Entrada: La Iglesia entera celebra en este día la solemnidad de todos los Santos. Es una fiesta que nos llena de gozo porque damos gracias a Dios por su amor, y por habernos llamado a ser sus hijos, por regalarnos el ejemplo y la intercesión de los santos. Que al escuchar la Palabra de Dios y al recibir el alimento eucarístico, sintamos y acojamos también nosotros la invitación a vivir en santidad.
Lecturas: La Liturgia de la Palabra en este día nos invita a contemplar el amor de Dios que llama a todos los discípulos a vivir la santidad. Nadie puede sentirse excluido de esta vocación; por eso escuchemos con el corazón, de modo que recibamos fortaleza para aceptar el reinado del Señor y hacer siempre su voluntad. Escuchemos con atención.
Ofrendas: Confiando en la misericordia de Dios, presentémosle nuestras vidas, junto con el pan y el vino.
Comunión: Al comulgar, unámonos íntimamente a Jesús y seremos capaces de crecer en la vida de santidad.
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