—BIENVENIDA:
Celebramos hoy el segundo domingo después de Navidad, en el que seguimos contemplando el misterio del Hijo de Dios que se hace hombre a fin de que los hombres puedan llegar a ser hijos de Dios, y es así que nuevamente hoy escucharemos el relato de la venida del Verbo entre nosotros, relato que nos ha sido proclamado el día de Navidad.
Hoy el Señor nos manifiesta que su Sabiduría ha establecido su morada entre nosotros: su Hijo se ha hecho uno de nosotros: Él es la Luz y la Vida de todo hombre que viene a este mundo; Él es la última y definitiva manifestación de Dios, que hoy nos recuerda que hemos sido elegidos y destinados a la santidad.
—LITURGIA DE LA PALABRA:
1ª. LECTURA: (Eclo 24, 1-2. 8-12)
En este relato de la Sabiduría, está prefigurada la Encarnación del Hijo de Dios, que ha venido a establecerse entre nosotros.
SALMO RESP.: (147, 12-15. 19-20)
R. La Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros.
2ª. LECTURA: (Ef 1, 3-6. 15-18)
El admirable designio de Dios sobre nosotros, provoca la admiración de Pablo, que pide al Espíritu que podamos entender la esperanza que nos da esta llamada del Padre.
EVANGELIO: (Jn 1, 1-18)
Escuchemos ahora con suma atención, el comienzo del Evangelio de san Juan, donde nos expresa cómo el Hijo de Dios acampa en medio nuestro, siendo Él la Luz y la Vida. Cantemos el Aleluya.
HOMILÍA
—ORACIÓN DE LOS FIELES:
CELEBRANTE:
Queridos hermanos y hermanas, pidamos al Espíritu de Dios que nos ayude en nuestra oración, en la que pedimos por las necesidades de la Iglesia, del mundo, de nuestros hermanos, y por nuestras propias necesidades.
GUÍA: A cada una de las peticiones responderemos orando:
"PADRE, POR CRISTO, LUZ Y VIDA DEL MUNDO, ESCÚCHANOS"
—Señor, que al entrar tu Hijo en el mundo has inaugurado el tiempo nuevo anunciado por los profetas, haz que tu Iglesia se rejuvenezca siempre, oremos...
—Señor, que con el nacimiento de tu Hijo nos has revelado tu fidelidad, haz que todos los que formamos esta Iglesia diocesana, seamos también fieles a las promesas de nuestro bautismo, oremos...
—Señor, que con él nacimiento de tu Hijo, por tus ángeles anunciaste la paz a los hombres, haz que todos los pueblos del mundo, sin distinciones, puedan alegrar sus corazones con la gracia de tu paz, oremos...
—Señor, que con la Encarnación de tu Hijo asumiste las debilidades de los hombres, dígnate ser luz para los que no ven, fuerza para los débiles, consuelo y amor para los pobres, oremos...
—Señor, que con el nacimiento de tu Hijo anuncias la alegría de una vida sin fin, haz que todos los cristianos permanezcamos siempre en ti y dando fruto abundante, alcancemos la Vida eterna, oremos...
CELEBRANTE:
Padre bueno, que tanto amaste al mundo que le diste a tu Hijo único como Salvador, escucha la oración de esta familia reunida ante ti y, por intercesión de santa María virgen, concede a todos los pueblos de la tierra los dones mesiánicos de la fraternidad y de la paz. Por Jesucristo, nuestro Señor.
—PRESENTACIÓN DE LAS OFRENDAS:
Pongamos ahora sobre la mesa del altar, toda nuestra vida y todas nuestras cosas. Todo lo malo que hay en nosotros, para que el Padre lo transforme, y lo poco bueno para que Él lo aumente.
Al término del “Lavatorio de Manos” y cuando el celebrante vuelve al centro del altar y antes de la oración siguiente, se hace poner de pie a la asamblea
—DIÁLOGO DEL PREFACIO: Al iniciarse el Prefacio (antes de "El Señor esté con vosotros")
El Padre nos ha predestinado, desde toda la eternidad, a ser sus hijos en Jesucristo, por eso ahora, con inmensa alegría, unamos nuestras voces y nuestros corazones para elevarle nuestro canto de acción de gracias.
—COMUNIÓN:
La Palabra que se hizo carne y acampó entre nosotros se nos da ahora en la Eucaristía, exigiéndonos también nuestra aceptación, con fe y con amor, lo que será también nueva garantía de poder ser hijos de Dios.
Cantamos...
COMUNIÓN ESPIRITUAL:
Al término de la distribución de la comunión.
Hermanos:
Todos aquellos que no han podido acercarse a recibir a Jesús Sacramentado,
pueden hacer la Comunión Espiritual rezando la siguiente oración:
Creo Señor mío que estás realmente presente
en el Santísimo Sacramento del altar.
Te amo sobre todas las cosas y deseo
ardientemente recibirte dentro de mi alma;
pero, no pudiendo hacerlo ahora sacramentalmente,
ven al menos espiritualmente a mi corazón.
Y como si te hubiese recibido, me abrazo
y me uno todo a Ti;
Oh Señor, no permitas que me separe de Ti.
Amén.
DESPEDIDA:
Esta Eucaristía que hemos compartido en este inicio de un nuevo año, debe ser un estímulo para vivir en virtud del alimento que en ella hemos recibido, y ser así, verdaderos testimonios de que la Salvación de Dios ha llegado a nuestras vidas.
Nos despedimos cantando...
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