—BIENVENIDA:
Celebramos hoy el domingo vigésimo primero durante el año, y, como todos los domingos, nos reunimos nuevamente alrededor de la mesa del altar para encontrarnos con Cristo, en su Eucaristía, porque ella nos incorpora a su Persona, haciendo de nosotros mediadores de su Presencia en el mundo.
El Señor, siempre fiel a su promesa de amor a pesar de las infidelidades del hombre, quiere que todos se salven; y hoy nos propone que libremente, respetando nuestra libertad, aceptemos su Palabra, prestemos nuestra adhesión a su divina revelación, que supera todo conocimiento puramente humano. Hoy nos ofrece el don de la fe, sin la cual nadie puede reconocer la divinidad de su Hijo, y esta fe, don que sólo Dios concede, nos implica un seguimiento total de Cristo, que es quien realmente tiene palabras de vida eterna; Él es nuestra esperanza, el único que no defrauda.
—LITURGIA DE LA PALABRA:
1ª. LECTURA: (Jos 24, 1-2a. 15-17. 18b)
Ya conquistada la tierra de Canaán, Josué exige al pueblo judío que escoja entre seguir al Dios verdadero o apartarse de Él.
SALMO RESP.: (33, 2-3. 16-23)
R. ¡Gusten y vean qué bueno es el Señor!
2ª. LECTURA: (Ef 5, 21-32)
Pablo nos presenta la relación entre los esposos como una relación de amor. Por eso es signo y reflejo, es verdadero sacramento del amor de Dios.
EVANGELIO: (Jn 6, 60-69)
El Evangelio de este domingo nos presenta el desenlace del discurso de Jesús sobre el pan de vida, y la distinta reacción de los oyentes ante su propuesta de ser el verdadero camino de vida eterna.
HOMILÍA
—ORACIÓN DE LOS FIELES:
CELEBRANTE:
Y ahora hermanos, confiando totalmente en Dios, nuestro Padre, que conoce hasta lo más profundo de nuestro corazón y de nuestra vida, presentémosle nuestras necesidades y nuestros deseos.
GUÍA: A cada una de las peticiones responderemos orando:
"POR TU HIJO, EL PAN DE VIDA, ESCÚCHANOS SEÑOR"
—Padre santo, te pedimos por la Iglesia y el Papa Francisco, para que sea siempre nuestro guía de la verdadera y única doctrina de Cristo, oremos...
—También te pedimos por quienes Tú ungiste para guiar esta porción de tu Iglesia, para que junto a ellos formemos una comunidad diocesana que siga fielmente a tu Hijo, oremos...
—Señor de la vida, te pedimos por todos los que han consagrado su vida a tí, para que ella sea testimonio de entrega, fidelidad y alegría, que convoque a los jóvenes y a las jóvenes, a seguirte con esa misma disposición, oremos...
—Dios de todo consuelo, te pedimos por tantos hermanos nuestros que se encuentran en una situación límite, para que puedan encontrar en tu Hijo, en tu Iglesia y en cada uno de nosotros, un motivo para seguir esperando, oremos...
—Y porque nuestra fe es débil, te pedimos Padre, por todos los cristianos, para que nos la aumentes y, haciendo nuestra opción de fe, sigamos cada día con más fidelidad, las enseñanzas de Cristo, nuestra verdadera esperanza, oremos...
CELEBRANTE:
Señor y Padre nuestro, escucha esta oración de tu pueblo; concédenos el que siempre podamos dar a tu Hijo la misma respuesta que le dio Pedro, y así, con fidelidad, demos testimonio de Él con nuestras propias vidas. Te lo pedimos por el mismo Cristo, nuestro Señor.
—PRESENTACIÓN DE LAS OFRENDAS:
Hoy también queremos ser de aquellos que no abandonaron a Cristo, sino que lo siguieron, por eso, junto al pan y el vino, ofrezcamos al Padre este compromiso.
Al término del “Lavatorio de Manos” y cuando el celebrante vuelve al centro del altar y antes de la oración siguiente, se hace poner de pie a la asamblea
—DIÁLOGO DEL PREFACIO: Al iniciarse el Prefacio (antes de "El Señor esté con vosotros")
Este es el momento central de nuestra Eucaristía: ahora, por el gran amor que nos tiene, Jesús hará presente y actual su sacrificio, del que nace nuestra vida; por eso damos gracias a Dios.
—COMUNIÓN:
Este Pan de vida, del que ahora vamos a participar, nos impulsa a confiar cada vez más plenamente en Cristo: sabemos que Él es el alimento para la vida eterna.
Cantamos...
COMUNIÓN ESPIRITUAL:
Al término de la distribución de la comunión.
Hermanos:
Todos aquellos que no han podido acercarse a recibir a Jesús Sacramentado,
pueden hacer la Comunión Espiritual rezando la siguiente oración:
Creo Señor mío que estás realmente presente
en el Santísimo Sacramento del altar.
Te amo sobre todas las cosas y deseo
ardientemente recibirte dentro de mi alma;
pero, no pudiendo hacerlo ahora sacramentalmente,
ven al menos espiritualmente a mi corazón.
Y como si te hubiese recibido, me abrazo
y me uno todo a Ti;
Oh Señor, no permitas que me separe de Ti.
Amén.
Nos despedimos cantando...
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