¡Tened fe!
1.- Para cuando Marcos escribe el relato de esta tempestad vive en el ambiente de la Iglesia que cree firmemente en la divinidad de Jesús, pero que está ya experimentando los bamboleos de la barquilla azotada por la tempestad de los más fieros mares.
El mar era ese ser misterioso, cuyo fondo se desconoce y en el que habitan monstruos inmensos que con sus colas agitan las aguas y las levantan hasta alturas desconocidas.
A ese mar sólo un ser, sólo Dios lo puede dominar, un Dios que ha visto nacer el mar, que lo ha tomado en sus brazos con cariño y lo ha envuelto en las mantillas de las nubes y en los pañales de las nieblas, y que como el niño revoltoso se ha ordenado de dónde no puede pasar.
Ese mar que provoca un maremoto como en el que en los años sesenta arrebató de Nagoya, en Japón, ocho mil personas. En los brazos de Dios es niño revoltoso,
2.- Y ahí viene la intención de Marcos al tratar de fortalecer la fe de los cristianos: el mar que atraviesa la barquilla de la Iglesia se encrespará con terribles tormentas, pero es un cachorrillo en manos de Dios. ¡Tened Fe!
3.- También hoy las olas azotan la barquilla de la Iglesia:
–la persecución abierta y franca
–la persecución solapada y bien calculada para acabar con los principios de fe de los más débiles, de los niños
O puede ser una situación de límite personal en que nos encontramos:
–la familia se nos deshace
–la situación económica es desastrosa
–la enfermedad o las muertes…
Y nos entra miedo y se nos escapa de los labios aquella tremenda acusación a Dios mismo: “¡Pero, es que no te importamos nada!
Tened Fe…
–Fe en el Señor que ha vencido al mundo
–Fe en el Señor que va con nosotros en la misma barca.
–¡Fe en el Amor!
4.- Falta de fe es lo mismo que falta de confianza. Fe no es creer lo que no vimos, es fiarnos a ciegas de ese Señor que dando su vida con nosotros nos apremia con su amor.
Cómo podemos decirle al Señor que dio su vida por nosotros: “¿Es que no te importamos nada? ¿Es que lo mismo te da que nos muramos?
5.- La Fe en el Señor no hace un paraíso de nuestras vidas. La Fe nos enseña y ayuda a afrontar la vida de una manera nueva. Por la Fe sabemos que el Señor ha vencido al mundo, y sabemos, también, que el Reino de Dios es una cosa inevitable, que llega, que está por encima, que nadie puede luchar con él y vencerlo. Y por lo tanto nuestras luchas están siempre llenas de esperanza segura.
Hemos leído el último capítulo de la novela y sabemos que acaba bien, hemos visto las últimas escenas de la película y sabemos que el final bueno está asegurado.
Pero la fe, dentro la absoluta seguridad, tiene una gran inseguridad. La barca de nuestras vidas está muy bien anclada en la roca del fondo. Estamos ciertos que las olas no se la llevan, pero arriba, la barca está agitada por las olas, y nos da miedo.
6.- Hay miedos confiados y hay miedos desesperados, cuando en la escala de valores hemos puesto arriba la vida, el dinero, la salud, el honor, entonces cuando algo de esto se nos va de las manos nos volvemos a Dios con desesperación y con una acusación tremenda en los labios: “¿Es que no te importo yo nada?”
Hay miedos confiados en la presencia y cercanía del Señor, miedos ciegamente confiados, en la seguridad de que pase lo que pase al final todo será bueno. Ya no juzgamos a Cristo con criterios humanos, no como haciéndole semejante a nosotros, de forma que pueda olvidarse de nosotros y que no le importemos.
José María Maruri, SJ
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