DÁNDONOS IMPORTANCIA
En aquel que sirve bien y con generosidad es donde se hace visible el Reino de Dios. En aquella persona que, sin ruido, hace bien (como afirmaba San Vicente de Paul), es donde se hace manifiesta la mano de Jesús. En aquella persona que, sintiéndose pequeña por lo que hace, es donde emerge con verdad y evidencia el evangelio en vivo. Y es que, aunque nos parezca difícil de entender, la grandeza de la vida cristiana está precisamente en eso: en multiplicarnos en pequeños detalles allá donde se nos requiera.
1. -También a nosotros, cuando llegamos del trabajo un tanto decepcionados, nos pregunta Jesús. ¿De qué habéis discutido? Y, en algunas ocasiones, reconocemos que nos duele que nuestro esfuerzo no sea reconocido o valorado. El hecho de que, otros, con mucho menos sean más considerados.
-También a nosotros, cuando ejercemos ciertas responsabilidades sociales, políticas o incluso religiosas, el Señor nos cuestiona: ¿Qué pretendes? ¿Servir o servirte? Y, al contestar, nos damos cuenta que en algunas ocasiones utilizamos nuestra posición con un afán de apariencia, de trepar a costa del que sea y de lo que sea.
-También a nosotros, cuando realizamos algunas tareas (humanas, apostólicas, caritativas, etc.) el Señor nos interpela: ¿Y por qué lo hacéis? Y, al responderle, lo podemos llegar hacer hasta ruborizados: nos gusta que nos señalen como buenos; que aplaudan nuestras pequeñas proezas o simplemente, eso, el sentirnos imprescindibles o importantes.
2.- En un gran y afamado monasterio, desde hace muchos años, se encontraba una hermana que humildemente se dedicaba a poner en orden la sacristía, resplandecientes los manteles, luminosos los candelabros, limpios los ornamentos y vasos sagrados. Aparentemente, aquella mística, no era esencial en el desarrollo de la liturgia monacal. Un buen día, una gran cadena de televisión se acercó hasta aquel monasterio, y decidió realizar una entrevista. La Abadesa, sin pensárselo dos veces, les comunicó a los periodistas: “empiecen por Sor María. Sin ella, sin las cosas más pequeñas en las que la hermana se entrega y va muriendo, sería imposible llevar a cabo nuestro oficio divino”.
--Así es Jesús; mira con ojos agradecidos lo aparentemente o interesadamente escondido al mundo. Aplaude a todos aquellos que, más que discutir sobre títulos o reconocimientos, se dedican en el camino a buscar a quienes hacer felices o, simplemente, levantar el ánimo.
--Así es Jesús; observa nuestra entrega interesada y nos invita a convertirnos hacia un servicio más nítido. Sin llevar cuentas de lo que se hace o de lo que se da.
--Así es Jesús; alguien que desea que su Iglesia sea un espacio, no con escaleras para trepar, sino con manos e ideas prácticas para ayudar al necesitado.
--Así es Jesús; alguien que, siendo el más importante de los nacidos de mujer, se hace poco y nada en su intento de acercarse –hasta la extenuación– a la humanidad.
¿Y todavía nos queremos dar importancia cuando, el más importante, se sintió feliz desgastándose sin reconocimiento alguno?
Javier Leoz
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Deja tu comentario