno,
si en su vida todo son convenios.
Cómo podrá alguien acompañar a otros,
si su vida es un camino solitario.
Cómo podrá alguien compartirse,
si en su vida todo lo tiene cubierto.
Cómo podrá alguien gozar el Evangelio,
si lleva cuenta hasta del comino.
Cómo podrá alguien encontrar,
si nunca ha estado perdido.
Cómo podrá alguien ser dichoso,
si las Bienaventuranzas le parecen un acoso.
Florentino Ulibarri
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Deja tu comentario