04 octubre 2024

XXVII DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

 Antífona de entrada Cf. Est 4, 17

A tu poder, Señor, está sometido el mundo entero; nadie puede oponerse a ti. Tú creaste el cielo y la tierra y las maravillas todas que existen bajo el cielo. Tú eres Señor del universo.
In voluntáte tua, Dómine, univérsa sunt pósita, et non est qui possit resístere voluntáti tuae. Tu enim fecísti ómnia, caelum et terram, et univérsa quae caeli ámbitu continéntur; Dóminus universórum tu es.

Monición de entrada
Año B
En cada eucaristía, el Señor, Esposo de la Iglesia, nos habla y nos hace partícipes de su pan de vida. Somos la gran familia de la Iglesia unida en alabanza a Dios. La participación en la eucaristía tiene que llevarnos, en nuestras relaciones interpersonales, a mantener actitudes de fidelidad, gratuidad, perdón y sobre todo de amor, que es regalo, donación de uno mismo sin intereses escondidos.

Acto penitencial
Todo como en el Ordinario de la Misa. Para la tercera fórmula pueden usarse las siguientes invocaciones:
Año B
- Tú, que has padecido la muerte para bien de todos: Señor, ten piedad.
R. Señor, ten piedad.
- Tú, perfeccionado y consagrado con sufrimientos para salvarnos: Cristo, ten piedad.
R. Cristo, ten piedad.
- Tú, coronado de gloria y honor por tu Pasión y muerte: Señor, ten piedad.
R. Señor, ten piedad.
En lugar del acto penitencial, se puede celebrar el rito de la bendición y de la aspersión del agua bendita.

Se dice Gloria.

Oración colecta
Dios todopoderoso y eterno, que desbordas con la abundancia de tu amor los méritos y los deseos de los que te suplican, derrama sobre nosotros tu misericordia, para que perdones lo que pesa en la conciencia y nos concedas aun aquello que la oración no menciona. Por nuestro Señor Jesucristo.
Omnípotens sempitérne Deus, qui abundántia pietátis tuae et mérita súpplicum excédis et vota, effúnde super nos misericórdiam tuam, ut dimíttas quae consciéntia métuit, et adícias quod orátio non praesúmit. Per Dóminum.

LITURGIA DE LA PALABRA
Lecturas del XXVII Domingo del Tiempo Ordinario, ciclo B (Lec. I B).

PRIMERA LECTURA Gén 2, 18-24
Y serán los dos una sola carne
Lectura del libro del Génesis.

El Señor Dios se dijo:
«No es bueno que el hombre esté solo; voy a hacerle a alguien como él, que le ayude».
Entonces el Señor Dios modeló de la tierra todas las bestias del campo y todos los pájaros del cielo, y se los presentó a Adán, para ver qué nombre les ponía. Y cada ser vivo llevaría el nombre que Adán le pusiera.
Así Adán puso nombre a todos los ganados, a los pájaros del cielo y a las bestias del campo; pero no encontró ninguno como él, que le ayudase.
Entonces el Señor Dios hizo caer un letargo sobre Adán, que se durmió; le sacó una costilla, y le cerró el sitio con carne.
Y el Señor Dios formó, de la costilla que había sacado de Adán, una mujer, y se la presentó a Adán.
Adán dijo:
«Esta sí que es hueso de mis huesos y carne de mi carne! Su nombre será “mujer», porque ha salido del varón».
Por eso abandonará el varón a su padre y a su madre, se unirá a su mujer y serán los dos una sola carne.

Palabra de Dios.
R. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial Sal 127, 1bc-2.3. 4-5. 6 (R.: cf. 5)
R. Que el Señor nos bendiga todos los días de nuestra vida.
Benedícat nobis Dóminus ómnibus diébus vitæ nostræ.

V. Dichoso el que teme al Señor
y sigue sus caminos.
Comerás del fruto de tu trabajo,
serás dichoso, te irá bien.
R. Que el Señor nos bendiga todos los días de nuestra vida.
Benedícat nobis Dóminus ómnibus diébus vitæ nostræ.

