J.R. Flecha
“Todos los jefes de los sacerdotes y el pueblo multiplicaron sus infidelidades según las costumbres abominables de los gentiles y mancharon la casa del Señor que él se había construido en Jerusalén” (2 Cró 36,14- .
El Señor les fue enviando avisos por medio de los profetas, que fueron despreciados hasta que ya no hubo remedio. Los caldeos invadieron la tierra, incendiaron el templo, derribaron las murallas de Jerusalén y se llevaron muchos cautivos a Babilonia. Allí fueron esclavos, hasta que Dios envió como libertador a Ciro, rey de Persia.
En el salmo responsorial escuchamos el eco de aquellos deportados, que en la amargura de su destierro se atrevían a cantar: “Si me olvido de ti, Jerusalén, que se me paralice la mano derecha. Que se me pegue la lengua al paladar, si no me acuerdo de ti, si no pongo a Jerusalén en la cumbre de mis alegrías” (Sal 136).
La segunda lectura nos recuerda que Dios es rico en misericordia y, a pesar de nuestros pecados, nos ama hasta el punto de hacernos vivir con Cristo (Ef 2,4-10).
TRES AFIRMACIONES
En el evangelio que se proclama en este cuarto domingo de cuaresma evocamos cómo Jesús anuncia que habrá de ser elevado en alto, como la serpiente de bronce que Moisés plantó en el desierto. Él dará la vida a los que crean en él (Jn 3,14-21).
En aquella conversación nocturna con Nicodemo encontramos tres afirmaciones sobre Dios, que son otras tantas enseñanzas sobre Cristo y sobre el hombre:
• Dios ama a este mundo y al hombre que él ha creado. Y lo ama hasta el punto de entregarle a su propio Hijo, para que no perezca ninguno de los que crean en él.
• Dios no tiene la intención de juzgar al hombre. Es el mismo hombre quien determina su propio juicio, en virtud de su fe o de su increencia en el Hijo de Dios.
• Dios no envió a su Hijo al mundo para juzgarlo. Lo envió con el deseo de que el mundo y el hombre puedan encontrar en él la salvación.
LA VERDAD Y LA LUZ
En aquella larga conversación entre Jesús y Nicodemo sobresalen los dos temas de la luz y la verdad, que tanta importancia tienen a lo largo del evangelio de Juan.
• “El que obra el mal detesta la luz, y no se acerca a la luz, para no verse acusado por sus obras”. En toda sociedad se puede observar que la mayor parte de los delincuentes prefieren las tinieblas para actuar. En este contexto, esa observación nos indica que la luz del Evangelio revela lo que la persona es en el fondo de su alma.
• “El que obra la verdad se acerca a la luz, para que se vea que sus obras están hechas según Dios”. En esta sociedad marcada por el relativismo se piensa que la verdad depende de la opinión de cada uno, del flujo de la moda o del dictado de las ideologías. En este caso, se nos dice que luz de Cristo revela si somos de la verdad y vivimos en la verdad.
- Señor, Jesús, nosotros no deberíamos ignorar a los profetas que nos anuncian la verdad. Creemos que tú has sido enviado al mundo para nuestra salvación. Que esta fe nos
ayude a vivir siempre guiados por la luz de tu palabra. Solo así podremos producir las obras de bondad que tú esperas de cada uno de nosotros. Amén.
José-Román
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