MONICIÓN DE ENTRADA
¡Hermanos y amigos, una vez más sean todos ustedes bienvenidos a esta celebración. La ternura del Padre, la amistad del Señor Jesús y la alegría del Espíritu Santo inunden por completo nuestros corazones.
Estamos en el Domingo Veinticuatro del Tiempo Ordinario. La Liturgia de la Palabra de hoy nos lleva a la paradoja de Dios que se revela – en Jesús – de la manera más contraria a lo que hubiéramos esperado: del Dios fuerte que se manifiesta débil, del Dios que se pone al servicio del hombre, del Dios que se muere de amor y por amor del ser humano. Que esta Eucaristía nos conceda la gracia de entrar en el misterio de Dios aceptando a Cristo tal como es Él.
Seguros de la presencia del Resucitado aquí y ahora en medio de nosotros, pongámonos de pie para iniciar esta acción de gracias.
MONICION PRIMERA LECTURA ( Isaías 50,5-9)
La liberación final del hombre, la definitiva, será obra de un siervo que aceptará – por amor – la incomprensión y la persecución. Escuchemos cómo describe Isaías al Siervo de Yahvé.
MONICION SEGUNDA LECTURA (Santiago 2,14-18)
Santiago nos recuerda hoy que la verdadera fe se traduce en un servicio efectivo a los demás. Sólo con buenas obras haremos creíble el Reino de Dios. Escuchemos…
MONICION EVANGELIO (Marcos 8,27-35)
Creer en Jesús no es sólo tenerlo en muy alta estima como hombre, ni tampoco tenerlo como el Dios poderoso que aplasta al enemigo. Creer en Jesús es aceptarlo como Dios que por amor se hizo débil, pobre y vulnerable. Abramos el oído, la mente y el corazón, y pongámonos de pie para acoger el Santo Evangelio.
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