Los que tenemos la suerte de conocerte, Jesús,
hemos pasado por tu puerta,
sabemos que eres Tú el que nos enseñas el camino.
Tú nos dices cómo hemos de amarnos
a nosotros mismos
y de la misma manera querer a los demás.
Tú nos recuerdas que tenemos un Padre que
nos quiere tanto,
que daría la vida por cada uno de nosotros,
especialmente por los que lo pasan peor
o necesitan más.
Tú nos enseñas que para triunfar hay que servir
y que la mejor manera es echarse a los pies
de los pobres.
Tú nos recomiendas que acudamos a Dios
cuando estemos cansados y agobiados, que Él,
siempre, nos sosegará, nos aliviará
y nos descansará de todo.
Tú nos invitas a no andar preocupados,
pues cada día tiene bastante con su propio trajín;
Tú nos recuerdas que los lirios del campo
no se preocupan por su vestuario…
y ni Versace les habría diseñado un traje más bello
Tú nos entusiasmas con la construcción
de tu Reino,
con esas relaciones nuevas y fraternas
que cambiarían el mundo
y todos saldríamos ganando.
Tú nos animas a vivir una vida plena,
a salir de la mediocridad,
porque Tú has venido para que tengamos Vida
en abundancia.
Tú eres todo para nosotros, la razón de nuestra
existencia,
la brújula de nuestro viaje, la linterna
que ilumina el camino,
la puerta que nos lleva al encuentro con el Padre.
No es posible, Señor, que alguien viva
sin disfrutarte,
no dejes que ninguna oveja se escape si tu Amor.
Mari Patxi Ayerra
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