MONICIÓN DE ENTRADA Permitirnos, queridos hermanos, que os expresemos nuestra gran alegría al saludaros como bienvenida en el principio de la Eucaristía. Y deciros que hoy el Señor Jesús quiere enseñarnos a no tener miedo, como ya hizo con sus discípulos al principio de su enseñanza, cuando Maestro y Apóstoles comenzaron a recorrer los primeros pasos de su prodigiosa andadura. El miedo a veces se produce por hechos que no merecen la pena. Jesús habla de temer más a aquellos que ensucian y matan el alma que a quienes destruyen el cuerpo. Y Jesús, asimismo, les recuerda que todo termina sabiéndose y que no hay que esconder nada en nuestros corazones. Iniciemos, pues, esta Eucaristía con la esperanza que nuestro Maestro nos lo va enseñar todo, absolutamente todo. |
Lectura de Postcomunión MONICIÓN Es reconocida por muchos expertos en oración de todos los tiempos, la eficacia del Salmo 33. Y es que cuando gritamos angustiados para que Dios nos socorra, él esta a nuestro lado. Lo elegimos hoy como lectura de postcomunión pues nos va a ser muy útil para poner toda nuestra vida en manos de Dios. Si la lectura completa parece muy extensa como lectura de postcomunión se podrán elegir los versículos que se consideren oportunos. Os recomendamos los primeros doce. EL SALMO 33 Bendigo al Señor en todo momento, Su alabanza está siempre en mi boca; mi alma se gloría en el Señor: que los humildes lo escuchen y se alegren.
Proclamad conmigo la grandeza del Señor, ensalcemos juntos su nombre. Yo consulté al Señor, y me respondió me libró de todas mis ansias.
Contempladlo, y quedaréis radiantes, vuestro rostro no se avergonzará. Si el afligido invoca al Señor, él lo escucha y lo salva de sus angustias.
El ángel del Señor acampa en torno a sus fieles y los protege. Gustad y ver qué bueno es el Señor, dichoso el que se acoge a él.
Todos sus santos, temed al Señor, porque nada les falta a los que le temen; los ricos empobrecen y pasan hambre, los que buscan al Señor no carecen de nada.
Venid, hijos, escuchadme: os instruiré en el temor del Señor; ¿hay alguien que ame la vida y desee días de prosperidad?
Guarda tu lengua del mal, tus labios de la falsedad; apártate del mal, obra el bien, busca la paz y corre tras ella.
Los ojos del Señor miran a los justos, sus oídos escuchan sus gritos; pero el Señor se enfrenta con los malhechores, para borrar de la tierra su memoria.
Cuando uno grita, el Señor les escucha y lo libra de sus angustias; el Señor está cerca de los atribulados, salva a los abatidos.
Aunque el justo sufra muchos males, de todos lo libra el Señor; Él cuida de todos sus huesos, y ni uno solo se le quebrará.
La maldad da muerte al malvado, y los que odian al justo serán castigados. El Señor redime a sus siervos, no será castigado quien se acoge a él. Exhortación de Despedida Salgamos alegres en este domingo y caminemos con valentía a transmitir el mensaje de Cristo. Jesús de Nazaret nos ha dicho que no tengamos miedo, que no temamos. Y además Él va a estar con nosotros hasta el final de los tiempos. No necesitamos más para ser felices y estar alegres. |
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