Cada uno poseemos nuestra propia naturaleza. En unos es fuerte y, en otros, débil. Es precisamente en ese punto, en nuestra debilidad o grandeza, donde se dan las grandes batallas, opciones y decisiones en nuestra vida.
Cuando dos ejércitos se disponen a entrar en conflicto, uno y otro, estudian o piensan las alas más vulnerables del contrario para entrar por ellos y lograr su derrota.
1.Estamos ya metidos en la cuaresma. Ser o no ser cristianos. Vivir o no vivir como tales. Sucumbir o ser fuertes frente ante tanto misil que intenta destruir nuestra comunión con Dios, deben de ser nuestros interrogantes y nuestra línea de salida para estas semanas que nos instalarán en la Pascua.
“Demuéstrame que me amas”, sentenció el amado a su amada. “Te seré fiel y juntos viviremos en lo bueno y en lo malo”, contestó ella. Es en las prueba de fuego donde surge el alma grande que todos llevamos dentro. En el episodio de las tentaciones de Jesús en el desierto, brota la recia fe de Jesús: sólo Dios merece todo. Sólo Dios es digno de ser adorado.
Cristo, en este primer domingo cuaresmal, nos enseña no solamente a sofocar la tentación (con firmeza y claridad de criterio). Sobre todo nos invita a no romper la alianza con Dios. En definitiva que todo lo que somos y tenemos (virtudes, carismas, dones, talentos) no los orientemos al servicio de nuestro propio ego sino que, todo ello, lo volquemos en la dirección en la que todo se nos ha sido dado: hacia Dios.
2.Importante en esta Santa Cuaresma plantearnos el qué hacemos con Dios. El quiere hacer con nosotros obras grandes, pretende nuestra salvación. “Dios que te creó sin ti, no te salvará sin ti”. Este texto de San Agustín ilumina perfectamente el sentido de este inicio cuaresmal. Estamos llamados a apostar, y fuerte, por el Señor. ¿Hasta dónde estamos dispuestos?
-Él nos propone un camino de conversión. ¿Qué vemos a nuestro alrededor? ¿Qué escuchamos? ¡Vive como quieras! ¡Haz lo que creas conveniente! ¡Disfruta que, la vida, son cuatro días!
-Él nos llama a ser buenos hijos. ¿Qué mensajes percibimos del alero del mundo? ¡No existe nada! ¡Cada uno es dueño de su propia conciencia! ¡Que nada ni nadie limite tu “libertad”!
-Él nos invita a la salvación. Y, ante esta propuesta, podemos hacer dos cosas: o recibirla o rechazarla.
No nos confundamos, los caminos fáciles que se nos ofrecen desde distintos vértices de nuestra realidad social, política y económica, normalmente son kilómetros que no llevan a ninguna parte.
Constantemente somos tentados a despojarnos del manto cristiano (en la educación, en el programa de diversas opciones políticas, en el entramado cultural y social, el concepto de la vida) sin más contraoferta que el todo vale, todo sin Dios, pensamiento único y humanista.
En estos días estamos asistiendo a la temporada de rebajas en muchos comercios. No todo lo que reluce es oro ni, todo lo que se vende a bajo coste, es bueno. Que, este tiempo de conversión, nos ayude a no rebajar aquello que tiene alto precio: nuestra fe. Que estas semanas nos ayuden a no quitar nunca la etiqueta de lo que vale Cristo en y para nuestra vida. Que esta Santa Cuaresma sea un período de guardar, consolidar y acrecentar (bien de orgullosos de ello) aquello que nos define, nos identifica y nos hace eternos: somos hijos de Dios.
¿Es bueno el tiempo de rebajas para vender la fe? ¡No! Convertirse y saber que Dios está en medio de nosotros nos llevará a ver las cosas, las personas y hasta a nosotros mismos con otros ojos.
Javier Leoz
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