1.- Os ha podido ocurrir en variadas y numerosas ocasiones. Hemos entrado en una óptica y, antes de sentarnos frente al oftalmólogo, hemos optado por contemplar, pensar y fijarnos sobre todo, en la montura que más nos gustaba como adorno y resorte de las lentes. Al leer detenidamente el relato evangélico de este próximo domingo concluyo que corremos ese riesgo: pedimos lo que es secundario para nuestra felicidad y…obviamos aquello que, de verdad, nos la consigue. Bartimeo no se anduvo con chiquitas. Cuando Jesús se le acercó y le preguntó “¿qué quieres que haga por ti?”…podría haber pedido el oro y el moro, la luna a sus pies o el sol las veinticuatro horas del día: -Una mejor posición social -Una salida a su vida familiar -Una mayor comprensión en su entorno -Un reconocimiento a su persona ¡Pero no!; no se conformó con solicitar de Jesús Maestro unas simples y bonitas “monturas” para su vida. Pretendió, pidió y obtuvo lo más importante para su existencia: ¡VER! Con ello, consiguió, todo un mar de posibilidades, de efectos y de sensaciones jamás vividas por él.
2.- Muchos de los amigos que nos rodean (y nosotros a veces también) viven/vivimos en una catarata crónica; confundimos la realidad con la fantasía; la alegría con la felicidad momentánea, la paz interior con el puro fuego de artificio que se dispara desde tantos cañones interesados y ruidosos. El viejo adagio “ojos que no ven corazón que no siente” se convierte también en pauta para pasar de largo ante la miseria humana. Hoy incluso, al margen de la iglesia y en contra de ella, muchos pretenden montarse una moral y una ética desprovista de lo esencial y haciendo de su capa un sayo. Es la nueva ética y moral light y subjetivista. Son los nuevos conductores por los que se rige nuestra sociedad. Las consecuencias son las que son: no hay peor mal que un ciego guiando a otro ciego.
3.- ¡SEÑOR…QUE PUEDA VER! Que sea consciente de las cegueras que salen a mi encuentro Que esté dispuesto, siempre que haga falta, a reconocer que el mejor oftalmólogo para mis ojos eres Tú; que la escucha del Evangelio es la mejor receta, la eucaristía el colirio más saludable y certero; la oración la mejor intervención quirúrgica para saber hacia dónde y cómo mirar; una iglesia la mejor consulta para la miopía. ¡SEÑOR…QUE PUEDA VER! Es el mundo quien al borde del camino necesita una palabra de aliento Es la humanidad arrogante y hedonista pero vacía Es el ser humano que quiere y no puede dirigirse en la dirección adecuada Es la tierra que en un afán de verlo y entenderlo todo se niega a la visión de Dios Es el grito de aquellos que queremos estrenar “gafas nuevas” para andar por caminos nuevos sin miedo a caernos.
4.- Que no seamos como aquel hermano nuestro que, no reconociendo la disminución en su vista, al pasar por delante de una consulta médica y confundiendo un árbol con un peatón le dijo: “yo no necesito ningún oftalmólogo…gracias a Dios veo muy bien”. La FE, entre otras cosas, son los OJOS para situarse ante las personas, ante los acontecimientos de la vida, ante nosotros mismos, ante las dificultades o los éxitos con una dimensión más profunda y verdadera: JESUS. Que, como Bartimeo, pidamos a Dios incluso lo imposible: la vista en medio de tanta oscuridad. Pero, sobre todo, y que al igual que Bartimeo, cuando abramos los ojos, lo primero que veamos sea el rostro de Jesús. ¡Feliz Día del Señor! ¡Que veamos!
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