Monición de entrada
Queridos hermanos, tengan todos muy buenos días (tardes, noches). Les damos una cordial bienvenida a la celebración de esta Santa Misa, en el Sexto Domingo de Pascua.
En dos semanas estaremos celebrando Pentecostés y hoy aparece en las tres lecturas el protagonismo del Espíritu, que es quien da vida a la comunidad.
Animados por el mismo Espíritu del Resucitado, nos disponemos a comenzar esta Santa Misa. Todos de pie, y entonemos el canto de entrada.
Moniciones a las lecturas
Monición única para todas las lecturas
A dos semanas de Pentecostés, la liturgia de hoy nos va preparando ya para esa celebración, con abundantes referencias al Espíritu Santo en las tres lecturas.
En la primera lectura san Pedro anima a los cristianos a dar razón de su esperanza y destaca el papel del Espíritu en el misterio pascual, constatando su intervención en la resurrección de Cristo. El libro de los Hechos nos presenta a los apóstoles transmitiendo ese mismo Espíritu mediante la imposición de manos. Finalmente, es el evangelio de Juan quien nos muestra a Jesús despidiéndose de los discípulos y prometiéndoles que intercederá ante el Padre para que les envíe “otro Paráclito” que se quede siempre con ellos.
Escuchemos atentos la Palabra de hoy.
Moniciones para cada lectura
Monición a la primera lectura (Hechos de los Apóstoles 8, 5-8. 14-17)
Después de la muerte de Esteban, un buen número de cristianos tienen que huir de Jerusalén. Son ellos quienes difunden la fe en Samaría y en Siria. La persecución se convierte en instrumento de difusión y hoy se nos narra cómo esa proclamación es confirmada por el Espíritu Santo, que se manifiesta en «signos y curaciones. Escuchemos.
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 8, 5-8. 14-17
En aquellos días, Felipe bajó a la ciudad de Samaria y predicaba allí a Cristo. El gentío escuchaba con aprobación lo que decía Felipe, porque habían oído hablar de los signos que hacía, y los estaban viendo: de muchos poseídos salían los espíritus inmundos lanzando gritos, y muchos paralíticos y lisiados se curaban. La ciudad se llenó de alegría.
Cuando los apóstoles, que estaban en Jerusalén, se enteraron de que Samaria había recibido la palabra de Dios, enviaron a Pedro y a Juan; ellos bajaron hasta allí y oraron por los fieles, para que recibieran el Espíritu Santo; aún no había bajado sobre ninguno, estaban sólo bautizados en el nombre del Señor Jesús. Entonces les imponían las manos y recibían el Espíritu Santo.
Palabra de Dios.
Monición al salmo responsorial (Salmo 65)
Con el salmo 65 alabemos a Dios por sus maravillas en favor de los hombres, especialmente por darnos su salvación por los sacramentos. Hagámoslo diciendo todos:
Salmo responsorial: Salmo 65, 1-3a. 4-5. 6-7a. 16 y 20
R. Aclamad al Señor, tierra entera.
Monición a la segunda lectura (1 Pedro 3, 15-18)
Por última vez en la Pascua leeremos la carta de Pedro. El texto de hoy se dirige a una comunidad que ha experimentado la persecución por su fe, animándoles en la perseverancia, asistidos por el mismo Espíritu que hizo que Cristo volviera a la vida.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la primera carta del apóstol san Pedro 3, 15-18
Queridos hermanos:
Glorificad en vuestros corazones a Cristo Señor y estad siempre prontos para dar razón de vuestra esperanza a todo el que os la pidiere; pero con mansedumbre y respeto y en buena conciencia, para que en aquello mismo en que sois calumniados queden confundidos los que denigran vuestra buena conducta en Cristo; que mejor es padecer haciendo el bien, si tal es la voluntad de Dios, que padecer haciendo el mal.
Porque también Cristo murió por los pecados una vez para siempre: el inocente por los culpables, para conducirnos a Dios. Como era hombre, lo mataron; pero, como poseía el Espíritu, fue devuelto a la vida.
Palabra de Dios.
Monición al Evangelio (Juan 14, 15-21)
Sigue el tono de despedida iniciado en el evangelio de san Juan proclamado el domingo anterior. Las palabras de Jesús manifiestan hoy un tono tranquilizador, porque, si por una parte es necesario que él desaparezca, por otra les promete no dejarles en absoluta orfandad, pues les enviará el Espíritu Santo.
