NUESTRAS TIBIEZAS E INFIDELIDADES
Por Ángel Gómez Escorial
1.- Es Felipe, el diacono, a quien menciona el fragmento de los Hechos de los Apóstoles y que predica con tanto éxito en Samaria. Eso supone la ampliación de los “efectivos” de la primera Iglesia. No es Felipe, el Apóstol, y sorprende tal éxito en Jerusalén. Y por eso acuden dos auténticos puntales de la Iglesia, Pedro y Juan a comprobar que está ocurriendo allí. Felipe bautizaba con agua. Pedro y Juan, con la imposición de las manos, metían en el corazón de esos recién conversos la fuerza del Espíritu. Todo el relato de los Hechos de los Apóstoles es precisamente la historia prodigiosa de esos primeros éxitos de la Iglesia de Dios con logros verdaderamente espectaculares. A partir de ahí la transmisión de la fe por todo el ámbito del imperio romano fue muy rápida, extraordinariamente rápida. Por supuesto, también con dificultades y persecuciones pero de una rapidez impensable.
Y esa fue la función del Espíritu que el Señor Jesús había prometido. La pregunta que nos podríamos hacer en estos momentos, aquí y ahora, es porque nuestras cosas van tan despacio, las de España por ejemplo, pero también ocurre lo mismo en muchos otros países. La gente no aumenta alrededor de la Iglesia, casi disminuye. Se está perdiendo entusiasmo. Pero, probablemente, faltan personajes como Felipe y, asimismo, pueblos ávidos de conocer la novedad de la Palabra de Dios. A nosotros, ahora, “todo nos suena”. Conocemos una gran parte del relato evangélico pero no vibramos. Tal vez, ni siquiera hacemos el menor esfuerzo, para que el mensaje de Cristo esté bien dentro de nosotros y de ahí –como fuentes de agua viva—puedan llegar a los demás. No se trata de ser catastrofistas pero si se aprecia esa tibieza generalizada. Y que no cesa.
2.- El evangelio de Juan es muy claro. Define el problema de todas nuestras tibiezas e infidelidades. “Si me amáis guardareis mis mandamientos. Y yo le pediré al Padre que os dé otro defensor que esté siempre con vosotros…” Estamos recorriendo la Pascua en sus últimas semanas. El próximo domingo celebraremos la Ascensión del Señor y al siguiente es Pentecostés. Hemos afirmado varias veces en estos comentarios que no podemos desaprovechar el tiempo. Y que, asimismo, no es posible perder la oportunidad que nos dan estas fechas para avanzar en nuestra conversión. Se repite tanto esto que, a veces, nos parecen palabras sin sentido. Pero nuestro déficit debe ser de amor. Si verdaderamente, nuestro amor a Dios y a los hermanos prevaleciera sobre todo lo demás nuestra tibieza no existiría.
3.- Pedro en su Carta nos habla hoy del milagro de la resurrección de Jesús y de su sacrificio salvador que permanece. Pedro, además, nos pide un comportamiento fraterno entre todos. Estas primeras encíclicas del primer Papa guardan, sin duda, un perecido evidente con todas las que siglo tras siglo, en toda la historia de la Iglesia iban a venir después. Y es que ya Pedro pide que ayudemos a los hermanos, incluso a aquellos que nos calumnian. Y así, como veis, los textos de este domingo nos marcan un camino y, como decía antes, no debemos desaprovecharlo. Es posible que nos sintamos mal pero en eso hemos de confiar en nuestros hermanos, en aquellos que están cerca de nosotros en la parroquia. Ciertamente no podemos hacer este camino solo. Dios está con nosotros que nos envía su Espíritu, y Él nos acercará a los hermanos. Y todos juntos saldremos adelante. No olvidemos las promesas de Cristo. No las dejemos pasar. Él nos espera y nos pide que hagamos del amor nuestra forma de vida.
4.- Hay dos conmemoraciones, hoy, que no debemos olvidar. Se celebra la Pascua del Enfermo, el Día del Enfermo. En muchas de nuestras parroquias se administra comunitariamente el sacramento de la Unción de los Enfermos. Participemos o acompañemos que esperan mejoría de sus dolencias. La Iglesia siempre ha tenido el don de curar. Los oleos sagrados, la imposición de las manos, se han utilizado para este camino de sanación. No pensemos que es, solamente, un rito. En todos los Sacramentos está Dios y su fuerza ayuda y cura. Con esa idea debemos, hoy, asumir esa cercanía al que sufre y quiere mejorar.
La otra conmemoración, pontificia y universal, está dedicado al clero nativo y a sus vocaciones. Hay todavía muchos países de misión donde es muy necesario ampliar el número de pastores, nacidos allí, que podrán atender a sus hermanos con mayor conocimiento y fuerza. También debemos apoyar esa idea con nuestras oraciones y nuestra generosidad. Y como os decía antes: ¡no perdamos el tiempo el tiempo, por favor!
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