Yo sé que tú eres
el Dios siempre mayor.
Te nombramos
el Inefable,
el Ilimitado,
el Inconmensurable,
el Infinito:
confesión arrodillada
al borde del esfuerzo,
porque no podemos
encerrarte
en la palabra
ni confinarte
en el proyecto.
Hoy prefiero llamarte
Dios siempre menor.
Estás en el fondo
del ojo redondo
del microscopio
en su viaje sin fin
al interior
de todo lo pequeño…
Eres el Dios
sin espacio
expulsado al margen
donde acaba
el nombre de las calles
Dios pequeño,
Dios de abajo,
me gusta
que me sorprendas
envuelto en la ropa
de lo cotidiano…
Benjamín G. Buelta
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