V. Tu mujer, como parra fecunda,
en medio de tu casa;
tus hijos, como renuevos de olivo,
alrededor de tu mesa.
R. Que el Señor nos bendiga todos los días de nuestra vida.
Benedícat nobis Dóminus ómnibus diébus vitæ nostræ.

V. Esta es la bendición del hombre
que teme al Señor.
Que el Señor te bendiga desde Sión,
que veas la prosperidad de Jerusalén
todos los días de tu vida.
R. Que el Señor nos bendiga todos los días de nuestra vida.
Benedícat nobis Dóminus ómnibus diébus vitæ nostræ.

V. Que veas a los hijos de tus hijos.
¡Paz a Israel!
R. Que el Señor nos bendiga todos los días de nuestra vida.
Benedícat nobis Dóminus ómnibus diébus vitæ nostræ.

SEGUNDA LECTURA Heb 2, 9-11
El santificador y los santificados proceden todos del mismo
Lectura de la carta a los Hebreos.

Hermanos:
Al que Dios había hecho un poco inferior a los ángeles, a Jesús, lo vemos ahora coronado de gloria y honor por su pasión y muerte. Pues, por la gracia de Dios, gustó la muerte por todos.
Convenía que aquel, para quien y por quien existe todo, llevara muchos hijos a la gloria perfeccionando mediante el sufrimiento al jefe que iba a guiarlos a la salvación.
El santificador y los santificados proceden todos del mismo. Por eso no se avergüenza de llamarlos hermanos.

Palabra de Dios.
R. Te alabamos, Señor.

Aleluya 1Jn 4, 12
R. Aleluya, aleluya, aleluya.
V. Si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros, y su amor ha llegado en nosotros a su plenitud. R.
Si diligámus ínvicem, Deus in nobis manet, et cáritas eius in nobis perfécta est.

EVANGELIO (forma larga) Mc 10, 2-16
Lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre
╬ Lectura del santo Evangelio según san Marcos.
R. Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, acercándose unos fariseos, preguntaban a Jesús para ponerlo a prueba:
«¿Le es lícito al hombre repudiar a su mujer?».
Él les replicó:
«¿Qué os ha mandado Moisés?».
Contestaron:
«Moisés permitió escribir el acta de divorcio y repudiarla».
Jesús les dijo:
«Por la dureza de vuestro corazón dejó escrito Moisés este precepto. Pero al principio de la creación Dios los creó hombre y mujer. Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre, se unirá a su mujer y serán los dos una sola carne. De modo que ya no son dos, sino una sola carne. Pues lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre».
En casa, los discípulos volvieron a preguntarle sobre lo mismo.
Él les dijo:
«Si uno repudia a su mujer y se casa con otra, comete adulterio contra la primera. Y si ella repudia a su marido y se casa con otro, comete adulterio».
Acercaban a Jesús niños para que los tocara, pero los discípulos los regañaban.
Al verlo, Jesús se enfadó y les dijo:
«Dejad que los niños se acerquen a mí: no se lo impidáis, pues de los que son como ellos es el reino de Dios. En verdad os digo que quien no reciba el reino de Dios como un niño, no entrará en él».
Y tomándolos en brazos los bendecía imponiéndoles las manos.

Palabra del Señor.
R. Gloria a ti, Señor Jesús.

EVANGELIO (forma breve) Mc 10, 2-12
Lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre
╬ Lectura del santo Evangelio según san Marcos.
R. Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, acercándose unos fariseos, preguntaban a Jesús para ponerlo a prueba:
«¿Le es lícito al hombre repudiar a su mujer?».
Él les replicó:
«¿Qué os ha mandado Moisés?».
Contestaron:
«Moisés permitió escribir el acta de divorcio y repudiarla».
Jesús les dijo:
«Por la dureza de vuestro corazón dejó escrito Moisés este precepto. Pero al principio de la creación Dios los creó hombre y mujer. Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre, se unirá a su mujer y serán los dos una sola carne. De modo que ya no son dos, sino una sola carne. Pues lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre».
En casa, los discípulos volvieron a preguntarle sobre lo mismo.
Él les dijo:
«Si uno repudia a su mujer y se casa con otra, comete adulterio contra la primera. Y si ella repudia a su marido y se casa con otro, comete adulterio».

Palabra del Señor.
R. Gloria a ti, Señor Jesús.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Deja tu comentario