Las lecturas de este día nos invitan a afrontar los desafíos del presente con esperanza, como virtud del creyente.
Comenzamos compartiendo la experiencia del profeta Jeremías. Algunos han denominado a este pasaje como “las confesiones de Jeremías”. El profeta vive en tiempos de crisis, de incertezas y desorientación. Desde su vivencia de Dios denuncia las causas que han llevado a este estado de cosas y propone la necesidad de cambiar. Jeremías sufre en primera persona las consecuencias de esta misión, que no es comprendida ni aceptada por las autoridades que lo persiguen, lo encarcelan e intentan matarlo. Jeremías nos abre su corazón y nos muestra como el sufrimiento lejos de desalentarlo, lo hace renovar su confianza en Dios que nos salva.
La segunda experiencia nos las brinda el apóstol Pablo en su carta a los romanos. La salvación que Dios ofrece no se realiza a espaldas de la historia de la humanidad, sino en dialogo con ella. El pecado y la muerte no tienen la última palabra sobre la historia humana, sino la vida manifestada en Cristo muerto y resucitado. La gratuidad de Dios siempre nos abre caminos de esperanza.
El evangelio de hoy se comprende a la luz de todo el discurso misionero de Mateo que estamos leyendo. Jesús después de enseñar a sus discípulos, los envía y los orienta en la tarea que van a emprender. Compartir el Evangelio implica arriesgo y conlleva dificultades. Es la confianza en Dios la que nos da la fuerza para hacer frente a este desafío.
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