Cantemos el aleluya para la posterior escucha de esta gran noticia.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Juan 14, 15-21
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
—«Si me amáis, guardaréis mis mandamientos. Yo le pediré al Padre que os dé otro defensor, que esté siempre con vosotros, el Espíritu de la verdad. El mundo no puede recibirlo, porque no lo ve ni lo conoce; vosotros, en cambio, lo conocéis, porque vive con vosotros y está con vosotros.
No os dejaré huérfanos, volveré. Dentro de poco el mundo no me verá, pero vosotros me veréis y viviréis, porque yo sigo viviendo. Entonces sabréis que yo estoy con mi Padre, y vosotros conmigo y yo con vosotros. El que acepta mis mandamientos y los guarda, ése me ama; al que me ama lo amará mi Padre, y yo también lo amaré y me revelaré a él».
Palabra del Señor.
Oración de los fieles
Opción 1
Presidente: Queridos hermanos, movidos por el Espíritu Santo y confiando en que Dios nunca desampara a sus hijos, presentémosle ahora nuestras plegarias diciendo todos:
Padre de amor, escucha nuestra oración.
- Por la Iglesia y sus ministros, llamados a dar razón de su fe, con sencillez, humildad y respeto, para que alce su voz para anunciar al mundo la promesa de Jesús de enviarnos al Espíritu Santo. Oremos.
- Para que la paz unida a la solidaridad y al desarrollo sea una verdad vivida y buscada por todos. Oremos.
- Para que quienes sufren por la enfermedad o la soledad encuentren que hay razones para vivir en la esperanza y que, animados por el Espíritu Santo, den testimonio de esa esperanza. Oremos.
- Por esta comunidad, para que el Espíritu de la Verdad permanezca en nosotros yasí podamos reconocer a Jesucristo presente en la Iglesia, en la Eucaristía y también en nuestros hermanos. Oremos.
Presidente: Señor, creemos que el Espíritu Santo, promesa hecha realidad, habita en la Iglesia. Escucha las oraciones que este pueblo, movidos por el mismo Espíritu, ha dirigido a ti, que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Opción 2
Presidente: Unidos a Cristo, que intercede siempre por nosotros, elevemos, hermanos, nuestras oraciones al Padre diciendo todos:
Padre, escucha nuestra oración.
- Por la Iglesia, para que Jesús, muerto y resucitado, le conceda ser, con firmeza y valentía, testimonio perseverante de su resurrección. Oremos.
- Por el mundo entero, para que el Resucitado, que dio a los apóstoles su paz, haga posible también que la paz reine entre las naciones. Oremos
- Por todos los enfermos y los moribundos, para que Cristo, que venció la muerte con su resurrección, transforme sus sufrimientos en aquella alegría que nunca nada ni nadie les podrá quitar. Oremos.
- Para que nosotros, llenos del Espíritu Santo, experimentemos el deseo de proclamar la Buena Nueva de salvación a los más alejados de la Iglesia. Oremos.
Presidente: Dios nuestro, que por la resurrección de Cristo nos has redimido, escucha nuestra oración e infúndenos tu Espíritu de la verdad para que, llenos de su sabiduría, sepamos siempre dar razón de nuestra esperanza. Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor. Amén.
Presentación de las ofrendas
Con las ofrendas de Pan y Vino llevemos al altar también los esfuerzos y sacrificios por tener una vida más digna. Hagamos esta ofrenda cantando todos con alegría.
Comunión
«Dentro de poco el mundo no me verá, pero vosotros me veréis y viviréis, porque yo sigo viviendo» nos ha dicho el Evangelio de hoy. Acerquémonos a recibir a Cristo vivo en la comunión. Cantemos.
Final
Sabiendo que el Espíritu Santo está siempre con nosotros, porque Dios no nos ha dejado huérfanos, vayamos con esa confianza a nuestros hogares a dar testimonio de nuestra esperanza.
Fuente: Aldazábal, José, Enséñame tus caminos 8 – Los Domingos Ciclo A, Centro de Pastoral Litúrgica, Barcelona, 2004; La Casa de la Biblia, Tú tienes palabras de vida – Lectura Creyente de los Evangelios Dominicales Ciclo A, Editorial Verbo Divino, 2010; Bartolomé, Juan J., El Corazón de la Palabra Ciclo A, Editorial CCS
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