Te escapabas de casa en la madrugada
para sumergirte en el Silencio sonoro.
Huías, huías del amontonamiento y el ruido
y bajabas hasta el fondo de la tierra,
a la soledad del Misterio,
a las raíces de tu Amor,
para ser amado y amar,
para escuchar,
para estar conectado
al Ser que llamamos Padre-Madre.
Los pájaros bajaban el tono de sus cantos
al ver la intensidad de tu silencio.
Los árboles inclinaban suavemente sus ramas
para proteger tu acompañada soledad.
Y Tú te sumergías en el Abismo.
Y brotaban desde el fondo la ternura
y la energía.
Y se encendía poco a poco,
por entre la oscuridad de la noche
y el pecado,
la aurora pascual de la Humanidad nueva,
mientras toda la tierra
se ponía contigo en trance
para dar a la luz la resurrección
de los muertos.
¡Ay, pobres discípulos,
que corrían en tu busca
sin entender el misterio de tu escondite!
¡Oh, soledad dichosa del Hijo y del Padre,
contándose calladamente
cosas que sólo ellos saben!
¡Cómo me gustaría seguirte
cada mañana al bosque,
escuchar vuestros secretos
y cantar con vosotros desde el amanecer
la canción de la ternura
y la energía solidaria!
Patxi Loidi
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Deja tu comentario