Monición de entrada:
En estos días de Pascua, la Iglesia nos anuncia sin descanso, que Cristo ha resucitado y que ruega por nosotros ante el Padre. Al igual que los Apóstoles, nosotros también tenemos miedo de creer realmente en la Buena Noticia y somos también lentos en aceptar la paz que Jesús nos ganó por su muerte. San Pedro nos llama al arrepentimiento, mientras que el Evangelio nos invita a ser testigos de Jesús y a predicarle a toas las naciones. Pongámonos de pie para saludar al celebrante de la Misa mientras entonamos el canto con el que daremos inicio a esta Eucaristía.
Primera lectura: Hc 3, 13-15. 17-19 (El mesías tenía que padecer y Dios lo resucitó)
En la lectura que escucharemos Pedro tata de explicar que Cristo, el autor de la vida, es el siervo de Dios, el Santo, el Justo y el anunciado. Él llevó a cabo el plan del Padre según fue predicho en las Escrituras. El texto es una llamada al arrepentimiento. Escuchemos con mucha atención.
Segunda lectura: I Jn 2, 1-5 (Cristo es víctima de propiciación por el pecado)
San Juan viene a decirnos que Cristo es nuestro abogado y ruega por nosotros ante el Padre. El que guarda los mandamientos de Dios, prueba, sin lugar a dudas, que conoce y ama a Dios.
Tercera lectura: Lc 24, 35-48 (Estaba escrito: el mesías padecerá y resucitará)
Hermanos y hermanas, aclamemos al resucitado que se hace presente entre nosotros. Pónganse de pie, para que entonemos con alegría el Aleluya.
Oración universal:
A cada invocación oremos diciendo:
Jesús resucitado, escúchanos.
1. Para que la comunidad cristiana custodie la fe pascual de sus padres y dé testimonio de la renovación en el Espíritu con obra de justicia y de paz. Roguemos al Señor.
2. Para que las familias compartan los dones de verdad y gracia que han recibido y en su uso de los bienes materiales den razón de la esperanza que resplandece en Cristo resucitado. Roguemos al Señor.
3. Para que la misericordia del Señor nos dé ojos capaces de ver al Hijo del Hombre que pasa junto a nosotros en la persona de los pobres y de los que sufren. Roguemos al Señor.
4. Para que todos los cristianos que reconocen a Cristo en la Palabra y en la fracción del pan sepan verlo por los camino del mundo, y lo socorran cuando está herido y necesitado, y lo acojan cundo es pobre y forastero. Roguemos al Señor.
5. Por todos los renacidos en el bautismo rechacen toda forma de violencia y de mentira, y se unan a la realeza de Cristo Señor en sus pensamientos y en sus obras. Roguemos al Señor.
6. Para que al terminar esta celebración eucarística, toda nuestra vida anuncie al mundo la reconciliación y la paz. Roguemos al Señor.
Exhortación final
Jesús, te bendecimos, Padre, porque Cristo resucitado viene a romper los cerrojos de nuestras puertas y corazones, cerrados por el miedo y la duda, la apatía y el desánimo.
Nos cuesta creer de verdad que Cristo está vivo hoy como ayer, y que comparte con nosotros la mesa y el pan de la esperanza.
Y sin embargo, es cierto: ¡Jesús es el Señor resucitado!
Él hace brillar en la noche la aurora de su resurrección para los que creen a pesar de la oscuridad y del miedo.
No permitas, Señor, que nos resistamos a creer en ti.
Danos tu Espíritu que nos haga, ante nuestros hermanos, testigos valientes de tu salvación y de tu amor de Padre. Amén.
(Tomado de B. Caballero: La Palabra cada día, San Pablo, España, 1995, p. 281)
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