Monición de entrada
Queridos hermanos: han transcurrido ya cuatro semanas de Pascua y hoy inauguramos la quinta. Las lecturas bíblicas nos van ayudando a entrar cada vez con mayor fuerza en la vida nueva del Resucitado y las consecuencias que tiene para la comunidad cristiana. No debemos cansarnos de celebrar nuestra fiesta principal, que dura siete semanas: nuestra fe cristiana es fundamentalmente alegría y visión optimista.
Comencemos la celebración de hoy con mucha alegría. De pie, cantamos…
Moniciones a las lecturas
Monición única para todas las lecturas
La liturgia presenta la Pascua como “paso”, como transformación de la existencia. De esta nueva existencia hablan las lecturas de hoy. Pablo pasó de perseguidor a misionero; los cristianos pasamos de la esterilidad a la fecundidad permaneciendo en Jesús y dando así fruto de amor. El evangelio recoge esta idea con una hermosa alegría: la de la vid y los sarmientos. Escuchemos con atención.
Moniciones para cada lectura
Monición a la primera lectura (Hechos de los apóstoles 9, 26-31)
El relato que escucharemos a continuación, del Libro de los Hechos de los Apóstoles, describe los primeros pasos de la vida cristiana de Pablo: su agregación a la vida común, de mano de otro misionero, y su inmediata dedicación a la predicación.
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 9, 26-31
En aquellos días, llegado Pablo a Jerusalén, trataba de juntarse con los discípulos, pero todos le tenían miedo, porque no se fiaban de que fuera realmente discípulo. Entonces Bernabé se lo presentó a los apóstoles.
Saulo les contó cómo había visto al Señor en el camino, lo que le había dicho y cómo en Damasco había predicado públicamente el nombre de Jesús.
Saulo se quedó con ellos y se movía libremente en Jerusalén, predicando públicamente en nombre del Señor. Hablaba y discutía también con los judíos de lengua griega, que se propusieron suprimirlo. Al enterarse los hermanos, lo bajaron a Cesarea y lo enviaron a Tarso.
La iglesia gozaba de paz en toda Judea, Galilea, y Samaria. Se iba construyendo y progresaba en la fidelidad al Señor, y se multiplicaba, animada por el Espíritu Santo.
Palabra de Dios.
Monición al salmo responsorial (Salmo 21)
El salmo 21, de carácter claramente «misionero», está escogido como para hacer eco del episodio de San Pablo, narrado por la primera lectura. Nos unimos al salmista diciendo:
Salmo responsorial: Salmo 21, 26b-27. 28 y 30. 31-32
R. El Señor es mi alabanza en la gran asamblea.
Monición a la segunda lectura (1 Juan 3, 18-24)
Seguimos escuchando la Primera Carta de San Juan. Hoy nos dice cómo debe demostrarse el amor verdadero. Escuchemos atentos sus instrucciones.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la primera carta del apóstol san Juan 3, 18-24
Hijos míos, no amemos de palabra y de boca, sino de verdad y con obras.
En esto conoceremos que somos de la verdad y tranquilizaremos nuestra conciencia ante él, en caso de que nos condene nuestra conciencia, pues Dios es mayor que nuestra conciencia y conoce todo.
Queridos, si la conciencia no nos condena, tenemos plena confianza ante Dios. Y cuanto pidamos lo recibimos de él, porque guardamos sus mandamientos y hacemos lo que le agrada.
Y éste es su mandamiento: que creamos en el nombre de su Hijo, Jesucristo, y que nos amemos unos a otros, tal como nos lo mandó.
Quien guarda sus mandamientos permanece en Dios, y Dios en él; en esto conocemos que permanece en nosotros: por el Espíritu que nos dio.
Palabra de Dios.
Monición al Evangelio (Juan 15, 1-8)
Jesús, en su conversación de la Ultima Cena, mediante una comparación nos dice hoy lo que debemos hacer para permanecer unidos a él y poder dar fruto abundante. Cantemos el aleluya para prepararnos a la escucha de esta buena noticia.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Juan 15, 1-8
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
—«Yo soy la verdadera vid, y mi Padre es el labrador.
A todo sarmiento mío que no da fruto lo arranca, y a todo el que da fruto lo poda, para que dé más fruto.
Vosotros ya estáis limpios por las palabras que os he hablado; permaneced en mí, y yo en vosotros.
Como el sarmiento no puede dar fruto por sí, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí.
Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ése da fruto abundante; porque sin mí no podéis hacer nada.
Al que no permanece en mí lo tiran fuera, como el sarmiento, y se seca; luego los recogen y los echan al fuego, y arden.
Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que deseáis, y se realizará.
Con esto recibe gloria mi Padre, con que deis fruto abundante; así seréis discípulos míos».
Palabra del Señor.
Oración de los fieles
Invoquemos, hermanos, a Dios Padre todopoderoso, y, confiados en la resurrección de su Hijo, pidámosle que escuche nuestra oración.
Digamos todos: «Aumenta en nosotros el amor, Señor»
- Para que Jesús resucitado y presente siempre en la Iglesia, la vivifique y la haga una y Santa, para que pueda alabarle con los ángeles en el cielo. Oremos.
- Por el Papa, los obispos y todos los sacerdotes: para que sean ejemplo de amor fraterno materializado en obras. Oremos.
- Por nuestros gobernantes: para que elijan los caminos de la verdadera paz para nuestra Patria y promuevan los medios que conducen al verdadero bien de los hombres. Oremos.
- Por los pobres, los enfermos, los que sufren penas o tristezas del alma o del cuerpo: para que siempre reciban de nosotros todo aquello que evidencie que los amamos realmente. Oremos.
- Para que los aquí reunidos experimentemos en nuestra vida la fuerza de Cristo resucitado y llevemos esa alegre noticia al mundo que nos rodea, tanto de palabra como con nuestras obras. Oremos.
Presentación de las Ofrendas
Presentamos al Señor las ofrendas de pan y vino, y también el fruto de nuestro esfuerzo por mantenernos unidos a la vid verdadera.
Comunión
Cristo quiere que permanezcamos en él, como él en nosotros. Fortalezcamos esa unión con Jesús, acercándonos a comulgar. Lo hacemos con santa devoción y cantando.
Final
La Palabra de Dios ha sido parte de nuestro alimento en esta santa Misa. Nuestra misión es hacerla vida, y una forma de practicar lo que hemos aprendido hoy, es traer a los pies de Cristo a todos aquellos que se han desligado de la vid y vagan por el mundo sin Dios.
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