11 mayo 2023

EL ESPÍRITU DE LA VERDAD

 EL ESPÍRITU DE LA VERDAD

Por Gabriel González del Estal

1. - Cristo les dice a sus discípulos que ellos sí conocen al Espíritu de la verdad, porque vive con ellos y está con ellos. El mundo, en cambio, no puede recibirlo porque no lo ve, ni lo conoce. Del contexto se deduce, fácilmente, que aquí, en la terminología de San Juan, Jesús llama “mundo” a los que no aman a Cristo, ni guardan sus mandamientos. Sus discípulos sí le aman y guardan sus mandamientos, por eso ellos sí podrán recibir el Espíritu de la verdad. La palabra “verdad” no se refiere aquí a la verdad filosófica, matemática o científica, sino a la verdad de la vida, la que nos enseña a vivir de acuerdo con la voluntad de Dios. En este sentido, podemos dar aquí a la palabra “verdad” el mismo valor que tiene cuando Cristo les dice a sus discípulos que él es el camino, la verdad y la vida. Cristo es la verdad, por tanto vivir de acuerdo con la verdad es vivir al estilo de Cristo. La pregunta, entonces, que debemos hacernos ahora cada uno de nosotros es esta: ¿yo vivo al estilo de Cristo? Los valores y las verdades que mueven y gobiernan mi vida ¿son los mismos valores y verdades que defendió siempre Cristo en su vida terrena y por los que estuvo dispuesto a morir? Yo no voy a escribir aquí un catálogo de los valores y verdades por los que Cristo vivió y murió. Pero, evidentemente, basta abrir cualquiera de los cuatro evangelios para comprobar que los valores del amor y de la fraternidad universal, el valor de la justicia, de la paz, de la compasión hacia los más pobres y necesitados, son valores auténticamente evangélicos. ¿Son estos mis valores, mis verdades? ¿El Espíritu de la verdad habita en mí?

2.- La ciudad se llenó de alegría. La ciudad de Samaría se llenó de alegría al comprobar los signos que hacía Felipe. Eran signos de liberación: curaba a los enfermos y les liberaba de los espíritus inmundos que les tenían esclavizados. También las personas a las que los apóstoles imponían las manos y recibían el Espíritu Santo, se llenaban de alegría, porque se sentían curadas y liberadas. Es este un bello mensaje para nosotros, los cristianos: Dios quiere que vivamos una religión liberadora, una religión que viene a salvar al mundo, no a juzgarlo, ni a condenarlo. Así vivió la religión nuestro Maestro, así quiere que la vivamos también nosotros, sus discípulos.

3. - Estad siempre prontos para dar razón de vuestra esperanza. Nuestra esperanza es, evidentemente, una esperanza cristiana: creemos y esperamos que a través de esta vida podemos llegar a otra vida mejor. Para eso, tenemos que saber aceptar el sufrimiento y la lucha, si tal es la voluntad de Dios, y hacerlo siempre con mansedumbre y respeto y en buena conciencia. Esto es lo que nos dice el apóstol Pedro en su carta, animándonos a glorificar así en nuestros corazones a Cristo Señor. La esperanza cristiana es una virtud necesaria para aspirar en esta vida, sin desfallecer, a una vida eterna y feliz. Sin esperanza, la vida se ve como un camino que termina inexorablemente en la muerte y en la nada. La esperanza cristiana llena de luz el camino de la vida.

4.- Al que me ama, lo amará mi Padre y yo también lo amaré y me revelaré a él. Se trata de un amor eficaz, a imagen del amor de Cristo, un amor que se manifiesta en las obras, en una vida entregada al servicio de los demás. El que ama así a Dios vive en comunión con el Padre, y Cristo se manifiesta, se revela, en él. Esta es la misión de los cristianos, ser imágenes de Dios, portadores de Cristo, en sus pensamientos, en sus palabras y en sus obras. Mientras vivamos así no viviremos huérfanos, porque Dios vive en nosotros y camina con nosotros. Podemos sentirnos muchas veces incomprendidos de los hombres, desacompañados y hasta perseguidos, pero si amamos al Padre como Cristo le amó, haciendo de nuestra vida un servicio y un regalo para los demás, viviremos con esperanza, porque sabemos que Dios nos anima, Cristo vive con nosotros, habita en nosotros el Espíritu de la verdad.

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