03 enero 2025

Pautas para la homilía 6 de enero

 En esta solemnidad de la Epifanía, celebramos la manifestación de Dios. Una manifestación no sólo a Israel, el pueblo elegido, sino a toda la humanidad, representada aquí por los Magos de Oriente que llegan a Belén para adorar al Rey de los judíos.

Diríamos que, desde las primeras páginas de su Evangelio, Mateo quiere enseñarnos que Dios no se manifiesta sólo a los creyentes, sino que también se da a conocer a los extranjeros, a los no creyentes. El evangelista nos recuerda la universalidad del Dios que Jesús, desde su nacimiento, nos revela. El resto de su Evangelio confirmará esta universalidad: Jesús nunca dejará de mostrar, con sus palabras y sus obras, con su vida e incluso con su muerte y su resurrección, que todos se salvan por Él.

La salvación de Dios no conoce límites. Su amor por la humanidad no conoce fronteras. «Todas las naciones, Señor, se postrarán ante ti y proclamarán tus alabanzas», escuchamos en la primera lectura del profeta Isaías. Y en su carta a los Efesios, de la que leemos un fragmento en la segunda lectura, san Pablo, el apóstol de los gentiles, dice que el misterio que se le ha revelado «es que también los gentiles son coherederos, miembros del mismo cuerpo, y partícipes de la misma promesa en Jesucristo, por el Evangelio».  Esta es la Buena Nueva. Este es el sentido de la fiesta que celebramos hoy.

Mateo es el único evangelista que relata este conocido episodio de los Magos. No nos da mucha información sobre ellos. Sólo nos dice que eran Magos y que venían de Oriente, por tanto, no eran judíos, sino paganos que tenían otros dioses.

Podríamos preguntamos: ¿por qué son los Magos los que vienen a adorar al Hijo de Dios en nombre de todos los pueblos del mundo?

Desconozco la respuesta a esta pregunta, pero podemos decir que el término «magos» tiene varios significados: puede referirse a personajes con grandes conocimientos en diversos campos, como la astronomía y la astrología, así como a personas con gran sabiduría religiosa y filosófica. Fue esta sabiduría la que les permitió percibir «en el lenguaje de la estrella» un mensaje de esperanza y partir en busca de la verdad, en busca del Dios verdadero. Solo les bastó la aparición de una misteriosa estrella para ponerse en camino, sin saber con total certeza adónde los llevaría.

Su camino de búsqueda fue largo y probablemente lleno de dificultades, pero mereció valido la pena, «al ver la estrella, se llenaron de inmensa alegría»; aquellos buscadores habían comprendido, y nosotros con ellos, que toda su ciencia y creencias no eran nada ante este Dios único, tan poderoso en su amor por la humanidad que llega a hacerse uno de ellos, un niño pequeño, pobre y vulnerable. Y este amor les conmueve «y cayendo de rodillas lo adoraron». Ellos, los grandes sabios, los magos poderosos, reconocieron en este niño frágil a la Sabiduría.

Los Magos de Oriente, como dice Benedicto XVI en su libro La infancia de Jesús, p. 102, «son un inicio; representan a la humanidad que se pone en camino hacia Cristo, inaugurando una procesión que recorre toda la historia. No representan simplemente a personas que ya han encontrado el camino que conduce a Cristo. Representan el anhelo interior del espíritu humano, la marcha de las religiones y de la razón humana hacia Cristo».

Al comenzar este año 2025, ¿estamos dispuestos a encaminarnos hacia un mejor conocimiento de Cristo?, ¿Qué estrella nos guiará hacia Él? Y, al final de nuestra búsqueda, ¿seremos lo bastante humildes para postrarnos ante él?

Fr. Jesús Nguema Ndong Bindang

Fr. Jesús Nguema Ndong Bindang
Real Convento de Predicadores (Valencia)

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