—BIENVENIDA:
Finalizamos hoy la gran celebración de la Pascua, con la Solemnidad de Pentecostés. Y hoy nos hemos reunido como los primeros discípulos y sentimos la presencia del Resucitado en medio nuestro. Hoy conmemoramos el comienzo de la vida de la Iglesia, que nace y crece bajo la acción del Espíritu Santo.
—LITURGIA DE LA PALABRA:
1ª. LECTURA: (Hch 2, 1-11)
Escuchemos cómo se nos presenta la presencia transformadora del Espíritu entre los Apóstoles. Con símbolos del Antiguo Testamento se expresa el don sorprendente de Dios.
SALMO RESP.: (103, 1ab. 24ac. 29b-31. 34)
R. Señor, envía tu Espíritu y renueva la faz de la tierra.
2ª. LECTURA: (1 Co 12, 3b-7. 12-13)
Pablo escribe a la comunidad de Corinto, y en ellos a nosotros, dando el criterio para conocer si realmente todo proviene o no de Dios; el criterio es la fe y la adhesión a Jesucristo, y el servicio y cohesión comunitarios.
SECUENCIA:
Antes de escuchar el Evangelio, unámonos desde el fondo del corazón, a esta antigua plegaria al Espíritu Santo, pidiéndole a Él que venga a nosotros, nos renueve y acompañe.
EVANGELIO: (Jn 20, 19-23)
Y ahora hermanos, es el mismo Jesús, el Señor Resucitado, quien promete a sus discípulos y hoy a nosotros, su gran legado: el don de su Espíritu.
HOMILÍA
—ORACIÓN DE LOS FIELES:
CELEBRANTE:
Y ahora, bajo el impulso del Espíritu Santo, que ora en nuestro interior, dirijamos al Padre del Cielo nuestra oración filial, en la que le pedimos por las necesidades de la Iglesia y por las de todos los hombres.
GUÍA: A cada una de las peticiones responderemos orando:
"SEÑOR, ENVÍA TU ESPÍRITU Y RENUEVA LA FAZ DE LA TIERRA"
—Para que en la Iglesia, el Espíritu Santo, Dios mismo en el corazón de cada creyente y en el corazón de la humanidad, nos ayude a ser cada día más dóciles a sus inspiraciones que nos conducen a la salvación, te pedimos...
—Para que el Papa Francisco siga siendo el permanente ejemplo de anuncio del Evangelio a todos los hombres y hasta los confines del mundo, te pedimos...
—Para que nuestro obispo, asistido e iluminado permanentemente por el Espíritu de tu Hijo, pueda guiarnos para formar una comunidad diocesana unida por un auténtico amor, te pedimos...
—Para que tu Santo Espíritu ilumine la mente de nuestros gobernantes y de todo nuestro pueblo, y así el odio se convierta en amor, el sufrimiento en gozo y podamos vivir en verdadera paz, te pedimos...
—Para que todos los cristianos dejemos que el Espíritu Santo actúe en nuestros corazones y transforme nuestras vidas, para que toda ella sea un compromiso a ser verdaderamente los discípulos de tu Hijo y los testigos de su resurrección, te pedimos...
CELEBRANTE:
Padre bueno, queremos continuar el camino de tu Hijo; haz que nos dejemos llenar de su Espíritu para ir realizando, cada vez más, su Reino en la vida de los hombres. Te lo pedimos por Jesucristo, nuestro Señor.
—PRESENTACIÓN DE LAS OFRENDAS:
Nos ofrecemos de corazón al Padre, con el compromiso de ser dóciles a las mociones de su Espíritu y ser así, constructores de la unidad que Él quiere para su Iglesia.
Al término del “Lavatorio de Manos” y cuando el celebrante vuelve al centro del altar y antes de la oración siguiente, se hace poner de pie a la asamblea
—DIÁLOGO DEL PREFACIO: Al iniciarse el Prefacio (antes de "El Señor esté con vosotros")
En cada Eucaristía pedimos que el Espíritu Santo haga realidad lo que nuestras palabras expresan al renovar el memorial de Jesucristo con los signos del pan y del vino; pidámoslo hoy muy especialmente.
—COMUNIÓN:
La Iglesia va peregrinando, anunciando la cruz del Señor hasta que Él venga; y en este constante peregrinar es el mismo Señor quien nos fortalece con su propio Cuerpo.
Cantamos...
COMUNIÓN ESPIRITUAL:
Al término de la distribución de la comunión.
Hermanos:
Todos aquellos que no han podido acercarse a recibir a Jesús Sacramentado,
pueden hacer la Comunión Espiritual rezando la siguiente oración:
Creo Señor mío que estás realmente presente
en el Santísimo Sacramento del altar.
Te amo sobre todas las cosas y deseo
ardientemente recibirte dentro de mi alma;
pero, no pudiendo hacerlo ahora sacramentalmente,
ven al menos espiritualmente a mi corazón.
Y como si te hubiese recibido, me abrazo
y me uno todo a Ti;
Oh Señor, no permitas que me separe de Ti.
Amén.
Nos despedimos cantando...
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