MONICIÓN DE ENTRADA Sed bienvenidos a esta eucaristía en la que festejamos y conmemoramos a la Trinidad Santísima. Es interesante ver como tras la Pascua y la fiesta de Pentecostés –el domingo pasado-- en la que el Espíritu Santo viene para poner en marcha a la Iglesia misionera, esta se reúne enseguida para rendir homenaje a la Trinidad, al Dios Uno y Trino que es prueba cósmica del gran amor que Dios tiene, dentro y fuera de Él. Iniciamos, además, hoy, el tiempo ordinario. Tiempo este en el que la Iglesia recorre, ya a velocidad de crucero, la vida prodigiosa y plena del Maestro de Nazaret, de Jesús, nuestro Señor. Este tiempo ordinario nos llevará al principio del Adviento que iniciaremos el 30 de noviembre. |
Lectura de Postcomunión MONICIÓN Seguimos ofreciendo himnos de la liturgia de las horas que hacen referencia a lo que conmemoramos cada domingo. Nos ha parecido que esta bella oración dedicada a la Santísima Trinidad es muy adecuada –e, incluso, muy emocionante—para este momento de paz y sosiego tras haber recibido el Sacramento del Altar. HIMNO DE LA TRINIDAD El Dios uno y trino misterio de amor, habita en los cielos y en mi corazón.
Dios escondido en el misterio, como luz que apaga estrellas; Dios que te ocultas a los sabios, y a los pequeños revelas.
No es soledad, es compañía, es un hogar tu vida eterna, es el amor que se desborda de un mar inmenso sin riberas.
Padre de todos, siempre joven, al Hijo amado eterno engendras, y el Santo Espíritu procede como el amor que a los dos sella.
Padre, en tu gracia y ternura, la paz, el gozo y la belleza, danos ser hijos en el Hijo y hermanos todos en tu Iglesia.
Al Padre, al Hijo y al Espíritu, acorde melodía eterna, honor y gloria por los siglos canten los cielos y la tierra. Exhortación de Despedida. Somos un pueblo unido, no individualidades solitarias e insolidarias. Ese ejemplo de unidad en el amor, de cercanía, de familia, nos lo da la Trinidad Santa, el Dios único y verdadero, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Salgamos, también, unidos a proclamar por calles y plazas la esencia y la naturaleza de nuestro Dios. |
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